Perdóname...

Capítulo 28

—Solo está dormida —Indico el doctor —A mi parecer es producto de una crisis conversiva, ¿ya le ha sucedido antes? — pregunto mirando a Valentino.

—No lo sé, es la primera vez que la veo así.

—¿Algún familiar que sepa sobre estas crisis?

—Déjame buscar a su mamá, ella podría orientarnos mejor. — respondió mientras salía apurado a la recepción, dejando a Luana acostada en la camilla cuidada por una enfermera.

—Carmen necesito que vengas conmigo, es urgente — le dijo mientras la empujaba hacia el consultorio y dejaba a Alex al cuidado de Diana, esta lo observo y vio una preocupación inmensa, jamás lo había visto en ese estado ni cuando Maritza estaba en sus peores momentos.

—Debe amarla como un loco — se dijo, mientras lo observaba partir.

—Quezada, aquí está la mamá de Luana, ella sabe todo el historial médico.

—Señora, ¿la joven ha tenido estos episodios antes?

—Si doctor, ella sufre de crisis conversivas, pero hace más de tres años que no tenía una.

—¿Ha sucedido algo que la alterara?

—Así es — respondió esta mientras miraba a Valentino con un poco de tristeza.

—¿Está recibiendo tratamiento?

—Sí, es paciente del doctor Diego Avalos.

—¿El psiquiatra que está especializado en casos de TLP?

—¿Lo conoce?

—Sí, fuimos compañeros en la universidad. ¿Entonces su hija está diagnosticada con TLP?

—Así es doctor, hace ocho años fue diagnosticada con ese trastorno.

—Denme un momento, por favor, regreso en unos instantes.

El médico salió de la sala de consulta en dirección al pasillo, saco su celular y llamo por teléfono, luego de sonar por un par de minutos al otro lado de la línea respondieron.

—Quezada, ¿y ese milagro? Pensé que te habías olvidado de los pobres.

—Tarado —respondió el susodicho haciéndose el enfadado, hacía un año se habían distanciado debido a que los dos estaban tras la misma enfermera, ¿y para qué? La enfermera jugo con ellos y se casó con un anestesista. —¿Conoces a Luana Ramírez?

Avalos se enderezó en su escritorio, conocía a Luana por muchos años, su maestría la consiguió con base a su caso.

—Claro que sí, ¿Cómo sabes de ella?, ¿le sucedió algo? —pregunto preocupado.

—¿No sabía que te interesaba tanto? Está en mi consulta.

—¿Por qué está contigo? Tú eres oncólogo, ¿acaso ella tiene algún problema de cáncer?

—Tanta preocupación me deja sorprendido, el famoso psiquiatra está interesado en una mujer, más allá de su relación médico-paciente — se burló sarcásticamente.

—Déjate de tonterías Quezada y dime que le pasa a Luana.

—Está bien, está bien, acaba de tener una crisis conversiva y está dormida en mi consultorio, su madre y el esposo de una paciente mía, están con ella.

—Pásame con doña Carmen, para hablar con ella, hace poco Luana tuvo una crisis y tuvimos que sedarla, me preocupa que retroceda después de tanto tiempo.

—Ok, dame unos minutos y te paso con ella.

—Señora Carmen, el doctor Avalos necesita hablar con usted — dijo el doctor Quezada mientras ingresaba nuevamente a la consulta y le daba su teléfono para que conversaran, para él no pasó desapercibido que Valentino estaba demasiado alterado con lo sucedido, le parecía que había algo más en esa historia, no dejaba de agarrar las manos de la chica dormida mientras sus ojos se desviaban para ver a la madre de ella salir hacia afuera para conversar.

Luego de unos instantes de indecisión, Valentino dejo las manos de Luana y salió apresurado al pasillo, vio a Carmen conversar mientras caminaba de un lado a otro mientras asentía con la cabeza.

Le arrebato el celular y se lo puso al oído.

—Cómo le decía, Carmen, es necesario que evaluemos nuevamente a Luana y esta vez debemos usar la hipnosis para hacerle recordar lo que sucedió, si sigue sin recordar las crisis volverán nuevamente y esta vez puede perder la razón completamente. ¿Me está entendiendo? —pregunto al no oír una respuesta en el otro extremo.

—Lo escucho —respondió Valentino presionando con fuerza la mandíbula, —Que es lo que tenemos que hacer y cuando, ella es mi mujer y necesito que esté bien. Haré todo lo que sea necesario, por lo pronto necesito reunirme con usted para que me diga que es exactamente lo que le sucede a Luana.

—¿Quién es usted? ¿Es familiar? —pregunto el médico.

—Ya le respondí, es mi mujer. Mi nombre es Valentino Ordóñez ¿Cuándo podemos tener esta charla sobre la salud mental de Luana?

—Disculpe, yo no lo conozco, por lo tanto, no puedo darle información al respecto, mi paciente es ella y no puedo romper el secreto profesional.

Valentino miró a Carmen que estaba asustada parada en un costado, mirándolo con los ojos totalmente abiertos.

—Habla con él —dijo Valentino furioso mientras le daba el teléfono —dile que necesito que me explique detalladamente que es lo que está pasando con Luana, y no acepto un no por respuesta.




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