Perdóname...

Capítulo 49

—Si, señorita, iré de inmediato.

—Oye, detente ahí, ¡acaso no sabes quién soy! — vocifero la recién llegada

—Señorita, Lamas. Disculpe, pero la niña tiene una emergencia, debo ir a llamar al médico.

—No te muevas, o le diré a Valentino que te despida.

Clara se quedó en una pieza, no sabía qué hacer, estaba asustada de perder su empleo, pero ella también tenía una pequeña hermana, y no le gustaría que nadie le ayudara si estaba en problemas.

—Lo siento —dijo y corrió en busca del médico.

La mujer se quedó histérica mientras sacaba su celular y procedía a realizar una llamada.

—Valentino, estoy en tu empresa, acaba de ocurrir una desgracia, tienes que venir de inmediato a solucionarlo. —hablo mientras sollozaba, Luana la miraba con rabia contenida, mientras Nicolás sopesaba la situación, sabía que alguien se iba a meter en un serio problema.

—¿Dónde estás?

—Estoy en el piso veinte

—Que haces ahí, sabes que no debes ir a ese piso.

—Es que no te encontré en tu oficina y me dijeron que vendrías a este piso, por eso vine y me ocurrió esta desgracia, ven pronto por favor.

—Desgracia, es la nuestra por habernos topado con semejante loca — murmuro Luana mientras levantaba a Georgia del piso y la hacía ingresar a la oficina seguida por los niños y Nicolás.

—Lu tranquila, no es para tanto, mira, ya está pasando la rojez de la quemadura, creo que has exagerado un poquito.

—¿Un poquito?, esa tipa loca podría haber lastimado a la niña de verdad con ese maldito café caliente.

—Señorita Lu — dijo Giselle — ¿Se pondrá bien mi hermanita?

—Si cariño, ya está pasando, pero que venga el doctor para que la vea y le recete alguna cremita.

Estaba sentándose, en el sofá de la oficina, con la niña en sus piernas, cuando los gritos desaforados de la pelirroja se dejaron escuchar nuevamente. Dejo a Georgia sentada y se fue a la puerta de regreso.

—Lu, regresa —dijo Nicolás.

—No, no dejaré pasar por alto esto, esa mujer me acaba de sacar de mis casillas.

—Lu, aún estás recuperándote, no salgas. Iré yo.

—Mamá Lu, quédate por favor.

Pero ya era demasiado tarde, Luana había salido por la puerta sin escucharlos.

—No sé quién eres, pero dejar de gritar como loca que estás asustando a los niños. —Reprendió Luana furiosa, justo cuando el médico estaba llegando.

—¿Luana? —dijo el médico al reconocerla.

—Mike, como estás; hay una emergencia, Clarita por favor llévalo a la oficina de Nicolás, ahí está Georgia y que la revise bien.

—Muy bien señorita — contesto esta de inmediato.

Luana sintió que la zamaquearon de un momento a otro mientras miraba distraída a su amigo entrando en la oficina de Nico.

—¿Quién te has creído que eres? —Le grito la mujer mientras metía sus largas uñas en su brazo.

—No te importa —Respondió Luana, mientras se zafaba del agarre de esa mano huesuda.

—Soy la novia del dueño de esta empresa, —Grito la mujer —Seguridad —llamo a gritos, mientras la sujetaba del cabello.

—Suéltame — grito Luana, tratando de zafarse del agarre.

—Deja a mi mamá —grito Alex, quien salió corriendo para defender a Luana.

La mujer soltó el cabello de Luana y giro para ver al niño que corría hacia ella, simplemente espero y lo empujo con fuerza cuando el pequeño se acercó, Alex dio un giro y cayó contra el piso.

Luana se cogió la cabeza, sentía que una crisis regresaba en ese momento.

—Por favor, no, ahora no — rogó internamente, su cabeza dio vueltas y se apoyó contra el módulo de la recepción.

—¿Quién te has creído que eres? —dijo ahora Luana, sumamente indignada y soltando una cachetada a la pelirroja. —Con mi hijo no te metas, maldita bruja.

Se agachó a ver a Alex que estaba aturdido en el piso.

—Bebé, mami está aquí, no te preocupes, ¿estás bien?

—Si mami, solo fue un golpe nada más, estoy bien.

Al ver que su hijo estaba bien, se levantó presurosa y se dirigió a la pelirroja, quien pensaba que ya había ganado. Luana la tomo por los cabellos y la tiro contra el piso, mientras esta gritaba y lloraba desesperada pidiendo ayuda. Luana seguía golpeando su rostro una y otra vez.

Sintió unos brazos fuertes, levantarla en vilo y separarla.

—Suéltame, no ves que esta zorra acaba de golpear a mi hijo.

—¿Quién hizo qué? — Grito furioso el recién llegado.

—Valentino viniste, esa mujer acaba de golpearme, mira como me ha dejado —lloró histérica la pelirroja.

—¿Esta tipa es tu novia? —Volteo Luana furiosa a ver a Valentino.




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