Perdóname...

Capítulo 32

Luana estaba cansada de estar sentada en esa banqueta de la notaria, esperando que los atendieran, le preocupaba que Alex estuviera solo en la casa de Valentino, ¿y si lo trataban mal?, ¿y si esas niñas lo molestaban?, ¿y si lloraba porque recordaba lo que había sucedido con sus padres?

Su cabeza no dejaba de dar vueltas al respecto y a cada minuto que pasaba su cuerpo iba descompensándose, el dolor en su corazón empezaba a irradiarse a todo su cuerpo, empezó a asustarse porque sabía lo que venía luego.

Recordó el desmayo que tuvo, no podía continuar así era peligroso si quería conservar a Alex con ella. Miro a su madre, que estaba sentada unos asientos más allá, escribiendo por el celular.

Un rato después su celular vibro con un mensaje de un número desconocido.

* Desconocido: Hola hermosa

* Luana: ¿Quién eres? ¿Te conozco?

* Desconocido: Tal vez si o tal vez no.

* Luana: Si no me dices quien eres, te bloquearé inmediatamente.

* Desconocido: No te molestes, que cuando te molestas tu rostro se pone feo y corres el riesgo de arrugar esa linda carita.

Luana sonrió moviendo la cabeza y luego de un rato contesto.

* Luana: No sé quién eres, pero no continúes molestando.

* Desconocido:  No te enfades que no voy a molestarte, ¿por cierto, cómo eres?

* Luana: ¿Cómo soy?

* Desconocido: Si como eres

* Luana: ¿No me dijiste hermosa?

* Desconocido: Para mí, todas las mujeres son hermosas.

* Luana: ¿Y cómo sabes que soy mujer?, puedo ser un hombre.

* Desconocido: Pero no lo eres, puedo asegurarlo.

La joven volvió a sonreír por el descaro del conocido, al menos no era un malcriado de esos, que lo primero que hacen es enviar un pack de sus miserias o pedir que las mujeres incautas le envíen el suyo.

Se quedó mirando el celular pensando en si debía continuar la conversación o simplemente olvidarlo, tenía dudas, estaba demasiado aburrida y al menos esa conversación la había sacado del caos de su mente por un momento.

Decidió dejar la conversación y no bloquear al desconocido.

Miro hacia la recepción de la notaria y vio salir a Diana, quien se dirigió a ellas.

—Hice las averiguaciones, y ellos tienen el documento donde se acredita que eres la responsable del niño, es decir, la tutora legal, pero hay un inconveniente.

—¿Cuál? —pregunto Carmen ansiosa.

—Tienen el documento, pero no están las firmas de los señores Tapia-Cisneros.

—¿Eso qué significa? — pregunto Luana al borde las lágrimas.

—Significa que pondrán nuevamente a Alex en un albergue para menores para que sea dado en adopción, pero los primeros a quienes se les avisara será a los parientes más cercanos, es decir, que les avisaran a los abuelos primero.

—No es justo, ellos nunca lo quisieron, tenemos que encontrar otra manera, no puedo permitir que se lleven a Alex lejos de mí, si lo hacen me muero. Por favor ayúdanos Diana. No podemos permitir que le suceda algo nuevamente al pequeño, ya perdió a sus padres y ahora nos perderá a nosotros también.

—No te preocupes aún, déjame revisar bien el caso y veremos cómo lo resolveremos, hablaré con un maestro de la universidad, tal vez a él se le ocurra algo que yo no estoy viendo. Regresen a casa, yo debo ir al bufete, aún tengo cosas que resolver.

—Gracias Diana, comunícate conmigo en cualquier momento, por favor, estamos en tus manos.

—Está bien, nos mantendremos en contacto. Adiós.

Luana y su mamá vieron partir a Diana, caminando a toda prisa hacia un taxi de aplicativo que acababa de aparcar en el estacionamiento externo de la notaria.

Un celular se dejó escuchar, Carmen saco apresurada su celular y se puso nerviosa al ver quién era el que llamaba.

—Valentino, ¿Alex está bien? — fue lo primero que dijo al contestar.

—Si Carmen, solo quería saber que había sucedido con el tema del niño, estoy llamando a Diana y no me contesta.

—Acaba de irse, hay un problema, pero no puedo hablar en este momento.

—Está bien sobre eso, hablaremos luego ¿Cómo está Luana? ¿Tuvo otra crisis?

—Está bien, por el momento, pero me preocupa — respondió Carmen mientras observaba a su hija que se tocaba el pecho fuertemente.

—Mamá — grito Luana y empezó a caer al pavimento.

Al otro lado de la línea, valentino se quedó aturdido al escuchar el ruido y a Carmen correr — Carmen, Carmen, ¿Qué sucedió?, ¿responde? —grito tratando de hacerse oír y sintiéndose impotente al estar tan lejos sin poder hacer nada.




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