Estoy más nervioso que la primera vez que te besé, creo que se debe a que ahora me gustas mucho más que antes, le susurré mientras le mordía el lóbulo de la oreja. La sentía temblar pegada a mí y sus ojos estaban llenos de placer. Al fondo se escuchaba el k-drama que por obvias razones no iba a terminar de ver.
La escuché decir “eres una distracción”, yo sonreí y le mordí los labios. No podía parar de besarla y mover mis dedos que aun seguían dentro de ella. Me estaba volviendo loco y ella lo sabía.
—Eres una droga —le dije mientras la volvía a besar
—¿No te da miedo volverte adicto a las drogas?
—Para nada.
—No me hago responsable del resultado.
—Estoy listo para correr cualquier riesgo.
—Me volveré tu historia más bella y más hijoputa al mismo tiempo. Tienes que prepararte, recuerda que las drogas hacen daño.
Aun cuando intenté reprimirlo y controlar mis impulsos, sus movimientos se hicieron más intenso. Ahogábamos los gemidos con besos, la habitación se fue llenando de nosotros. Quería devorarla, la marcaria a tal punto que no pudiera olvidarse de mí.
Con cada rose le agradecía a la vida, estábamos tan consumidos por el placer que nos corrimos a la vez, pero ella seguía moviendo sus manos. Me quería matar y yo deseaba morir en sus brazos, rodeado de sus piernas y dentro de ella. Aun cuando ya no quedaba nada por sacar, me dejó sin aliento y con ganas de más, porque yo de esto nunca me iba a cansar.
Editado: 15.11.2024