Luana se quedó en silencio, no sabía por dónde empezar, solo tenía unas cuantas imágenes dentro de su mente, algo que le decía que Nicolás era su hermano, pero no entendía como sabía eso o mejor dicho como se enteró de esa verdad.
Miro a Nicolás detenidamente tratando de ordenar sus ideas para hacer las preguntas correctas.
Nicolás la miraba avergonzado, no sabía cuánto había recordado o cuanto de la verdad podría decir, no quería que ella sufriera nuevamente, la verdad era demasiado dura para asimilar, a él le había costado mucho superar los sucesos del pasado, la miro indeciso y triste.
¿Cuánto revelar? Era la pregunta que le estaba torturando, ¿valdría la pena decirlo todo? Si aún existía la posibilidad de que ella olvidara lo que él le revelara en este momento. Habían estado viviendo y compartiendo su vida por los últimos siete años, pero ella no recordaba quien era él realmente.
Cerro los ojos. Lo mejor era que dejara que Luana hiciera las preguntas y él las respondería de manera casual, dejaría que la información fluyera sutilmente tratando de ver sus reacciones y así saber cuándo parar, hubiera querido hablar con Avalos antes de tener esta conversación con Luana, pero ya no había tiempo para llamarlo.
—Bueno hermanito —dijo Luana de manera sarcástica — Me lo vas a decir tú o seguirás ocultando todo nuevamente.
—Luana ¿qué has recordado? — pregunto Nicolás.
—Solo tengo imágenes borrosas en mi cabeza sobre el día en que me dijiste que eras mi hermano. ¿De verdad tú y yo somos hermanos?
—Es la verdad, somos hermanos.
—¿Hijos del mismo padre?
Nicolás cerro los ojos, ¿qué decirle? Sí, somos hijos del mismo maldito, eres mi hermanita y no pude vivir contigo ni con Carmen, porque el maldito huyo cuando las creyó muertas.
Las imágenes de dolor vinieron a su mente.
—Papá que has hecho — grito el pequeño Nicolás — Luana, Luana, contesta — grito mientras veía a su pequeña hermanita en un charco de sangre agarrada de la mano de Carmen que parecía muerta. Empujo a su padre de un golpe, aunque no sirvió de nada, únicamente tenía cinco años y no había podido defender a nadie.
De nada había servido que estuvieran huyendo todo el tiempo, al final él los había encontrado de nuevo, lamentablemente Carmen y Luana estaban como muertas.
Intento subir los pantaloncitos de su hermanita, su pequeño corazón estaba atado como un nudo, ella era lo que más quería y ese monstruo no solo había abusado de él, también lo había intentado con su hermana, ¿qué haría ahora?, solo quería morir de la impotencia.
Tenía rabia, miro a la esquina y vio una niña acurrucada debajo de la máquina de coser, tenía los ojitos como muertos, otra víctima más del monstruo, tenía que escapar de ahí, pero era demasiado pequeño y débil,
Su Luana, era con la que mejor se llevaba y no había podido contener a su padre, nada más había salido un momento a buscar ayuda, si se hubiera quedado ahí, tal vez eso no hubiera pasado, se hubiera entregado como siempre para contener a su padre, no había podido salvar a la otra, ella ya estaba perdida, cuando él se dio cuenta de lo que sucedía ya era demasiado tarde.
—Nicolás, ¿somos hijos del mismo padre?
—Sí, lo somos.
—¿Él está vivo?
—Lo está.
—¿Dónde vive?
—En Huánuco.
—Quiero verlo.
—No —grito Nicolás, impotente — No se te ocurra buscarlo, es un maldito.
—Está bien Nico, no lo haré, cálmate —dijo Luana tomando su mano tiernamente.
—Prométeme que por nada del mundo lo buscaras. —Luana se quedó callada, tenía demasiadas preguntas y tal vez él pudiera responderlas, Nicolás vio la duda en sus ojos — promételo — volvió a repetir.
—Está bien, está bien, lo juro.
—Si no cumples tu promesa, nunca más me volverás a ver — pronuncio molesto, tratando de que ella creyera en él.
Así es, él está vivo Y vive en Huánuco, la mente de Luana intentaba procesar toda esa información.
— ¿Cómo entramos en contacto?, no lo recuerdo. ¿Qué sucedió? Es que no tengo todas las cosas claras aún, tengo algunas lagunas en mi mente, cosas que están cerradas o cubiertas con una especie de niebla. ¿Podrías decírmelo? Quizás de esa manera pueda unir el rompecabezas de mi mente.
—Nos conocimos de casualidad, yo abandoné mi casa en Huánuco y vine a Lima a estudiar, y una cosa llevo a la otra.
—Estás siendo evasivo, dime la verdad.
—Está bien, escuche a mi padre decir, que tú vivías en Lima, y empecé a buscar noticias sobre ti, y luego descubrí que estabas en la universidad, así que me inscribí en la misma institución y trate de tomar las mismas clases que tú, para conocerte.
Esperaba que ella le creyera, la verdad era que él no sabía que tanto Carmen como Luana estuvieran vivas, pero escucho un día a su madre decir a su padre, que las perras estaban vivas y que las quería de regreso.
Por un lado, estaba feliz de que hubieran sobrevivido, pero por otro estaba asustado de que volvieran a salir lastimadas. Ahí tomo la decisión de escapar y venir a Lima, para protegerlas, para el Carmen era la única madre que conocía, su madre verdadera era una maldita desgraciada igual que su padre.
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Editado: 16.02.2023