—Muchas gracias, señores — Hablo Valentino y mientras se ponía de pie para despedirlos, la puerta del ascensor se abrió, dejando a la vista una mujer muy guapa que vestía de manera informal, lo miro y sus ojos emitieron un brillo especial. —Cariño, que bueno que llegaste —Dijo valentino al ver a Luana ingresar a la sala.
Ella sonrió coqueta mostrando unos dientes muy blancos. —Jimmy me dijo que me estabas esperando— Luego, mirando a los invitados en el salón, inclino ligeramente su cabeza — Como están señores Ugarte, es un gusto volver a verlos. —Les dijo mientras se acercaba a darles la mano.
—Así que tú eres Luana —Renata hablo mientras la miraba de pies a cabeza con un deje de desdén —¿No se supone que deberías mostrarte más profesional? No creo que esa sea la manera correcta de presentarse ante unos socios comerciales—observo al verla en jeans rotos, zapatillas y una chompa a media cadera. —Su madre le dio un discreto codazo para evitar que siguiera hablando.
Luana recién se percató de su presencia y sus labios formaron una sonrisa burlona mientras miraba abiertamente curiosa entre la joven quisquillosa y Valentino.
—Disculpa ¿Quién eres? — pregunto levantando una ceja — No he tenido el gusto de conocerte.
—Señorita Luana — hablo Rafael Ugarte un tanto incómodo— le presento a mi hija Renata, ella se hará cargo da la cuenta del edificio que estamos próximos a construir con L & V, disculpe sus modales, aún es joven —refirió mientras por dentro contenía la rabia de tener que humillarse ante la joven, ya Valentino había puesto en sobre aviso que nadie podía meterse con ella.
—Oh, muy interesante, pero lamento recordarle que el ser joven no le permite ser irrespetuosa, pero para sacarla de su error señorita Renata, en estos momentos no estoy trabajando, así que no tengo la necesidad de cumplir con formalismo alguno respecto a mi vestimenta.
Valentino, se acercó a ella y le puso una mano en la cintura, mientras trataba de tranquilizarla, sabía que ella estaba molesta, pero no lo demostraba abiertamente, miro de reojo a Nicolás y este sonreía divertido al verlo, mientras Daniel cubría su boca tratando contener una sonrisa, todos sabían del genio que se manejaba Luana.
Los Ugarte estaban demasiado incómodos, así que se despidieron inmediatamente y se fueron dejándolos solos.
—Bien, explícame todo esto —Dijo Luana mientras giraba sobre sus pies y señalaba con sus manos toda la habitación.
—Ven nena, siéntate aquí y déjame explicarte todo. — Jalo una silla para que se sentara y luego la acomodo, Nicolás y Daniel también se sentaron, Valentino los miro interrogante, como diciendo y ¿ustedes que hacen aquí? Pero ellos se hicieron los locos y no se levantaron —Pensándolo bien, pueden quedarse, creo que los necesitaré —Susurro para sí mismo.
—Esta empresa es mía, es algo con lo que soñé desde el momento que te conocí, soñaba con brindarte todo lo que querías sin importar lo que fuera, sabía que tenías muchos sueños y que uno de ellos era tener una constructora, ser tu propio jefe, la única dueña de tu vida. Así que lo hice, esta empresa y todo lo que vino después fue realizado pensando en lo que a ti te gustaría y en lo que podría hacerte feliz.
—Pero no estamos juntos, ¿cómo pudiste hacerlo? Yo te dejé y te dejé por este idiota —Dijo Luana mirando a Nicolás, quien sonreía abiertamente. —No te rías idiota —dijo entre dientes.
—Eso no tenía importancia para mí, pero realizar este proyecto me ayudo a mantenerme cuerdo y la esperanza de que algún día podríamos volver a estar juntos me sostenía.
—¿Pero y Maritza?
—Nunca la ame, eso lo sabes, tú eres la única mujer a la que amo y amaré por el resto de mi vida. Por otro lado, estuve a punto de divorciarme de ella varios años atrás, pero el tema de su enfermedad hizo que todo se retrasara.
—¿Y ahora?
—Ya le dije que nos divorciaríamos cuanto antes.
—No quiero que por mi culpa dañes el hogar de tus hijas.
—Con respecto a eso, no sé si recordaras que solo me case porque ella salió embarazada, no podía dejar que un hijo mío creciera sin su padre y en un hogar conformado. Mi error, pero no quería volver a repetir el error de mi padre que jamás se hizo responsable del embarazo de mi madre y nos abandonó ni bien supo que ella me esperaba, lo que causo una depresión tan grande en mi madre que termino muriendo a los dos meses de haber yo nacido.
—Lo sé, sé que eso era un gran conflicto para ti.
—Yo jamás te hubiera abandonado si me hubiera enterado a tiempo que estabas embarazada de Alex. ¿Lo sabes no?
—Lo sé — respondió Luana avergonzada de sus propios errores. Aún no entendía como pretendió cambiar a Valentino por Nicolás. Un dolor muy fuerte se asentó en su cabeza mientras sus sienes latían con fuerza, cerró los ojos y a lo lejos escucho que Valentino le preguntaba si le sucedía algo. Unas imágenes incongruentes aparecían como una película antes sus ojos,
—No está bien lo que sientes Luana, es imposible que sientas algo por mí — Dijo un joven cuyo rostro no podía ver.
—Dime por qué, no hay nada que se interponga entre nosotros, ya terminé con mi novio.
—¿Hiciste qué?, estás loca, yo solo te quiero como un hermano.
#18370 en Novela romántica
#3444 en Joven Adulto
amor ayuda esperanza, depresion ansiedad dolor muerte, odio amor cáncer amistad
Editado: 16.02.2023