Perdóname...

Capítulo 37

Luana estaba sentada en su cama con la espalda pegada a la pared mientras abrazaba sus piernas contra su pecho, al escuchar el ruido de personas ingresando a su habitación levanto su mirada perdida que mostraba unos ojos rojos e hinchados llenos de lágrimas.

Ni bien vio a Valentino ingresar, se levantó como un resorte y corrió a sus brazos, salto hacia él y se colgó de su cuello como una niña pequeña, enrosco sus piernas alrededor de su cintura, mientras él acariciaba su cabello y su espalda.

—Tino, ¿Dónde estabas? Creí que me habías abandonado. Esa mujer que sale contigo vino a verme y dijo que estaba embarazada de ti y que tú nunca volverías conmigo. Dime que no es verdad, por favor.

—No cariño, no creas nada de lo que te diga ella, ¿sí?, yo estaba abajo en la sala conversando con Nicolás.

—¿Nicolás? ¿Quién es Nicolás? —pregunto la muchacha mientras desviaba su mirada hacia la puerta.

Nico, levanto la mano en señal de saludo y le dirigió una sonrisa coqueta.

—Hola pequeña, ¿Cómo has estado?

Luana no respondió, se limitó a mirarlo con desprecio, mientras se acurrucaba más en los brazos de Valentino.

—Tino ¿Quién es ese tipo? No quiero que esté en mi habitación, me molesta su presencia.

Valentino sonrió al escucharla y ver que se comportaba como una pequeña niña caprichosa, hacía tanto tiempo que no la veía haciendo pucheros que su corazón se enterneció y sonrió, le dio un beso en la frente y miro a Nicolás que estaba en la puerta parado con cara de sorpresa.

—Ya escuchaste niño bonito, mi bebé quiere que te vayas, lárgate de la habitación — dijo tratando de contener la risa.

Nicolás lo miro con cólera y luego le dirigió una cara de perrito apaleado a Luana.

—¿De verdad, cielito? ¿Es en serio? ¿Quieres que me vaya?, no pienso dejarte sola con ese energúmeno.

—Señor, no me llame de esa manera, yo no lo conozco y no le he dado confianza, retírese de mi habitación, no quiero que haya malentendidos con mi novio.

Valentino volvió a sonreír satisfecho, esta Luana era la que el había conocido hace años, la Luana de la cual se enamoró como un loco desquiciado. Y ahora le estaba dando su lugar en su vida, aunque pronto una nube de tristeza ensombreció sus ojos, no sabía cuánto duraría esta situación. Tal vez mañana lo volviera a rechazar como siempre, su corazón se sintió adolorido por un instante, pero no importaba ahora ella estaba con él y no lo estaba rechazando.

Dejo a Luana sobre la cama.

—Amor, dame un momento, ahorita regreso. —Se acercó a la puerta.

—Nico, ya vete. Necesito hablar con esta Luana antes de que regrese la otra que no sabe nada y que es tu amiga.

—Pero, ¿qué le pasa?

—Al parecer son consecuencias de las crisis conversivas, la Luana que sabe toda la verdad aparece luego de las conversiones, es por eso que necesito hablar con ella para confirmar todas mis sospechas.

—Confiaré en ti, por ahora.

—Anda, vete. Se queda en buenas manos. Muchas gracias por tu preocupación, nunca lo olvidaré.

—Recuerda que aún estás casado y no me va a importar quien seas, te haré pagar muy caro si vuelves a lastimarla. Recuérdalo.

Valentino le quedo mirando al escucharlo y ver el comportamiento sobreprotector que tenía hacia Luana, su impresión de él cambio. Entendió que el cariño que demostraba Nicolás no era un cariño de hombre, era más el cariño de un hermano, se sintió más tranquilo y relajado.

—No te preocupes, no voy a lastimarla, primero me lastimaría yo, antes que hacerlo a ella.

Nicolás y Carmen se retiraron de inmediato, Alex salía tras de ellos.

—Alex regresa —pidió Valentino. Carmen lo miro intrigada, pero Nicolás le dijo que se fueran con un movimiento de su cabeza.

—Confío en ti —Dijo Nico mientras abrazaba a Carmen y la sacaba de la habitación.

Valentino puso una mano en el hombro del niño y lo guio hacia Luana que estaba sentada nuevamente en la cama, mirándolos fijamente.

—Tino, ¿Quién es este niño? —pregunto curiosa.

—¿No lo recuerdas cariño?

—No, no lo recuerdo — contesto mientras miraba fijamente al niño tratando de recordar porque se le hacía parecido.

—Míranos, obsérvanos bien. — rogó Valentino

—No quiero —dijo Luana mientras rehusaba mirarlos directamente.

—Amor —hablo Valentino tomando su cara con ambas manos — no te resistas, sé que sabes y sé que lo recuerdas, míranos por favor.

—No me hagas eso Valentino, por favor.

—Escúchame, nunca haría nada para lastimarte, pero es necesario que nos mires, abre los ojos por favor. Alex acércate a mi lado. Luana, bebé; obsérvanos a los dos ¿Qué ves?

—Se parece mucho a ti, ¿es tu hijo?, ¿me engañaste? Fuiste capaz de traicionar mi amor —dijo casi gritando mientras salían lágrimas de sus ojos.

—Bebé, jamás haría algo así, él es nuestro hijo, hijo tuyo y mío.




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