Perdóname...

Capítulo 65

Valentino ingreso a la pequeña casa de un piso, que estaba ideada para las visitas, muy lejos de la casa principal para conservar la privacidad de los dueños.

—Qué bueno que ya están todos aquí — dijo mirando a todos y cada uno de los presentes.

Se sentó en uno de los muebles individuales y miro atentamente a Nicolás, esperando que empezara con la narración de los hechos.

—No sé por dónde empezar, ¿te parece si…?, mejor, preguntas, que es lo que quieres saber.

—Está bien, dime, ¿por qué tenían que huir?

—¿Recuerdas cuando estabas buscando ese tipo de sangre especial para salvar la vida de Maritza?

—Lo recuerdo, que tiene eso que ver.

—Bueno, son muy pocas las personas con ese tipo de sangre y me causo curiosidad saber quién era la persona que también tenía mi tipo. Así que luego de donar mi sangre fui a conocerla, es ahí donde me di cuenta de que yo conocía a esa mujer.

—Ahora entiendo por qué me dijiste que ella era una psicópata, yo no entendía por qué lo dijiste en ese momento, y como poco a poco me fui enterando de todo lo que ella había hecho, pues entonces ya no te pregunte. ¿De dónde la conoces?

Nicolás, lo miro y luego miro a Carmen, esta movió la cabeza en señal de consentimiento, entonces respondió.

—Maritza es mi hermana.

—¿Tu hermana? — Pregunto Julieta sorprendida.

—Así es.

—Pero Luana también es tu hermana — replico Valentino.

—Así es, ambas son mis hermanas.

—Entonces, ¿Carmen es la mamá de los tres?

—No, ella es nuestra tía, la hermana de mi madre.

—Wow. —Pronuncio Avalos sin darse cuenta de que había elevado la voz. — ¿Maritza es la mayor? — pregunto curioso. —Porque tú y Luana tienen la misma edad, al principio pensé que había una coincidencia muy grande en la fecha de nacimiento.

Nicolás sonrió tristemente antes de contestar. —Los tres nacimos el mismo día, somos trillizos. Pero solo dos de nosotros somos hijos del mismo padre.

—Ahora entiendo por qué me entere de que Luana y tú eran hermanos, ambos tienen el mismo padre y la misma madre. — Comento Valentino, mientras miraba a Carmen.

—¿Por cierto como te enteraste? — pregunto curioso Nicolás

—La vieja confiable, una prueba de ADN, te escuché llamar madre a Carmen, entonces sospeche de la relación de ustedes dos. Pero jamás imaginé que Carmen no fuera la madre de ustedes.

Nicolás admiraba la rapidez con la que trabajaba la mente de Valentino, cada vez estaba más seguro, que el era el indicado para proteger a su hermana en el caso el llegara a faltar.

—Y entonces… —pregunto Valentino

—Después de enterarme de que las niñas no podrían ser hijas de Maritza debido a que hace muchos años le extirparon el útero, empecé a sospechar que las niñas no eran sus hijas, por eso me fui el día de hoy a verla, pero no contaba con que ella ya hubiera llamado a refuerzos.

—¿Refuerzos?

—Así es, refuerzos. Mis padres llegaron a Lima y mientras yo estaba en la clínica, ellos aparecieron. Las niñas y Luana no deben aparecer en estos momentos, corren peligro.

—No entiendo, ¿por qué son ellos peligrosos? —pregunto Julieta.

—Yo les explicaré — hablo Carmen, que había estado callada hasta ese momento escuchando todo aquello que se estaba hablando.

«Todo empezó cuando yo tenía quince años, por esa época Isabela y yo vivíamos con nuestros padres, yo salía con un joven de dieciséis, llamado Manuel, nosotros nos queríamos mucho, al menos eso era lo que yo creía, sin embargo, todo era mentira.

Un día cuando yo cumplí dieciséis, Manuel me dijo que me había preparado una fiesta, y que quería que asistiera, ingenua de mí, asistí y cuando llegue a la reunión, encontré mucha gente que no conocía y entre ellos mucha gente adulta. Mi hermana estaba presente, me sentí tranquila y confiada debido a que ella estaba ahí.

Isabela me ofreció un trago, yo no quise aceptar, sin embargo, insistió tanto que acepté.

Unos instantes después mi cabeza daba vueltas, y sentía que mi cuerpo ardía, el solo roce de mis piernas me provocaba un escalofrío inmenso, en ese momento yo no sabía que me habían drogado y habían puesto dentro del vaso una pastilla para incrementar el deseo sexual. Yo estaba desesperada, busqué a Manuel, para que me llevara a mi casa, pero era demasiado tarde, cuando lo encontré el abuso de mí en vez de ayudarme, y luego su hermano mayor, Gerardo, vendió mi cuerpo a los asistentes de la reunión, el segundo en abusar de mí fue él y luego ya ni recuerdo cuantos hombres lo hicieron, solo recuerdo que desperté en el hospital, los médicos dijeron que había sido violada múltiples veces.

Cundo mi padre se enteró, Isabela le dijo que yo estaba de acuerdo con esa práctica, y que a pesar de que ella me rogó y suplico que no lo hiciera, a mí no me importo. Finalmente, mis padres me abandonaron, pero antes me hicieron casar con Gerardo, ya que él les dijo que yo era su mujer a pesar de todo.




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