Eureka.
Lo encontré, me encontró, nos encontramos. Ahora éramos la primera persona del plural. Te vi en mis canciones, en mis sueños y en las flores. Te vi en mi cocina mientras hacíamos el amor a las 3 de la mañana, te vi en la estación de tren, en el cine y en el ukulele que toqué ayer.
Me viste en tus noches los domingos, en los fuegos artificiales del año nuevo, en las ventanas de un avión. Te sentí como el viento a un diente de león, con la lluvia en pleno otoño y como las cuerdas de un piano desafinado.
Nuestros seres se buscaron y finalmente se encontraron, pero no es la última vez, porque, entre tú y yo no existe la palabra “adiós” ya que Tupananchiskama* es nuestra regla de honor.
* Tupananchiskama: “hasta que la vida nos vuelva a encontrar”.
Editado: 15.11.2024