Perdóname...

Capítulo 33

—Ya estamos en el auto. El conductor me ayudo con Luana.

—Qué bueno ¿Lu, ya despertó?

—No, aún no. Me está preocupando lo seguido que están volviendo las crisis.

—Tu tranquila Carmen, mañana hablaré con el psiquiatra y veremos cómo proceder. Te prometo que haré todo lo que este a mi alcance para que ella se recupere.

—Gracias, hijo. Voy a colgar, te aviso cuando estemos cerca de la casa.

—Está bien, ¿llevo al niño? O le tengo en mi casa hasta que ella se recupere un poco más.

—Mejor trae al niño, tal vez su presencia la tranquilice un poco.

—Okey, me avisas entonces — finalizo Valentino mientras colgaba el teléfono.

Se sentó en el mueble de la sala, mientras pensaba en todo lo que había ocurrido hasta el momento, jamás pensó que su encuentro con Luana iba a terminar de esa manera, afectando a Luana de una manera tan terrible.

Se sentía angustiado, confuso y preocupado, amaba demasiado a Luana, pero todos estos sucesos se escapaban de su imaginación. De pensar que ella estuvo embarazada y que había abortado por culpa de Maritza, las tornas se habían cambiado, probablemente Alex era hijo suyo y de Luana, ¿pero por qué ella no sabía la existencia del niño? ¿En qué momento Alex fue a parar bajo la custodia de Virginia?

Definitivamente, Carmen tenía muchas cosas que explicar.

Cerro sus ojos, un dolor profundo se había instalado en su cabeza, había demasiados pendientes en la oficina y no tenía tiempo para nada.

Su teléfono lo distrajo de sus pensamientos al sonar con insistencia, miro el identificador de llamadas y vio que era su fiel asistente quien lo llamaba.

—Jefe, buenas tardes —Saludo Jimmy

—Dime, ¿hay algún problema en la empresa?

—Sí y no.

—Sé, claro hombre, hay problemas o no. Mira que no estoy para perder el tiempo.

—Jefe, hay documentos para firmar muy importantes y ya son varios días que usted no se aparece por la oficina, hay varias citas pendientes, los señores Ugarte de la concesionaria Wilgem quieren reunirse con usted lo más pronto posible de no conseguirlo firmaran con la competencia, he tratado de convencerlos de que hablaré con usted para que se comunique con ellos lo más pronto posible.

—Jimmy tengo una cita mañana a las nueve de la mañana, cítalos para el mediodía, también dile a Nicolás que necesito hablar urgente con él, que me busque en la casa de Luana hoy a las ocho de la noche no permitas que se niegue, dile que es de vida o muerte.

—¿Jefe, hay algún problema con su esposa? O es la señorita Luana la que está en problemas.

—Es Luana, pero ya te contaré mañana cuando llegue a la oficina, ten todo lo pendiente listo para firmar y separa todo lo que pueda delegar, que puedas manejar tú sin problemas y los otros pendientes que los pueda manejar alguien del equipo técnico.

—Okey jefe, voy a organizar todo, ¿eso quiere decir que se ausentara un tiempo de la empresa?

—Es correcto, tengo que resolver unos problemas personales y necesito estar en casa sin preocupaciones. Hablamos mañana que tengo a alguien que quiere hablar conmigo en este momento — Dijo mientras colgaba el teléfono al ver a Alex mirarlo detenidamente y con cara de preocupación.

—¿Señor, ya llego mamá Lu a casa? — pregunto tímidamente.

—Ven aquí, necesito que hablemos seriamente.

—¿Sucedió algo con ella?

—Así es, ha tenido una crisis nuevamente, estoy esperando que llegue a casa y no sé cómo despertara, puede ser que olvide incluso que eres su ahijado.

—¿Igual como olvido que es mi mamá?

—Es correcto pequeño, roguemos que no suceda eso y que te tenga en mente.

—Quiero ir a verla y quedarme con ella en su casa.

—Iremos apenas lleguen, Carmen nos avisará cuando ya estén cerca.

Justo terminaba de hablar cuando le llego un mensaje que le decía que ya estaban a cinco minutos de la casa.

—Tía —llamo Valentino, levantando un poco la voz.

—Te quedas a cargo de las niñas, voy a la casa de Luana con Alex, está por llegar, quiero ver como esta. No te preocupes si me demoro, si se presenta alguna emergencia me llamas. Le dices a las niñas que mañana temprano iremos a ver a su mamá a la clínica.

—¿Ella ha pedido verlas?

—No tía, ni siquiera las ha nombrado.

—¿Entonces porque las llevaras?

—Las llevaré porque Giselle la extraña, aunque no lo diga y no quiero que esté disgustada conmigo pensando en que me olvide de su madre.

—Muy bien, muy bien. Yo les diré. Ahora ve, que deben estar esperándote.

—Gracias tía. Alex, vamos despídete de la tía.

—Gracias tía Tulita. Otro día vengo a verla. — Se despidió Alex mientras le daba la mano, pero ella en vez de darle la mano lo abrazo fuerte y le dio un beso en la frente.




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