Perdóname...

Capítulo 36

—Hay que hablar con Avalos y con Julieta —dijo mientras sacaba su celular del pantalón.

—Espera, déjame terminar. Ya hablé con Avalos, mañana me recibirá en su consultorio y veremos cuáles serán los pasos a seguir. Si te pediría, que llames a tu novia y le digas que venga a ver a Luana, por el costo no te preocupes, yo asumiré todo.

—Cuando no el rico humillando al pobre — se quejó de manera infantil Nicolás.

—Puedes mantener el profesionalismo por unos instantes más, por favor —dijo Valentino mirándolo molesto.

—Está bien papá, seré un buen chico. —Sonrió Nico mientras le guiñaba el ojo.

Valentino respiro hondo y continuo.

—Cómo te decía, me tomaré un tiempo fuera de la empresa, Jimmy Quintanilla se hará cargo del sector administrativo de la empresa, pero me hace falta una persona responsable para hacerse cargo del sector operativo.

—¿Y yo que tengo que ver con eso?

—Mucho, te quedarás a cargo como mi segundo al mando.

—¿Yo? Tú estás loco, ni siquiera me conoces.

—Claro que sí, te he visto trabajar durante todos estos años, he seguido tu desempeño de manera minuciosa, por eso sé que podrás hacerlo muy bien.

—No, no puedo hacer eso.

—¿Tienes miedo? No te creí cobarde.

—Yo no soy un cobarde, puedo hacer eso con los ojos cerrados —Respondió de manera engreída.

—Perfecto, mañana nos reunimos en la empresa para que firmes los poderes para hacerte cargo del sector operativo.

—Eso es trampa, sabías que la única forma de aceptar es si apelabas a mi ego.

—Te dije que te conozco bien. Además, lo harás bien, porque si no Luana te jalara las orejas.

—Dime, ¿no tienes miedo que meta la pata a propósito?

—No, confió en ti, laboralmente hablando. Como ser humano eres un asco.

Nicolás se paseaba de un lado a otro, ese puesto le había caído de sorpresa, jamás se imaginó que Valentino confiaría en él.  Lo miro detenidamente como tratando de descubrir si había una intención oculta, pero no lo parecía, él estaba demasiado calmado.

—Una foto dura más —Dijo Valentino de pronto al ver que Nicolás no le quitaba la vista de encima. —Por cierto, ya amo a alguien no te hagas ilusiones conmigo, jamás te tomaré en serio.

Nicolás lo miro con la boca abierta, este tipo también podía bromear como él, no le había pasado por la cabeza que también tuviera una vena sarcástica y divertida, las pocas veces que lo había visto siempre parecía un tipo amargado y altanero. Parece que hay mucho por descubrir, pensó.

—Ahora dime, cuál es el secreto que estás guardando.

—¿Secreto? — pregunto confundido Nicolás.

—Sé que ocultas algo, y lo voy a descubrir, aunque te recomendaría que mejor me lo digas ahora, no te gustara que vaya tras tu pasado.

—No tengo nada que ocultar —respondió este —mientras ponía una cara de póquer. Este idiota es demasiado inteligente para mi gusto, reflexionó Nicolás mientras sonreía descaradamente.

—Cualquier problema que tengas hablas con Jimmy y si ya no pueden solucionarlo, se comunican conmigo.

—¿Cómo harás con tu esposa y tus hijas?, ¿si pasas todo el tiempo metido en esta casa?

—Eso no es tu problema.

—Claro que es mi problema, Luana es como si fuera mi hermana pequeña y no quiero que se vea metida en un gran problema como la vez que tu mujer la empujo contra el filo de la mesa y la envió de emergencia al hospital víctima de una amenaza de aborto.

—¿Cuánto sabes de eso? — pregunto Valentino interesado.

—Luana después del golpe presento problemas con el embarazo, tenía placenta previa y debía permanecer en cama debido a que el bebé se le podía venir en cualquier momento. A eso añádele que ella no recordaba estar embarazada y cada que se daba cuenta de que su barriga estaba grande, se desesperaba. Solo quería hablar contigo, ella se dio cuenta de su embarazo al tercer mes, creía que simplemente tenía los problemas de siempre con su menstruación.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Muy fácil, estuve ahí para ella, mientras tú andabas de luna de miel.

—¿Luna de miel? Nunca me fui de luna de miel.

—¿Cómo que nunca fuiste? No mientas, muchas veces fui a buscarte para rogarte que fueras a ver a Luana al sanatorio, pero siempre salía la misma empleada a decirme que los señores seguían de viaje. Te tomaste un año, y en ese año casi perdimos a Luana.

—Si me fui de viaje, pero no me fui con Maritza, tuve problemas con un negocio que estaba emprendiendo en México, y tuve que llevar mis operaciones a ese país, Maritza se quedó en casa de sus padres en Huánuco, tuvo amenaza de aborto y es ahí donde se descubrió el tumor cancerígeno que tenía.

—Amigo, creo que hay algo malo en toda esta información, hay demasiadas lagunas, yo que tú investigaría a tu esposa.

—Es algo que ya estoy haciendo. No te preocupes. Nadie nunca más lastimará a Luana.




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