Perdóname...

Capítulo 10

Cuando me aleje de ti me di cuenta de que era a ti a quien amaba, sentía celos al verte con la que sería tu esposa,  al ver que tú no te fijabas en mí, decidí terminar con aquel muchacho y buscarte, pero ya era demasiado tarde, estabas a punto de casarte, me acerque a la iglesia en la que te casabas dispuesta a no permitir que lo hicieras, pero al acercarme pude ver el rostro de felicidad de ella y pude verte a ti, tranquilo, sereno, feliz y no lo pude hacer, me aleje de aquel lugar y decidí hacer mi vida tal como lo vine haciendo hasta este momento, después de aquella ruptura, yo no volví a ser la misma.

— Pero… princesa por no me contaste lo que estaba pasando, todo hubiera sido más fácil en esa época, ¿no lo crees así? — pregunto Valentino mientras la abrazaba fuerte contra su pecho desnudo.

—Si— respondió ella muy quedo, pero de pronto lo alejo de sí con delicadeza para mirarlo a los ojos mientras le preguntaba — ¿Valentino, por qué decidiste casarte con ella? Yo no podía considerar que tan pronto me hubieras olvidado, que tan pronto dejaras de amarme.

—La verdad — confeso Valentino— cuando tú terminaste conmigo, conocí a Maritza,  fuimos presentados en una reunión de camaradería de la oficina, salí con ella un par de veces, pero no era nada serio, hasta que una noche muy borracho fui a buscarla, solo recuerdo que no pare de hablar de ti en toda la noche mientras ella me consolaba, luego paso aquello, tuvimos relaciones sexuales, la relación se fue poniendo cada vez más formal y se prolongó debido a que no quería lastimarla, tú ya estabas sola, pero era difícil decirle a ella que yo no la quería que nunca la había querido, además tenía miedo de estrellarme contigo,

Temía confesarte lo que sentía, que te extrañaba y luego un día estaba decidido a terminar con esa relación, pero ella me comunico que estaba esperando un hijo mío y yo, ya no pude negarle nada.

Todo este tiempo mi vida estuvo vacía, solo era feliz cuando tú estabas conmigo, yo sonreía cuando tú lo hacías, era feliz cuando tú lo eras y pensar que todo este tiempo estuviste aquí y yo no me daba cuenta, que tonto fui, de verdad que tonto fui.

—No digas eso Valentino, ambos estuvimos confundidos, pero lo mejor de todo es que te arriesgaste a pesar de lo que te había dicho, ahora te siento muy dentro de mí, no me arrepiento de lo que paso, la verdad es lo mejor que me ha pasado en la vida y si tuviera que hacerlo de nuevo lo haría sin pensarlo dos veces.

Ambos se sentían dichosos, no pensaban en nada, mientras caminaban en dirección a la casa, el viento frío de la noche había empezado a arreciar, y una fina llovizna comenzaba a mojar la arena,

Dentro de la casa, Luana se llevó una gran sorpresa al ver la mesa servida e iluminada a la luz de las velas, no podía creer que eso le volviera suceder, la primera vez que ella y Valentino estuvieron juntos, la recibió de la misma manera, como iba a poder olvidar la emoción que sintió la primera vez que hicieron el amor.

Gruesas lágrimas caían por su rostro mientras pensaba en el tiempo perdido, Valentino la saco de sus cavilaciones al darle un beso en el cuello, separo una silla y la acomodo, luego se sentó frente a ella y la observó como si nunca la hubiera visto, al percatarse que ella se ruborizaba, sonrió dulcemente tratando de calmar su nerviosismo.

—Creo que olvide algo, regreso en un momento.

Tino se levantó de la mesa y regreso con una botella de champán, la descorcho mientras la blanca espuma caía, por un lado, de la botella, sirvió dos copas lentamente.

—Brindemos por este maravilloso momento y por qué la magia que nos ha unido siempre este presente entre nosotros. Salud mi amor.

—Salud mi vida —Respondió Luana feliz.

Luego de cenar se sentaron en la puerta, conversaron de su futuro juntos, mientras miraban las estrellas, de pronto Luana recordó que en todo el día no se había comunicado con su madre y recién ahí se dio cuenta de que había dejado el celular en la oficina. Su madre debía estar muy preocupada, le comunico su inquietud a Valentino y este inmediatamente le presto el suyo, el cual había estado apagado hasta ese momento, llamo a casa de su madre, pero solo le dijo que no llegaría a casa debido a que tenía una reunión en casa de unas amigas, pero que al día siguiente le contaría todo.

Luego de devolverle el celular a Valentino, se recostó sobre su pecho mientras cerraba los ojos debido al cansancio del día y a las fuertes emociones, cuando estaba por quedarse dormida, Valentino la cargo para hacerla ingresar a la casita, la acostó en la cama mientras se sentaba a un lado para observarla dormir plácidamente, se sentía emocionado, feliz, estaba extasiado mirándola cuando el celular timbro, el sonido lo llevo a su realidad.

No se había comunicado con su casa y Maritza debía estar muy preocupada, sus hijas también estarían inquietas debido a que él no las había llamado en todo el día, pero tenía miedo de contestar, no quería que nada se interpusiera aquella noche entre ellos, quiso ser egoísta por un momento y apago el celular nuevamente.

Se paró frente a la ventana que daba al mar  y se quedó observándolo detenidamente, pero la suave mano de Luana, lo saco de su distracción, ella lo abrazo por la cintura juntando sus firmes pechos contra la espalda desnuda de él, mientras le repetía a cada momento que lo amaba, que no quería separarse de él nunca más, embargado de emoción Valentino la levanto en el aire mientras no paraba de besarla, ya en el lecho ambos hicieron el amor hasta casi el amanecer, Valentino despertó sobresaltado creyendo que todo había sido un sueño, pero al ver que ella estaba dormida a su lado, su corazón se tranquilizó.




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