Luego de la noche con Henrry dejé de ir un par de días a la biblioteca, necesitaba aclarar mis ideas y no ver a Branwen por un rato. A pesar de eso nos seguíamos dejando notas en aquel viejo libro de mitología, donde nos recomendábamos canciones y hablábamos de libros.
Me causó ternura su forma de ver el amor y descubrí que le gusta mucho eso de bailar. Branwen desde el primer momento me pareció alguien muy sensible, que no tenía miedo de decir o expresar lo que sentía, y esa fue una de las cosas que llamó mi atención.
Quería seguir conociéndole, en todas sus facetas. Pero me daba miedo que me conociera a mí y yo no ser lo que esperaba. Estaba llena de traumas y heridas que aún no podía sanar.
Cómo le explico que mis padres se separaron por mi culpa al descubrir que era bisexual, como le digo que mi mejor amigo se suicidó y yo no puede hacer nada para evitarlo. Cómo le hago saber que le tengo miedo al abandono y por eso suelo irme antes de que me dejen. Que no quiero que sea fugaz, que me muero por arder con él y que si bailamos nunca podremos parar.
Que le tengo miedo al amor, pero aun así quiero intentarlo, que cuando estamos juntos el tiempo no es que se detiene, sino que somos nosotros los que nos vamos, que me palpita el alma y me sobra la respiración, porque con él no me falta nada.
Cómo le digo que me gusta sin salir corriendo, que me quiero fiar de sus labios, que no solo es una atracción física. Hay más, siento mucho más. Porque nada de él es simple, y me voy a complicar la vida si ello nos hace feliz.
Editado: 15.11.2024