Perdóname...

Capítulo 26

Luego de salir del albergue para menores se fueron inmediatamente a la clínica, Luana estaba sumamente indignada por lo que le había sucedido en el rostro al pequeño, quien iba sentado en su pierna mientras la abrazaba con fuerza.

Su rostro mostraba la preocupación que sentía, de tanto en tanto miraba al pequeño Alex que se estaba quedando dormido sobre sus faldas. Su corazón se contraía cada vez que veía su pequeño rostro morado y lastimado por el golpe que había recibido, no entendía la crueldad humana, ¿por qué ensañarse con un pequeño niño?, un niño que de la noche a la mañana lo había perdido todo.

Suspiro hondo, ella nunca permitiría que volviera a pasarle nada, él era como su hijo, si alguna vez quedara embarazada le gustaría tener un pequeño igual a Alex, ella lo conoció cuando apenas tenía tres meses y se encariñó con ese pequeñín, muchas veces había dormido con ella y por eso es que él siempre la llamaba mamá Lu.

Cada que viajaban sus padres, ella se quedaba con el niño, nunca pensó que algo tan terrible pudiera llegar a sucederle.

—Diana, ¿nos acompañarás durante la revisión de Alex? — pregunto inquieta Luana.

—Claro que sí, estoy enviando un mensaje a un amigo que es médico legista, para que nos espere en la Clínica Mayo, necesitamos que él corrobore, el estado de salud en que nos entregaron al pequeño.

—Muchas gracias Diana, no sabes cuánto me alegra que podamos contar contigo.

—No me agradezcas nada, aún tenemos cosas por hacer.

—Señorita Diana, no olvide indicarnos cuanto será sus honorarios para poder cancelarlos.

—Hablaremos de eso, señora Carmen, cuando resolvamos todo el asunto concerniente a la adopción. Recuerden que debemos encontrar la notaria donde estaba el documento donde se estaba tramitando la tutela en caso de muerte de los señores Tapia-Cisneros.

—Lo sabemos, ya saqué la cita para reunirnos con el notario, la tenemos para las cinco de la tarde del día de hoy.

—Excelente entonces, terminemos con los trámites médicos y legales y nos vamos para allá. — Dijo Diana mirando al frente mientras su celular sonaba. —Disculpen debo contestar esta llamada.

—Diana, ¿Cómo les fue?, ¿está todo bien? Acuérdate que, si hay algún gasto, los asumiré yo, solo apóyalas en todo lo que necesiten.

—¿Estás seguro de lo que dices? — respondió, está molesta.

—Sí, tenemos que reunirnos lo más pronto posible porque necesito aclararte algunas cosas. Ya luego entenderás la razón de mi comportamiento.

—Ok, espero que tu explicación sea lo más lógica posible, sabes que no me gusta ir en contra de mis principios.

El auto quedo en silencio por unos minutos, cuando el chofer les indico que ya habían llegado.

Entraron a la clínica, ya en recepción esperaba el amigo de Diana, el doctor Emilio Fontanez.

—Emilio, que tal. Muchas gracias por venir tan rápido.

—No te preocupes Diana, mi amigo es el dueño de la clínica, así que le pedí que nos prestara un consultorio, ya sabes que me está rogando porque vuelva a ejercer aquí y yo me estoy haciendo el loco. Dictar clases me es más cómodo en este momento, sobre todo porque Carim está por a tener a nuestro bebe, y no quiero que esté sola mucho tiempo, ya después veré.

—Ven te presento a mis clientes.

—Ellas son Luana y Carmen su mamá y este pequeñín medio dormido es Alex, tu paciente.

—Señoras, buenos días, síganme por aquí, por favor. —Les dijo de una manera muy amable, mientras tomaba la delantera y les guiaba por el camino.

Entraron a una sala blanca, les pidió que se sentaran mientras la enfermera conducía a Alex a la camilla que estaba separada por unas cortinas, le quito la ropa al niño y le puso una pequeña bata.

El doctor empezó a revisar al niño minuciosamente mientras la enfermera tomaba nota y fotografiaba el cuerpo del niño. Finalmente, termino la inspección y se reunió con los adultos nuevamente.

—Alex, tiene pequeños golpes productos del choque al que estuvo expuesto, la mayoría, son en los brazos y piernas, un pequeño golpe en la espalda, de por sí nada serio, tal como se los indicaron en el hospital donde lo atendieron primero. Respecto al golpe que tiene en la cara, ese corresponde a un golpe producido por una mano de adulto, y es más nuevo que el golpe del choque sin ánimo a equivocarme, diría que es de ayer.

—Malditos —Dijo Diana alzando la voz.

Las lágrimas surcaban el rostro de Luana y doña Carmen se tapaba la boca para ocultar un gemido de impotencia.

—Mami Lu, ¿algo está mal? — pregunto Alex que regresaba al lado de ellas luego de haberse vestido nuevamente.

—No cariño, todo está bien, pero necesito que me cuentes que paso en tu rostro, ¿lo recuerdas?

—La señora que salió conmigo hoy día, me dio un golpe ayer, porque no quise comer la comida, luego me metió a la ducha con agua fría. Todo el tiempo dijo que nadie me quería y por eso había ido a parar al lugar de los niños abandonados.

—Yo sabía que tú me irías a buscar mamá Lu, siempre dijiste que podía contar contigo.




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