Perdóname...

Capítulo 16

—¿Cuándo?

—Cuando me entere de que estaba embarazada.

—¿Cuándo fue eso?

—Ayer fui a tu casa y tu novia me atendió, me dijo que no te buscara más, que ustedes pronto se casarían y que yo solo era un estorbo para tu felicidad.

—¿Ayer? —Pregunto Valentino mientras la cogía por los hombros con un poco de rudeza.

—Si Valentino ayer, ¿ella te dijo que fui a buscarte? —Respondió Luana, aunque su voz sonaba rara debido a la medicación.

—No, nadie me dijo nada —Respondió Valentino, asustado porque pensaba que Luana estaba perdiendo la razón.

—¿Entonces por qué estás aquí?

—Vine a verte, porque me enteré de que estás enferma.

—Yo no estoy enfermo Tino, solamente embarazada. Mi mamá dice que el embarazo no es una enfermedad.

—Amor, descansa, debes dormir para poder recuperarte pronto, ¿sí? —Replico él con un nudo en la garganta.

—Está bien mi amor, pero no te vayas, no vuelvas a dejarme sola, por favor.

—No cariño, aquí estaré para cuando despiertes.

Luana volvió a quedarse dormida con la mano de Valentino debajo de su mejilla izquierda. Él esperó un poco antes de levantarse en silencio, lo que ella había mencionado sobre el embarazo lo había sacudido por completo. Luana ¿embarazada? Eso era imposible.

Carmen lo miraba desde el marco de la puerta, había escuchado a su hija contarle sobre su embarazo, su corazón se contrajo de dolor cuando recordó aquella etapa tan lamentable en la vida de su hija.

Espero que Valentino le preguntara sobre lo dicho por su hija, pero este, solamente, le dijo que volvería, que arreglaría todo con su esposa en el hospital y regresaría para ver como continuaba.

Carmen no dijo nada, que más podría decir si sabía cuánto él amaba a su hija.

Un tiempo después, Valentino llego al hospital, busco al médico para preguntarle cuál era el diagnóstico de su esposa.

—Doctor Quezada, ¿cómo está mi esposa?

—Señor Ordóñez, su esposa se encuentra en estado crítico, urge una transfusión sanguínea y como usted ya sabe no hay ese tipo de sangre en el hospital, estamos tratando de mantenerla con vida, pero necesitamos esa sangre a más tardar en unas dos horas, es necesario que usted se movilice ya.

El doctor se fue y dejo a Valentino sumamente preocupado, ya no sabía qué hacer, había publicado en todas sus redes sociales que necesitaba el tipo de sangre O negativo y aún no había conseguido nada.

Su celular sonó, lo miro y vio que era su asistente el que le estaba llamando.

—Señor Ordóñez, necesito que firme unos documentos, es urgente, ¿podría acercarse a la empresa? Hoy día debemos presentar el expediente de la licitación, de otra manera perderemos esta oportunidad, sé que usted está muy ocupado con el problema de su esposa, lamento tener que molestarle con este tema, pero si no fuera tan importante no lo estaría molestando.

—Jimmy, no te preocupes, pero no puedo acercarme a la oficina, estoy en la Clínica mayo, ¿puedes mandarme al mensajero con los papeles que debo firmar?

—Sí, señor, enviaré a Óscar con los documentos, ¿puedo ayudarle en algo más?

—Si pudieras conseguirme sangre tipo O negativo, te estaría eternamente agradecido —Respondió Valentino burlándose de sí mismo.

—Veré que puedo hacer —respondió el asistente muy rápidamente.

Valentino sonrió, su asistente siempre era así de eficiente, pero temía que en esta oportunidad de nada serviría su eficacia.

Paso una hora y media donde Tino había llamado a varios contactos en los medios de comunicación, la solicitud había sido emitida en varios canales de noticias, pero aún no había resultados.

Daba vueltas y vueltas fuera de la habitación de Maritza, preocupado cuando escucho que lo llamaban de recepción, apresurado salió, seguramente era Óscar con los papeles para firmar.

Al salir le pareció extraño no divisar a Óscar, pero más extraño le pareció ver a Nicolás con un sobre conversando con la recepcionista de la clínica.

—Soy Valentino Ordóñez, me pidieron que me acercara a recepción.

—Señor Ordóñez, este señor lo está esperando —le dijeron mientras señalaban a Nicolás.

—Nicolás, ¿me estás buscando? — pregunto incómodo —¿Luana está bien? ¿Le sucedió algo? ¿Está ella aquí? —dijo esto mirando hacia todos lados en busca de ella.

—No, señor Ordóñez, Luana no está aquí. Mi presencia se debe a otra situación. Traje los documentos para que firme y, por otro lado, yo tengo el tipo de sangre que usted está buscando.

Valentino se quedó estupefacto con la noticia, pero de inmediato reacciono y comenzó a caminar apresuradamente.

—Sígueme por favor. Vamos a la sala de donación.

Nicolás lo siguió, mientras se preguntaba por qué carajos había ido, esa mujer no merecía ser salvada después de todo el daño que le había causado a su amiga. Pero no podía con su generosidad.

Movió su cabeza tratando de pensar en que si Luana supiera que se necesitaba de esa sangre, ella misma le hubiera rogado ser donador.

Una enfermera lo recibió, lo hizo pasar a la sala y luego le saco sangre para confirmar que el tipo de sangre sea el correcto.

Después de los exámenes de rigor lo llevaron a la sala donde se encontraba Maritza, lo acostaron en una camilla a su costado y empezaron con el procedimiento de transfusión sanguínea.

Luego de una hora dentro de esa sala, todo termino y pudo al fin levantarse, pero al hacerlo muy rápido se sintió mareado y tuvo que ser ayudado por la enfermera de turno, que le coqueteaba mientras lo sostenía y le ayuda a recostarse nuevamente.

Él había autorizado a que le sacaran quinientos mililitros de sangre, a pesar de que en un principio tanto la enfermera como el doctor se opusieron. Pero él era más terco que ellos y se salió con su gusto.

Media hora después pudo salir y se encontró con Valentino en la puerta.

—Muchas gracias Nicolás, cualquier cosa que necesites me la puedes pedir, sea lo que sea.




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