Perdóname...

Capítulo 61

Las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas, no debió enamorarse jamás, si hubiera sospechado que Manuel le había tendido una trampa, y que todo lo que le demostraba tenía una segunda intención, no hubiera accedido a ir ese día a aquella reunión.

Las imágenes seguían pasando una y otra vez delante de sus ojos, no importaba si los abría o los cerraba, el recuerdo estaba ahí, y su cuerpo temblaba de impotencia.

Llego a la casa de Manuel, su hermana había llegado antes, por lo que pudo suponer, el ruido de la música era muy alto, el olor a alcohol y humo inundaba sus pulmones, se sentía inquieta, buscaría a Manuel y luego se iría de la fiesta, sus entrañas le decían que algo malo pasaría.

Isabela se acercó a ella y mientras le sonreía le alcanzo el primer vaso con alcohol, ella trató de negarse, ya que nunca en su vida había bebido, pero insistió tanto que termino cediendo, y después de eso llego el desastre.

A pesar de que lloro y grito, de que rogó y suplico, no se detuvieron, ella tan solo tenía dieciséis años, una pequeña adolescente que jamás en su vida había pensado en tener relaciones sexuales, pero no les importo, la ultrajaron mientras se turnaban entre gritos y pullas y ella no podía hacer nada.

Quiso arrancarse la piel, terminar con su vida, pero no la dejaron. Solo recordaba estar aletargada día y noche, sus padres jamás le creyeron y la arrojaron a las manos de su perpetrador, olvidaron que existía, la alejaron de su vida, mientras su hermana obtenía todo aquello que le pertenecía.

Su corazón dolía en exceso, quería olvidar todo aquello, pero era imposible.

—Señora Carmen, el joven Nicolás acaba de llegar y la espera en la sala, dice que por favor no demore, necesitan irse enseguida.

—Está bien Lupita, dile que ya estoy bajando.

Carmen bajo las escaleras, cargando una pequeña valija, sus recuerdos estaban en ella, y también su seguro de vida, aquello que podría usar solo en caso de emergencia. Miro su casa, no sabía lo que sucedería más adelante, un miedo extremo recorría todo su ser.

—Mamá Carmen, dame eso, yo lo llevo — dijo Nicolás mientras tomaba amablemente la pequeña maleta.

—¿Qué está sucediendo Nico?

—El regreso, bueno, ellos regresaron y se contactaron conmigo.

—¡No! — grito Carmen mientras retrocedía asustada y golpeaba la parte trasera de sus rodillas provocando que cayera al piso, su cuerpo temblaba de manera visible —¿Estás seguro?

—Si madre, los acabo de ver en la clínica e incluso sabían mi número de celular.

—Que vamos a hacer Nico, donde podremos escondernos, no quiero que Luana caiga en sus manos nuevamente, ella no lo resistiría.

—Lo sé, hable con Valentino, él me ayudará a protegerlas.

—¿Pero por qué volvieron?, ¿lo sabes?

—Solo lo sospecho, creo que mi hermana los llamo.

Luana no pudo llamarlos, ella no sabía quiénes eran, pensó Carmen mientras retorcía sus manos de manera inconsciente.

—¿Entonces fue ella?

—Creo que sí. Está desesperada.

Carmen se quedó muda ante la sorpresa, esa mujer era mala, pero era una lástima que fueran familia.

—July, por favor, ayuda a Carmen y llévala al auto, en seguida voy con ustedes.

—Lupita, Mary, gracias por todo el apoyo que nos han brindado todos estos años, tenemos que salir de viaje, por lo que sus servicios ya no serán requeridos.

—¿Joven, regresarán pronto? — pregunto la más joven de las empleadas

—Tal vez en unos dos meses, si Dios quiere, así que si aún están libres para esa fecha podrían volver a trabajar para nosotros, ustedes lo deciden. Mientras tanto, les transferiré a sus cuentas el sueldo de tres meses, en lo que consiguen un empleo.

—Muchas gracias — dijeron las dos al mismo tiempo.

—Mary, te quedas con las llaves de la casa, cierras todo y la conservas hasta el día en que regresemos.

—Está bien joven, no se preocupe.

Nicolás salió de la casa y subió de inmediato a su auto, Carmen y July estaban sentados en los asientos traseros y en la esquina su amigo Matt, en el patrullero, le indico que lo seguirían para evitar cualquier conflicto.

Después de todo lo ocurrido, le era imposible buscar a Avalos, al menos no por el momento, tendría que recurrir a los medicamentos si quería seguir en pie. Pero lo bueno, pensó Nicolás, es que él actuaba mucho mejor a presión. Su padre no volvería a lastimarlo, y mucho menos lastimaría a los seres que más amaba.

Valentino miraba por la gran ventana de su oficina, poco a poco la tarde se hacía más oscura, se sentía inquieto, era como si una gran sombra se acercara poco a poco, era como si el peligro estuviera cerca.

Intento llamar nuevamente a Nicolás, pero solo el buzón respondía ¿Qué era lo que estaba pasando? Se sentía molesto cuando las cosas se salían fuera de control y este momento era uno de ellos.

Un ruido se escuchó en el ambiente de descanso, supo que Luana había despertado. ¿Quién sería? Se preguntó alerta, para poder reaccionar de acuerdo a la situación.




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