Cuando Jean empezó con las preguntas, sabía que esta cena iba a terminar mal. A pesar de ser mi amigo no iba a permitir que le faltara al respeto a la mujer que quiero, intenté mantener la calma y no pararme para pegarle. Pero entonces vi a Kenna salir del lugar y me olvidé de todo lo demás. Me dirigí hacia Jean y le agarré del cuello, le aconseje que nunca más se volviera a meter con Kenna porque si no, no viviría para contarlo.
Salí detrás de ella casi corriendo para poder alcanzarla, mientras la escuchaba mi cuerpo temblaba de dolor e impotencia y aun cuando intentaba decirle como me sentía al respecto la voz y el aire me faltaban.
De tal modo que di un paso hacia ella y la abrasé acercándola más a mi cuerpo mientras acariciaba su pelo y le susurré —que te guste disfrutar del sexo no te hace una puta, simplemente no le tienes miedo a explorar. Por ende, no te vuelvas a llamar así delante de mí.
Sentía su cuerpo respirar como si intentara no llorar, yo solo quería sacarla de allí. Llevarme su dolor y curar todas sus heridas, quería que volviera a sonreír así que la tomé de la mano y salimos corriendo.
— Me gustaría llevarte a un lugar
— ¿A dónde? — respondió un poco agitada.
—Te llevare a ver los peces bailar.
—¿Eso significa que iremos a bucear?,¿A esta hora?
—No, iremos a ver a los fantasmas del mar en el desierto. Veremos a esos peces que sin importar la tempestad y sequedad nunca dejan de bailar.
Editado: 15.11.2024