No había vuelto a ver a Kenna desde aquella vez donde casi nos besamos. Me controlé todo lo que pude, una parte de mi agradeció que saliera corriendo, pero la otra me pedía que saliera detrás de ella. Estaba intentando pensarla lo menos posible y no pude. No me estaba concentrando mientras daba las clases particulares, la esperaba todos los lunes a la misma hora de siempre.
Ahora mismo estaba con mis amigos y no dejaba de pensar en ella. Los escuchaba hablar de sus novias y entonces me imaginé lo bonito que sería si ella y yo fuéramos más que amigos. Seguía inmerso hasta que escuché a Jean hablar de lo hermosas que estaban las chicas sentadas en la barra.
Ni siquiera levanté la mirada y lo ignoré por completo, no podía dejar de pensar en lo cerca que estuvieron nuestros labios y a pesar de eso no tuve la oportunidad de besarla.
Lois ya estaba desesperado por mi comportamiento, llegó a preguntarme si me había vuelto Gay. Simplemente respondí que no, quería hablarles de Kenna, pero seguro no me iban a tomar en serio.
Debía estar cien por ciento seguro de que me gustaba y eso lo podía confirmar si hablaba de ella con mi hermano. La noche transcurrió de forma tranquila, luego de unos tragos decidí volver a casa para leer el libro que me había dado ella. Pero no pude, al llegar me empecé a sentir un poco mareado y con un fuerte dolor de cabeza, me sorprendí ya que no había tomado lo suficiente como para que se me subiera tan rápido.
Al no poder abrir bien lo ojos, pospuse la lectura para el día siguiente, tomé unos analgésicos y me fui directo a la cama.
Editado: 15.11.2024