Perdon por los bailes

Kenna 35

Me desperté por el ruido del teléfono, eran las 11 de la mañana así que salí corriendo a atender. Marta, se me había olvidado por completo que tenía cita.

—Buenas días, Kenna, a pesar de estar recién levantada, te veo mejor que la última vez.

—Y lo estoy, créeme que lo estoy.

—¿Puedo saber la razón?

—Es Gracias al chico del que te hablé la otra vez. Se llama Branwen, es un chico encantador, le gusta la lectura y lo mejor de todo es que me hace sentir viva. Con él cerca mi cerebro no tiene chance de pensar en algo que no sea verle sonreír.

—Me alegra escuchar eso, pero ten cuidado de que no se te vaya de la mano.

—No me arruines el ánimo, por favor.

—Vale, vale. No te agobies. Hoy vamos a hablar de tus padres, ¿estas preparada?

—Uju…

—¿Por qué piensas que tus padres se separaron por tu culpa?

—Mis padres son muy católicos, así que fui a un internado de monjas. En ese lugar conocí a una chica, ella era mi compañera de cuarto, casi siempre estábamos juntas; el punto es que empezamos a tener una relación a escondidas. Un día en clases de teatro, nos pusieron como pareja, las luces estaban apagadas así que decidimos tocarnos de más y cuando llegó la pausa fuimos a las escaleras de emergencias. Estábamos muy excitadas así que nos besamos, pero se nos olvidaron las cámaras de seguridad.

—¿Es por eso por lo que dices que fue tu culpa?

—Si lo fue, mis padres armaron un escándalo como si hubiera matado a alguien, no podían aceptar que su hija fuera lesbiana. Intenté aclarar la situación diciendo que no era lesbiana sino bisexual, pero fue peor, me miraron como si fuera un monstruo, “una pecaminosa” así que me sacaron de la escuela y me mandaron a España, una semana después se divorciaron. No solo fui una desvergonzada, sino que también destruí a mi familia con un simple beso.

—¿Cuándo volviste al país?

—Luego de terminar la escuela, fue entonces cuando me fui a vivir al campus de la universidad, no podía seguir viviendo en esa casa ya que nadie me hablaba y sentía que estorbaba. Si no tienes nada más que preguntar terminemos por hoy, estoy super cansada y además tengo cosas que hacer.

—Una pregunta más, ¿en qué momento entra Ryan a tu vida?

Sentía como la ansiedad me subía, Marta sabía que este tema me ponía mal y por eso decidía tocarlo. Quería hacerme hablar de él, de cómo nos conocimos y cómo fue que nos volvimos tan cercanos. Empecé a sudar frio y con la voz temblorosa le dije “nos conocimos en el instituto, cuando mis padres me mandaron a España”.Ella se quedó observándome, me estaba analizando y yo odiaba que hiciera eso. Luego de un rato volvió hablar.

—Quiere decir que desde el primer momento se llevaron bien.

—Si, bueno, más o menos. Empezamos hablar y compaginamos porque entendió por lo que yo estaba pasando. Él era gay.

—Vale, entiendo. Y luego de España, ¿qué paso?

—Vinimos juntos a Adelaida. Íbamos a estudiar en la misma universidad, el primer año estuvimos viviendo en el campus y ya luego nos mudamos juntos.

—Vuestra relación fue mejorando con el tiempo. Él era tu apoyo en los momentos difíciles.

—Si, pero luego todo empezó a ir medio mal. Tenía días en los que no me hablaba o estaba de muy mal humor. Pensé que solo era una racha, pero luego se fueron haciendo más frecuentes, a tal punto que comenzó a juntarse con personas que no debía.

—¿Supiste a que se debía el cambio?

—Me entere que estaba consumiendo cocaína y tuvimos una pequeña discusión, un par de veces se fue de la casa. Luego nos arreglamos y todo volvió a la normalidad, o eso creía yo. Pasamos los últimos dos años así. Viviendo una mentira, pues él no dejaba de consumir, lo acosaban en la universidad y eso lo llevo a suicidarse —arrastré la última frase, como si no lo quisiera decir, porque si hablaba de ello se volvía real y yo no quería.

—Entiendo que te sienta mal, pero lo que me gustaría que comprendieras es que nada de esto fue tu culpa, ni la separación de tus padres y mucho menos la muerte de Ryan. Tal vez no te lo dijo porque no quería preocuparte, porque si te lo comunicaba tú también lo ibas a pasar mal. Sabes más que nadie lo difícil que es hablar de ciertos temas. Con esto no te estoy pidiendo que lo olvides, sino que intentes seguir adelante con tu vida, que sonrías y vivas de manera feliz. Deja de vivir en el pasado y empieza a vivir tu presente.

—Marta, no lo entiendes. No me pude despedir de él. Ni siquiera me dejó una carta, no pude decirle lo importante que era para mí. Nunca le dije que le quería, que me había salvado y mejorado. Estoy llena de las cosas que nunca le pude decir y ahora ya no podré hacerlo.

Si hubiera llegado 5 minutos antes, si no me hubiera quedado hablando con la señora del café. Solo 5 minutos antes, hubiera podido detener que se lanzara por el balcón. Yo lo vi caer y no pude detenerlo.

—Cuando estes lista ve a visitarle, seguramente te estará esperando. Saca todo eso, así podrás seguir adelante. Ha sido una buena charla, nos vemos la próxima vez.

Me quedaba claro el hecho de que en algún punto debía ir a verle, pero no estaba lista para ver una lápida con su nombre, porque si lo hacía estaba dando por hecho que de verdad estaba muerto.




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