Perdóname...

Capítulo 64

Su cara cambió automáticamente, sus rasgos duros cambiaron y una sonrisa fácil y sencilla se plasmó en su rostro.

Muchas cosas habían cambiado en su vida en esos ocho años, se tuvo que volver duro para poder conseguir y mantener la posición en la que se encontraba en este momento. No podía darse el lujo de ser débil y mucho menos manipulable.

Ingreso a la sala con una gran sonrisa en su rostro.

Miro su reloj, ya eran casi las ocho de la noche.

—¿Avalos puedes trasladarte a mi casa por una semana?

—¿Estás seguro?, No habíamos quedado en que Luana sería internada en la clínica para el procedimiento. Necesito un ambiente controlado.

—¿Qué debe tener ese ambiente controlado? ¿No se puede recrear?

Avalos lo miro de manera molesta, sabía que por más que se negara, no podría ir en contra de la voluntad de Valentino Ordóñez.

—Está bien, me mudaré a tu casa por un par de semanas, espero que en ese tiempo podamos lograr grandes avances.

—Gracias Diego, pero no te sientas comprometido. Si es necesario que me interne, lo haré.

—No es necesario — replico Valentino. —Recuerda que Alex te necesita.

Valentino sentenció, no dejando espacio alguno para refutar su orden. Se sentó frente a su escritorio mientras contestaba unos mensajes y mandaba otros. Le llego un mensaje donde le confirmaban que ya los sospechosos estaban detenidos y que no había ningún sospechoso en los alrededores.

—Bueno, señores, es hora de partir. —Dijo Valentino mientras se levantaba de su asiento y realizaba una llamada.

—Jimmy, prepara los autos tal como te lo indique.

Todos salieron tras Valentino, los niños ya los esperaban en la puerta de la sala de juegos. Tomo de las manos a las niñas y se dirigió al ascensor, seguidos de Alex y Luana que iban tomados de la mano; y del resto de sus acompañantes que los seguían resignados.

—Nico —Dijo Julieta —Debo ir a casa.

—Ven conmigo, por favor — suplico Nicolás, poniendo cara de bobo.

Julieta lo miro, hizo una mueca resignada y ya no dijo nada.

En la playa de estacionamiento interno del edificio, los esperaban dos SUVS negras con lunas oscuras.

—Nicolás, tomas las llaves, en unos minutos te envío la dirección por GPS, trata de tomar una ruta distinta para llegar.

Valentino abrió la puerta de su auto, e hizo subir a los niños en los asientos traseros y tras cerrar abrió la puerta del copiloto para que Luana se subiera, ella lo miro tratando de negarse, pero él, la empujo levemente para que se subiera de inmediato.

De inmediato partió rumbo al sur, seguido de cerca por una camioneta negra, que llevaba a sus guardaespaldas siguiéndolo. Tras ellos salió Nicolás con Julieta, Carmen y Avalos, seguidos también por los guardaespaldas proporcionados por Valentino.

Al ver lo bien respaldados que iban, Nicolás no dudo en pensar que ya Valentino debía saber gran parte de la verdad de lo que estaba pasando.

La dirección llegó a su nuevo celular, no estaban muy lejos del lugar.

Luego de una curva, al fin llegaron, Luana vio una gran pared, que parecía hecha de lajas, una gran puerta estaba cerrada, Valentino la abrió desde una aplicación del celular, adentro se encontraban cuatro miembros de seguridad en una caseta de vigilancia, ingreso el auto y la puerta se cerró de manera inmediata, luego de unas palabras a los de seguridad, continuo por el camino de grava.

La casa se veía al frente, muy lejos de la puerta principal, una gran piscina estaba adelante, finalmente el auto se detuvo en la puerta de la casa, bajaron todos y Valentino los guio al interior.

—En el segundo piso están las habitaciones. ¿Quieren verlas?

—¿Papito viviremos aquí? — Pregunto Gia

—Claro que si cariño, sus habitaciones están arriba.

Alex lo miro de manera curiosa, luego que las niñas subieran corriendo las escaleras.

—¿Tengo una habitación aquí?

—Si pequeño, hay una habitación preparada para ti, hace varios días, solo estaba esperando el momento indicado para decírtelo.

—Gracias pa… padrino. — respondió Alex, feliz mientras corría detrás de sus hermanas.

—¿Padrino? — Pregunto Luana

—Así es, me ofrecí a ser su padrino aquel día en la clínica.

—Oh

—¿Quieres ver tu habitación?

—¿Tengo otra alternativa?

—La verdad que no.

Tino, tomo su mano y la llevo al segundo piso, aunque ella trató de soltarse, se dio cuenta de que era inútil luchar con él. Su temor era que las niñas tuvieran un concepto equivocado de su relación con Valentino.

Llegaron al segundo piso, los niños tenían cada uno su habitación y estaban decoradas de acuerdo a como ella hubiera decorado las habitaciones de sus hijos, si los tuviera.

—Mamá Lu, mira mi habitación — Alex le tiro de las manos para que fuera con él a ver su habitación. —Mira, incluso tengo ropa en el closet. —Alex abrió un closet y mostró todo tipo de ropa y de calzado apilado en orden.

Luana se quedó maravillada al ver que todo estaba en orden, como si hubiera sido preparado de alguna manera con anticipación.

Una llamada hizo que Valentino tuviera que salir.

—Lu, hay una habitación para ti, cámbiate, ponte cómoda y pide a la cocinera que prepare algo para que cenen. Tengo que resolver algunos asuntos de la empresa. Nos vemos luego. Te quedas en tu casa.

Luana lo vio bajar las escaleras, extrañada.

La casa le parecía conocida, era como si hubiera estado antes ahí.

Fue rumbo a lo que sería su habitación, y se quedó sorprendida, ya sabía por qué la casa le parecía conocida.

En una esquina de la habitación, había un escritorio y encima la primera maqueta que ella realizara cuando empezó sus estudios de arquitectura. Valentino trabajo la casa con base en su diseño.

Un sentimiento profundo se instaló en su corazón y lo lleno de calor, Valentino seguía siendo el mismo hombre considerado, aquel que podía darlo todo solo porque ella fuera feliz.




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