Perdóname...

Capítulo 11

La abrazo con fuerza tratando de congelar ese momento tan dichoso, se veía tan linda cuando dormía, cuanto había extrañado esos momentos cuando se desaparecían para ir a algún lugar oculto donde poder amarse, nunca pudo olvidar lo apasionada que era ella al momento de hacer el amor.

Luana despertó y al verlo sonreír no le quedó otra cosa que sonreír también, miro la hora y al percatarse que eran casi las siete de la mañana se levantó de un brinco debido a que debía presentarse a trabajar, además su falta del día anterior no tenía justificación, que estaría pensando Nicolás de su ausencia, tenía que pensar en la forma de justificarse. Lo había dejado embarcado con la presentación de los planos a los nuevos clientes.

El camino de regreso estuvo demasiado tenso y silencioso, Valentino permanecía callado, no había pronunciado una sola palabra desde que salieran de la casa de la playa, Luana iba tomada de su mano, acariciándole el cabello por ratos y repitiéndole que lo amaba muy quedo al oído, pero Valentino no podía olvidar el mensaje del contestador telefónico, su tía lo había llamado cerca de las 3 de la mañana y había dejado un mensaje diciéndole que habían internado a Maritza y que debía acercarse al hospital, no sabía cómo actuar, su corazón y su conciencia se debatían en ese momento, quería quedarse con Luana, pero la razón le indicaba que debía estar con la madre de sus hijas, sabía que si se quedaba con Luana nunca se lo iba a perdonar.

Maritza no sería el amor de su vida, pero había sido la mujer que lo saco del abismo donde se encontraba, gracias a ella era padre de unas gemelas preciosas que eran su adoración.

Al llegar cerca de la casa de Luana, se detuvo y la miro fijamente a los ojos, mientras ella lo miraba confundida, tenía temor de preguntar, había algo en el aire que la inquietaba desde que salieran de Chancay, finalmente se atrevió a susurrar.

— ¿Sucede algo, mi amor?

—No, Dijo él secamente, pero luego rectifico, --si Luana - murmuro mientras miraba fijamente el camino, — recibí un mensaje en mi contestador, Maritza fue internada de emergencia en el Hospital de Neoplásicas, al parecer tuvo una recaída por efectos de la quimioterapia.

Luana quedo muda al escuchar lo que le decía Valentino, había olvidado por completo que él estaba casado y que su esposa estaba gravemente enferma, su corazón latía desesperadamente, mientras su razón se negaba a creer lo que estaba escuchando.

—Comprendo — respondió Luana esforzándose por contener las lágrimas que estaban a punto de brotar de sus ojos — comprendo — volvió a repetir, tratando de grabarse esas palabras para poder dejarlo ir —sé que ella y tus hijas te necesitan, ve con ellas, yo siempre te estaré esperando —Respondió mientras unas lágrimas rebeldes brotaban de sus ojos —  yo, me quedo aquí, no te preocupes — susurro mientras apretaba fuertemente las manos dentro del bolsillo del saco.

Valentino tratando de sobreponerse y entendió que ella estaba haciendo un gran esfuerzo al dejarlo partir, en silencio detuvo el auto a unas cuadras de la casa de ella, la miro partir mientras recibía una llamada de su tía nuevamente.

— ¿Querido, donde te encuentras? Necesitamos que vengas urgentemente al hospital, ¿no recibiste mi mensaje? — pregunto ansiosa su tía

—Si tía ya estoy en Lima, estoy camino al hospital.

—Gracias a Dios, hijito, no sabes lo preocupada que estaba, pensaba que algo malo te había pasado, ¿Dónde has estado Valentino?

—Luego te cuento tía, hablamos cuando llegue al hospital, ¿sí?

—Está bien, está bien, ven lo más pronto que puedas, por favor.

— ¿Tía dónde están las niñas?

—No sabía con quién dejarlas y las deje en casa de la mamá de Luana.

— Pero tía, como hiciste eso — replico el angustiado pensando en cómo se pondría Luana al llegar a su casa y verlas ahí.

—Lo siento hijo, pero no había con quien dejarlas, solo será hasta que yo regrese a la casa y me las pueda llevar conmigo.

—Está bien tía, nos vemos en un rato.

Valentino no podía creer que sus hijas estuvieran en casa de Luana, que opinaría ella al verlas, no podía creer como se estaba complicando todo, acelero lo más que pudo mientras creía que era su culpa el que Maritza se pusiera mal, seguramente despertó y al no verlo junto a ella se intranquilizó «Dios no me lo voy a perdonar nunca si algo le pasa» se repetía a cada momento, al fin llego al hospital en recepción le esperaba su tía, juntos fueron donde el médico que la estaba atendiendo.

—Doctor, dígame que es lo que está pasando por favor, no me oculte nada. — Inquirió desesperado.

—Señor Dávila, su esposa tuvo una grave crisis, su cuerpo no aguanto la última quimioterapia, y necesita con urgencia una transfusión sanguínea, para tratar de salvarle la vida, hemos hecho todo lo humanamente posible para mantenerla con vida hasta que llegue la sangre para la transfusión, pero lamentablemente el tipo de sangre que tiene su esposa es muy raro y no se halla en el banco del hospital, se necesita por lo menos a tres donadores para poder realizar la transfusión.

—Trataré de conseguir la sangre para mi esposa — respondió él—  pero por favor doctor trate de hacer lo imposible para mantenerla con vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.