Perdóname...

Capítulo 39

—¿Te vas a quedar? — pregunto Carmen a Nicolás mientras salían de la habitación.

—Si mamá, me voy a mi habitación.

—Alex se está quedando en ese dormitorio, hasta que arreglemos el cuarto de invitados.

—Okey ma, no hay problema, dejémoslo ahí y me voy a dormir al mueble, tú sabes que el polvo afecta mis alergias.

Valentino escuchó esa conversación y le pareció extraño, Nicolás llamando mamá a Carmen y además tenía una habitación en esa casa ¿Cómo era posible eso?

¿Qué se había perdido en todos estos años? No importaba, ya lo descubriría.

Luana se movió en la cama de manera inquieta, solo podía ver el bulto que formaba su cuerpo en la penumbra de la habitación, la vio tantear con su mano como si buscara algo en la cama.

—¿Tino? —le escucho llamarlo. Él se acercó rápidamente a su costado y toco suavemente sus cabellos.

—Dime amor, aquí estoy.

—¿Por qué no te acuestas? Tengo frío.

—No te preocupes cariño, solamente estaba regresando del baño. — Se acostó a su lado mientras la abrazaba con fuerza y pegaba su cuerpo al de ella, la escucho suspirar y quedarse dormida profundamente.

Como quisiera poder quedarse con ella y amanecer en sus brazos, pero no quería causarle más traumas, si al despertar lo hubiera olvidado, habría demasiados problemas para que ella los pudiera enfrentar.

Se quedó despierto por un buen rato, mientras la besaba por momentos, su mente estaba preocupada por todo aquello que no sabía y que simplemente sospechaba, le dolía verla así y no poder hacer nada ¿hasta cuándo tendría ella que sufrir? ¿Cuál era la causa real de su trastorno psiquiátrico?

Se quedó dormido como a las dos de la mañana y puso la alarma de su despertador para las cuatro, tenía que irse antes de que ella despertara.

El celular sonó, abrió sus ojos inmediatamente, Luana dormía abrazada a él, con su cabeza apoyada en su pecho y sus piernas enroscadas a las suyas, sonrió al ver que dormía tan plácidamente. Quiso moverse para apagar la alarma, pero tenía pena de moverla, trato de hacerlo con sumo cuidado, pero cada que él se movía un poco, ella más se aferraba a él.

—Lu, tengo que levantarme —dijo muy bajito.

—No lo hagas —respondió ella abrazándolo más fuerte.

—Nena, quiero ir al baño —dijo conteniendo la risa.

—Está bien, eres un pesado, ve, pero regresas rápido, Te quiero a mi lado un rato más.

Valentino se levantó, aliso su ropa y se fue al baño, se lavó el rostro y enjuago la boca, tenía que salir rápidamente de la habitación.

—Tino, apúrate —escucho decirle tras la puerta. Al menos tenía la certeza de que ella aún lo recordaba.

Salió de inmediato y se acercó a su lado —Cariño, tengo que salir antes de que se me haga tarde.

—Te tienes que ir —respondió ella. —Tengo miedo de dormir y que al despertar ya no sea yo. Quiero seguir recordándote y recordando a mi hijo. ¿Vas a abandonarme?

—Amor, que cosas dices. Yo no voy a abandonarte, siempre estaré para ti y para nuestro hijo, Tienes que confiar en mí aun cuando las cosas parezcan extrañas, y aun cuando parezca que te abandone. Tienes que confiar en mí. —Rogó tímidamente.

—Lo haré, confiaré en ti.

—Entonces duerme mi vida, me iré tranquilo si te veo dormir un poco más. Tienes que descansar. ¿Okey?

—Okey, lo haré, pero quédate un poco más, por favor.

Luana finalmente se durmió y Valentino salió en silencio de la habitación, bajo las escaleras y se encontró a Nicolás durmiendo en la sala en pijama, nuevamente se sorprendió, el mocoso tenía ropa en esa casa, sacudió su cabeza y trato de no pensar en esa situación.

—¿Ya te vas? — le preguntaron.

—Sí, Luana acaba de dormirse nuevamente. ¿Te quedarás?

—Así es, me quedaré hasta que ella despierte.

—Está bien, pero no intentes sobrepasarte, acuérdate, que ella es mi mujer, la madre de mi hijo. Y no tienes permitido acercarte a ella más allá de lo necesario.

Nicolás se rio al escucharlo. Nuevamente Valentino estaba celoso, si supiera. No le diría nada. Pero, en fin, todo sería revelado a su tiempo.

Nico se levantó del mueble y lo acompañó hasta la puerta, cogió las llaves del bolsillo de su pantalón y se adelantó para quitar los seguros.

—Espera, ¿Por qué tienes llaves de esta casa?

—¿Quieres una copia?

—No jodas y responde ¿Por qué tienes una puta llave?

—No te exaltes que te volverás viejo y entonces al ser yo más joven que tú, fácil que me quedo con Luana.

Valentino lo cogió por el cuello, sus bromitas de mal gusto lo irritaban de sobremanera.

—No jodas, mi paciencia tiene un límite.

—Está bien, está bien. No molesto más —Dijo Nicolás mientras le quitaba la mano del cuello. —Tengo llave de esta casa por emergencia, durante todos estos años nos hemos dividido el cuidado de Luana con mamá Carmen. Esa es la única razón. Acuérdate que tú brillabas por tu ausencia jugando a la familia feliz, con tus hijas y con tu esposa. Nosotros tuvimos que hacer lo que podíamos para limpiar el desastre que dejaste.




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