Perdóname...

Capítulo 13

Valentino había ido a recoger a sus hijas, quería ver por última vez a Luana y despedirse de ella, estaba sumamente avergonzado con ella, pero no se arrepentía de las horas que paso con ella en sus brazos y amándola como un loco. Ella siempre sería el amor de su vida, cuando escucho los gritos histéricos de Luana, dejo a sus hijas en la sala y subió corriendo las escaleras en dirección a la habitación de ella.

Las lágrimas cayeron por sus mejillas al ver a una Luana hecha una bolita en un rincón de la habitación, llorando en forma descontrolada y arañándose los brazos con desesperación, grandes marcas surcaban sus extremidades, algunas aun filtrando sangre y otras solo líneas rojas, Jamás en todo el tiempo que estuvieron juntos la había visto de ese modo, corrió a su lado y la abrazo con fuerza mientras le repetía, estoy aquí, calma por favor, estoy aquí.

Doña Carmen, vio en cámara lenta como él abrazaba a su hija y como esta se agarraba con fuerza a su cuello, mientras respiraba de manera entrecortada, no había tenido ni tiempo para llamar al médico, la puerta se abrió de par en par y entro Nicolás seguido del doctor Avalos, Valentino levanto la vista cuando vio a dos intrusos ingresando a la recámara como si fueran dueños del lugar, una rabia sorda se instaló en él al darse cuenta de que uno de ellos era quien le robara el corazón de Luana, la abrazo con fuerza como si temiera que se la fueran a arrancar de su lado.

—Soy el doctor Avalos, permítame sedarla o seguirá lastimándose —le dijo tranquilamente, mientras le mostraba una jeringa con un líquido transparente.

Valentino permitió que el doctor se acercara y la inyectara, poco a poco ella fue tranquilizándose, mientras lo miraba aún con lágrimas en los ojos.

—No me dejes, por favor, no te vayas —le rogó mientras se quedaba dormida en sus brazos y poco a poco se quedaba laxa.

—Pueden traerme el botiquín, por favor – Dijo Valentino sin quitar la vista de encima de las lesiones de ella, Nicolás se le acercó con el botiquín, Recibió el botiquín y curo las heridas con gran delicadeza, le dio un beso en los labios y se levantó, mientras se preguntaba por qué ese tipo llego con el médico, Que le daba la autoridad de ingresar a la habitación de Luana y porque el médico le daba las indicaciones a él. Toda esa situación le confundía y le molestaba sobremanera.

Miro a los que estaban presentes y salió sin emitir una sola palabra, doña Carmen lo siguió; sabía que tenía que dar muchas explicaciones, aunque dudaba que él se las mereciera.

Valentino se sentó en un banco cerca del mesón de la cocina y espero a que doña Carmen se decidiera a hablar.

—Como empiezo — dijo con la cabeza baja.

—Por el principio —rugió Valentino —, ¿desde cuándo esta Lu enferma? Y porque nadie me lo dijo antes.

—La primera crisis se presentó una semana antes de tu matrimonio, ella fue a buscarte, pero te encontró, le abrió la puerta tu novia en ese entonces, no sé de qué hablaron solamente sé que ella llegó mal a la casa, no paraba de llorar, Nicolás llamo al doctor Avalos y la sedaron, todo parecía ir tranquilo, hasta que llego tu boda, ella vio cuando te casaste y cuando regreso a casa, regreso como si estuviera muerta en vida se acostó y mientras yo estaba en la cocina oí unos gritos subí a verla y la vi lastimándose tal y como la encontraste hoy.

—¿Pero ¿qué es lo que tiene?

—Ha sido diagnosticada con trastorno límite de personalidad hace ocho años, pensamos que ya todo estaba bien, pero el encuentro contigo ha servido como detonador nuevamente. Espero que entiendas que si no puedes estar en su vida es mejor que te alejes de ella, bastante sufrió con todo este tema. Y no creo que sea justo ni para ella ni para tu esposa.

—¿Por qué nunca me dijo que ella estaba mal?

—Lu me lo prohibió y aun así fui a buscarte, pero tu esposa me corrió, me dijo que los dejara en paz y que tú eras muy feliz con ella, que estaban saliendo de luna de miel en ese momento y por los caprichos de mi hija, tú no tenías por qué verte afectado. Que ya Luana te había hecho demasiado daño y que era hora que te dejáramos en paz.

—¿Ella dijo eso?

—Así como lo escuchas, ella no solo dijo eso, también dijo que tú y ella estaban juntos desde antes que Luana y tú terminaran. No me quedo otro remedio que retirarme y volver al hospital, Gracias a Dios con la ayuda de los médicos y de Nicolás, Luana fue recuperándose.

Valentino estaba en silencio mientras asimilaba lo que doña Carmen le estaba contando, no podía creer que su esposa fuera esa clase de persona. Pero ya nada podía hacer, ella estaba grave y él tenía que estar a su lado, así no quisiera.

—Gracias por haberme dicho la verdad, debo retirarme y volver con mis hijas, gracias por haberlas cuidado y disculpe si ocasione todo esto nuevamente, no volveré a acercarme a Luana nunca más. Se lo prometo.

—Espero que cumplas tu promesa. Mantente alejada de ella, por favor. Es lo mejor que puedes hacer mientras continúes casado.

—Solo prometa algo, si necesitan cualquier cosa, lo que sea, avísenme, estoy dispuesto a mover cielo y tierra por ella. Doña Carmen, Luana, es y será siempre el amor de mi vida.

—Lo sé Valentino, quédate tranquilo, cualquier cosa te estaré informando, únicamente mantente alejado.




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