Perdóname...

Capítulo 18

Carmen lloraba en una esquina de la habitación, todo se repetía de nuevo, ya había visto de esa manera a Luana, cuando perdió el hijo que esperaba de Valentino. Hoy tendría que confesarle al muchacho lo ocurrido hace ocho años.

Valentino abrazaba a Luana mientras esta seguía llorando desconsoladamente pidiendo que salvaran a su bebe. Julieta hablaba por teléfono, luego regreso y le aplico una inyección nuevamente a Luana, era necesario sedarla nuevamente.

Poco a poco Luana volvió a quedarse dormida.

—¿Qué es lo que le está pasando?

—Parece que ha retrocedido en el tiempo.

—¿Retroceder en el tiempo? ¿Por qué dices esto?

—Está recordando el aborto espontáneo que tuvo el día de la crisis de hace ocho años.

—¿Estuvo embarazada en esa época?

—¿No lo sabías?

—No, no lo sabía. ¿Carmen el niño era mío?

—¿De verdad lo estás preguntando Valentino?

—Te recuerdo que ella me abandono y empezó a salir con ese tipo Nicolás.

—Lo sé, disculpa. El hijo era tuyo.

—¿Cómo perdió al niño?

—Ese día, ella fue a tu casa, tu esposa, bueno, tu novia en esa época la atendió y le dijo que ya no te buscara más. Insulto a mi hija y la echo de tu casa, no sin antes darle un empujón, aun sabiendo que Luana estaba embarazada, ella se lo había confesado, pensando que la entendería.

—No es posible, Maritza no es ese tipo de persona.

—Luana se golpeó contra la punta de la mesa que está a la entrada de tu sala, golpeo su vientre, ya cuando llego a la casa se comportaba de manera extraña, la acosté sin saber lo que estaba pasando, cuando empezó a gritar y corrí a verla estaba envuelta en sangre, la llevé de emergencia al hospital y me dijeron que ya nada podían hacer, había perdido al bebe.

Valentino abrazo con más fuerza a Luana mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, habían perdido un hijo y él, sin saber lo que estaba pasando, se había ido a un viaje de negocios dejando suspendida la luna de miel con Maritza. Si hubiera estado en casa, seguramente su hijo aún seguiría vivo y Luana no se encontraría en esa situación.

Salieron de la habitación, dejando dormida a Luana, esperando que al amanecer ella se despertaría más calmada y con sus recuerdos en orden.

—¿Carmen por qué Luana no me menciono nada de esto?

—No te dijo nada, porque ella no recuerda lo sucedido, su mente ha olvidado ese suceso. —Respondió Julieta. —Su mente ha preferido olvidar para que pueda seguir adelante. Te aconsejo que no le comentes nada hasta que ella misma recupere ese recuerdo, de otra manera no puedo responder por su estabilidad emocional.

—Está bien, no diré nada.

—¿Puedo quedarme Carmen?

—No creo que sea conveniente, pero si pasa algo te llamaré. ¿Está bien?

—Muy bien, no te olvides de hacerlo, sea la hora que sea. Voy a ver a mis hijas y a informarles que su mamá está mejor. Nos vemos.

Valentino se retiró dejando a las damas mirándose la una a la otra.

—¿Por qué no le dijiste la verdad? —Dijo Julieta

—No considero que haga falta, esa mujer ya está pagando todo el daño que le causo a mi hija. Dios me perdone, pero todo lo que se hace siempre se paga.

—Pero esa mujer es como la mala hierba, no hay cuando arrancarla, siempre se salva. —Respondió Julieta mientras fruncía los labios con coraje. —maldita mujer, si no hubiera sido por ella, Luana no hubiera

tenido que haber sido internada por tanto tiempo.

Valentino miró con ternura a sus hijas mientras estas dormían, no podía arrepentirse de nada de lo que había hecho hasta ahora, porque hacerlo significaba que se arrepentía de tener a sus hijas, y eso era imposible, las adoraba.

¿Cómo sería su pequeño si viviera?, ¿se parecería a él o a su mamá? Esas serian unas preguntas que jamás podría responder, cerró los ojos con firmeza y luego de la habitación.

Esa noche le costaba dormir, daba vueltas y vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, cada que cerraba los ojos, veía a Luana indefensa y gritando hasta quedarse sin voz, sintió rabia consigo mismo, por no haber estado con ella.

¿Pero cómo iba a saberlo?

Quería llamarla ´por teléfono, hablar con ella hasta quedarse dormido, como cuando eran más jóvenes, quería decirle que la amaba más allá de la vida, más allá de la muerte. Su vida era una completa oscuridad llena de agonía. Miro a través del tiempo, a través de los años transcurridos y se dio cuenta de que su vida era una completa mentira, se había resignado a perderla, no había luchado, se dejó vencer. También era su culpa todo lo que había pasado.

Tenía todo lo que quería, pero al final nada era tan importante como sus hijas y Luana.

Se sentó al borde de la cama, y miro a través de la ventana en dirección a la casa de su amada, quería salir corriendo y meterse en su cama, abrazarla y quedarse junto a ella, dormir a su lado y despertar a su lado.

Su corazón latía de manera apresurada ¿Cómo estará? Se preguntó, reviso su celular y no había llamadas, eso quería decir que aún seguía durmiendo debido al calmante.

Volvió a acostarse pensando en que Luana estaba a su lado, pero esa idea era estúpida, la había perdido hace mucho tiempo. Ese era un sueño inútil, todos sus deseos no podrían realizarse, él estaba casado y el matrimonio según sus principios era para toda la vida.

Eran las dos de la mañana cuando su celular sonó, atendió medio adormilado.

—¿Valentino?

—Carmen, ¿sucedió algo?

—Se despertó y no deja de llamarte, ¿podrías venir por favor?

—Me cambio y voy de inmediato, espérame en la puerta.

Valentino se puso un chándal deportivo y una casaca y salió con prisa para la casa de Luana, no sin antes avisar a su tía que saldría.

Llego a la casa de Luana, Carmen lo esperaba en la puerta envuelta en una cobija. Él pidió permiso y subió las escaleras de dos en dos mientras se escuchaba los sollozos de Luana y el sonido agitado de su propio corazón.




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