Eran la 01:30 a.m. cuando escuché la puerta, seguía despierta porque estaba viendo un k-drama. Al abrirla vi a Branwen, tenía una sonrisa de oreja a oreja, me miraba como miran los suicidas por las ventanas de un avión. Con anhelo y deseo. Lo invité a pasar, me abrazó y me dio un beso en la frente.
Sabía que había salido con sus amigos y por eso me sorprendió que apareciera en casa. Me quedé mirándole unos segundos, no podía negarlo, estaba super sexy. Se dio cuenta de que le estaba mirando los labios y esbozó una pequeña sonrisa traviesa.
Lo vi acercarse cada vez más hasta que me puso contra la pared. Su mirada recorría todo mi cuerpo, su respiración agitada y sus labios que me incitaban a pecar. Lo agarré del cuello y lo besé, introduje mi lengua para hacerme espacio y poder encontrar la suya.
Con ese beso le dije cuanto le deseaba, que moría porque me tocara, él no se quedó atrás y profundizó el beso, sus dedos recorrían mi espalda y con cada rose temblaba.
No podíamos parar, estábamos llenos de necesidad, cogí una de sus manos y la coloqué entre mis piernas, solía dormir con un suéter y sin bragas. Me mordió para suprimir su gemido, al notar lo mojada que estaba se separó y me miró de arriba abajo, como si me estuviera pidiendo piedad.
Le sostuve la mirada y volví a tomar su mano e introduje dos de sus dedos dentro de mi sexo. Justo en ese momento vi como sus ojos se nublaban e iba perdiendo la cordura y la razón.
Comencé a gemir, sin dejar de mirarle fijamente, deseaba ver cada una de sus expresiones, me miraba sin creer lo que estaba pasando delante de sus ojos. Sus pupilas se dilataron cuando sintió como mi mano se dirigía al bulto que se había formado en su pantalón.
Bajé la cremallera y le acaricié por encima de la ropa interior que ya se estaba mojando. Suspiró y lo tomé con una mano, empecé acariciarle por encima, mientras que mi otra mano subía y bajaba con un ritmo más intenso.
Editado: 15.11.2024