Perdóname...

Capítulo 23

—¿Cómo están? Buenas noches —Dijo la pareja al ingresar.

Valentino se levantó de inmediato y saludos a los recién llegados, con un abrazo al varón y un beso en la mejilla a la mujer.

—Pasen por favor, tomen asiento —Les dijo de una manera muy cómoda como si él fuera el dueño del lugar.

Luana hizo una mueca que trato de que sea imperceptible, pero no pasó desapercibida para Valentino.

—Daniel, seguro recuerdas a Luana y a su madre, doña Carmen.

—Claro que sí, ¿Cómo estás Luana? ¿Cómo le va doña Carmen? — Respondió Daniel mientras se acercaba a ella y les daba un beso en la mejilla.

—Doña Carmen, Luana, ella es Diana, la esposa de Daniel. —Ella solo hizo una mueca como saludo, se sentía incómoda en la casa de esas mujeres, se sentía una traidora, no entendía como Daniel podía aceptar tan fácilmente a esa mujer que tanto daño le había hecho a Maritza, su pobre amiga que estaba en un hospital en ese momento mientras su vida dependía de un hilo. Quería marcharse, pero su marido presionó su mano suavemente, para que se calmara.

—Bueno, aquí estamos, ¿para qué soy bueno? —Dijo Daniel, mientras Luana soltaba una leve risa, recordando cómo era él hacía unos años atrás.

—Daniel, me comento Valentino que tú eres su abogado, y que tal vez podrías asesorarnos en un tema de familia.

—La verdad, yo me especializo en derecho corporativo – mercantil, mi esposa Diana se especializa en temas de familia. Por eso la invité a venir conmigo.

—¿Carmen podrías explicarle a Diana, lo que está pasando? — Indico Valentino.

—Señora Diana, gracias por venir. Hace unos días mi sobrina y su esposo murieron en un accidente de tránsito, su auto choco cuando regresaban a Lima, en el auto también venía su hijo de siete años, el cual a quedado huérfano.

Carmen se secó una lágrima y continuo.

—Me llamaron del hospital porque yo era la persona de contacto en caso de alguna emergencia. Nos indicaron que el niño se encontraba con ellos y que estaban buscando a los familiares para entregárselo. Lamentablemente, llegamos una hora tarde y ya servicios sociales se había llevado al niño a un albergue para menores.

Diana no quería interesarse en el caso, pero al pensar en un niño tan pequeño y llevado a un albergue conmovió sus fibras más sensibles, ya que ella había sido una vez una niña abandonada y si no hubiera sido por sus padres adoptivos no podía ni imaginarse que es lo que hubiera sido de su vida.

—Hay algo más que deba saber — pregunto de manera seria.

Carmen miró a Luana y esta le movió la cabeza en señal de conformidad.

Mi sobrina es hija de los Cisneros Rivadeneira, los dueños de las cadenas de tiendas por departamentos Stonged.

—Oh, ¿ustedes creen que ellos quieran quedarse con el niño?

—La verdad no lo sé, ya que ellos la desheredaron cuando se casó con Pablo Tapia.

—¿El periodista de Investigación? —Pregunto Daniel sorprendido.

—Así es, ese periodista.

—¿Hay algo más que necesite saber?

—Alex es adoptado, mi sobrina nunca pudo tener hijos. Y Luana es su madrina, Virginia estaba viniendo a Lima para que Luana firmara un documento en el que se haría cargo de Alex si algo les sucedía.

—¿Y por qué estaban tomando esa decisión?, ¿estaban siendo perseguidos?

Carmen calló por un momento no quería asustar a Luana, con lo próximo que iba a decir.

—Su padre quería quitarle al niño, para que él y su esposa lo criaran. Ellos no saben que el niño no era hijo de Virginia. Así que asumo que no será tan fácil sacar al niño del albergue si ellos se entrometen,

—Tienen el borrador del documento que debía firmar Luana.

—Tengo el borrador en un mail que me envió Pablo. En ese mail también me dice a qué notaria deberíamos acercarnos, ya que iban a llegar por la mañana y la cita era a las diez.

—Bueno, debemos acercarnos a esa notaria y confirmar que ya tienen los papeles ahí o buscar al abogado que los estaba asesorando.

—Ese dato no lo sabemos.

—Bueno, no tenemos tiempo para mucho mañana, tenemos que estar a las ocho en el albergue y ver qué podemos hacer para sacar al niño de ese lugar.

—Muchas gracias Diana —Dijo Luana mientras le daba la mano en señal de agradecimiento. —No me agradezcas lo hago por el niño, no lo hago por ti, te soy sincera, no me caes bien por todo el daño que les has causado a mi amiga.

—¿Amiga? ¿Cuál amiga?

—Maritza, la esposa de Valentino, es mi amiga.

—¿Pero, que daño le he causado yo? — Replico Luana — No conozco a tu amiga y a su esposo, es la primera vez que lo veo en ocho años. No sé en qué momento le he causado daño.

—Tú sabrás —Dijo Diana profundamente molesta. —Daniel vámonos a casa, — y mirando a las dos mujeres que estaban sorprendidas por el ataque les dijo— mañana nos encontramos temprano en el Albergue, por favor sean puntuales. Adiós.

Daniel las miro con pena y les pidió disculpas en silencio mientras tomaba a su esposa por la cintura y se la llevaba fuera de la casa.

—Valentino, gracias por todo, pero te agradecería que no vuelvas a acercarte a mí, no quiero que crean que soy culpable de algo de lo que ni siquiera sé.

—Lo lamento Luana, no fue mi intención que pasaras un mal rato, hablaré con ella y le explicaré que, entre tú y yo, no hay nada.

—Te agradeceré que aclares ese malentendido, no quiero que mi honor sea pisoteado por nadie. —mencionó de manera orgullosa mientras subía las escaleras y se dirigía a su dormitorio.

—Carmen ¿Qué le sucede a Luana? —pregunto Valentino, intrigado y confundido.

—Salgamos afuera y te explico.

Carmen salió con Valentino hasta la puerta de la calle y se detuvo mirando hacia la habitación de hija.

—Luana, olvido todo lo sucedido contigo, antes y después de la crisis, es más ni siquiera recuerda haber visto a tus hijas.




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