Carmen suspiró profundamente antes de decidir si le diría la verdad a su hija o la ocultaría. Su mente era un caos ¿Cómo tomaría ella esa información? ¿Recordaría que paso una noche con él hace tan solo unos días?
—Hablaba con Valentino. —Respondió sin mucha fuerza mientras observaba la reacción de su hija.
—¿Con Valentino? ¿Y por qué te llamo? ¿Desde cuándo ustedes dos se comunican? — pregunto Luana entre sorprendida y curiosa.
Al ver que no había reaccionado mal, pensó en decirle algo más de la verdad que ya no quería seguir ocultando.
—Cuido a sus hijas cuando doña Tulita y la madre de las niñas van a las citas con el oncólogo. ¿Recuerdas que te dije que ella está enferma?
—No, no recuerdo —Contesto la chica tratando de recordar el momento en que su madre le había contado esta noticia, pero por más que lo pensó no lo recordaba.
Carmen soltó el aire que sin darse cuenta había estado conteniendo. Temía que su hija se alterara o que con esa información recordara el porqué de su crisis.
El auto se quedó en silencio, Luana se recostó nuevamente contra el respaldar del asiento y empezó a mirar por la ventana, su mente se perdió por un instante, en la radio se escuchaba una canción que le hizo recordar a Valentino, una gruesa lágrima corrió por sus mejillas, se sentía muy triste y no comprendía por qué. Hace tanto tiempo que no sabía de él y no entendía por qué le llegaron esos recuerdos como si los hubiera vivido hace muy poco tiempo.
Cerro los ojos con el fin de alejar esos pensamientos, tenía que estar cuerda, su mamá la necesitaba y el pequeño Alex, también, no podía dejarse llevar por una crisis nuevamente.
—¿Mamá tienes mi medicina de rescate? —pregunto apenada, hacía más de dos años que no las necesitaba, pero hoy sentía la necesidad de sentirse segura, no podía fallarles y necesitaba de toda su fuerza para seguir adelante.
—Toma — le dijo su mamá mientras le alcanzaba una pequeña pastilla y una botella con agua —Siempre tengo una a la mano por si se presenta una emergencia.
—Gracias mamá, sé que siempre puedo confiar en ti.
Carmen sintió su corazón desgarrarse, se sentía culpable por tantas cosas y no sabía cómo iba a terminar todo. Estaba metida en un gran problema, su cuerpo empezó a temblar ligeramente por el miedo que le producía el que su hija tuviera una recaída.
Luana seguía mirando por la ventanilla, cada vez estaban más cerca de casa, los autos pasaban y pasaban, ¿Cómo se habría sentido Alex al momento del accidente?, su corazón se estrujó al pensar en ese pequeño niño que era su adoración, tan solo en ese albergue, con personas que no conocía.
—Mamá, no le va a pasar nada a Alex, ¿no? Dicen que en esos centros abusan de los pequeños, yo no quiero que le suceda nada malo, me moriría si llegaran a lastimarlo, lo he visto crecer mamá, lo siento como si fuera hijo mío.
—No, hija tranquilízate, él estará bien, mañana iremos para traerlo a casa, todo saldrá bien, ya verás. — Replico Carmen tratando de mantener su angustia a raya
—Dios te oiga mamá, estoy muy preocupada de que algo malo suceda y no quieran entregárnoslo.
—No tendrían por qué oponerse, somos familia.
—¿Pero los papás de Virginia no querrán quedarse con el niño?
—No creo, la desheredaron cuando se casó con Pablo, su madre me dijo un día que ella no tenía hija y mucho menos una que se había casado con un pobretón,
Luana recordó que su prima se escapó con Pablo para poder casarse y aun así su padre la encontró y se la llevo fuera del país, Pablo como loco fue a buscarla a España que era donde la habían mandado, luego regresaron al país y pidieron una orden de alejamiento y restricción en contra de los padres de ella.
Fue en ese momento que sus padres la sacaron de la familia y la dejaron a su suerte, al final fue lo mejor, después de eso su prima fue más feliz al lado de su esposo y de su pequeño.
Y ahora todo estaba perdido, la familia del pequeño había muerto, pero algo le decía que no sería tan fácil hacerse con su custodia.
Cerro los ojos y se quedó dormida, pero en sus sueños vio a Valentino, acostado a su lado mientras la pegaba a su pecho, diciéndole que la amaba más que a su vida y nunca más volvería a separarse de ella, el sueño cambio nuevamente y vio a una mujer empujándola contra el borde de una mesa provocando que sangrara profusamente, se cogió el vientre con ambas manos mientras sentía que la cadera se le partía y la sangre corría por el medio de sus piernas, un gran charco se había formado en el piso.
Escuchaba llantos y gritos a lo lejos, luego Valentino estaba a su lado abrazándola y pidiendo perdón por haberla dejado sola, él lloraba profusamente, pero esa mujer se aparecía y se lo llevaba sin importar que ella estaba llorando por la pérdida de su bebe.
Despertó asustada y gritando que su bebe había muerto.
—Luana despierta hija, estás teniendo una pesadilla.
—Mamá, era tan real —Dijo la chica mientras sollozaba y sus ojos se ponían rojos por las lágrimas a punto de caer, sentía su cuerpo sudoroso por el terror que le causo esa pesadilla que parecía tan real.
Carmen, abrazo a su hija mientras acariciaba su cabeza, escucho los gritos y se imaginó que en sueños recordaba lo que le había sucedido.
Le dolía ver a su hija sufriendo tanto en este momento, pero esperaba que al momento de abrir sus recuerdos todo volviera a su lugar, que todo volviera a cómo debería haber sido.
—Señoras llegamos —dijo el conductor mientras detenía el automóvil frente a la puerta de la casa.
—Muchas gracias — dijeron mientras realizaban el pago por medio del aplicativo.
Ya estaba anocheciendo cuando llegaron, el cielo estaba de un naranja maravilloso, Luana se quedó observando y luego saco el celular para fotografiar la puesta de sol.
—No has perdido esa costumbre —le dijeron.
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Editado: 16.02.2023