Perdóname...

Capítulo 73

Nicolás dejó de caminar y golpeo con sus manos el escritorio moviendo las piezas del mobiliario con su acción.

—Me vas a decir, o continuarás diciéndome las cosas a cuentagotas.

Valentino, estaba observando todas las reacciones de Nicolás, tratando de descifrar cuanto más podía revelar. Seguía pensando si su cuñado era confiable.

—Cuando regrese a la casa, Alex estaba a punto de salir a buscarme, estaba desesperado porque su mamá tenía una crisis. Subí corriendo las escaleras y la encontré divagando, al principio no entendía lo que estaba pasando. Solo repetía frases sin sentido, algo sobre lentejas, pies y que había tenido tres hijos, que Maritza se las había llevado ayudada por un tipo.

—¿Cómo es posible eso?, ¿Maritza estuvo en la sala de parto?

—Al parecer fue así, y fue ella quien arrojo a Alex al tacho de basura.

—Maldita loca. Si hubiera sabido que ella estaba a tras de todo eso, te juro cuñado que la hubiera detenido, pero solo supe que ella era tu esposa el día que le di mi sangre.

—Lo sé, me lo has repetido varias veces.

—¿Cómo haremos para recuperar a las niñas?

—En su crisis Luana menciono, muchas veces, la palabra lenteja y luego pie izquierdo, luego de que Avalos la sedara, le pregunte a Alex que era lo que había sucedido y él me dijo que Luana reviso su pie izquierdo y luego entro en crisis.

—¿Entonces también miraste su pie?

—Así es, y descubrí que en la planta de su pie izquierdo hay un lunar en forma de lenteja debajo del dedo meñique.

—Entonces hay una marca que nos podría ayudar a encontrarlas, ¿no?

—Aquí viene, lo más impactante, empecé a atar cabos, descubrí que mis hijas no son hijas de Maritza, así que asumí que ella las había adoptado y que tampoco serian mis hijas, sin embargo, para confirmar mis suposiciones, hoy solicité que les hicieran una prueba de ADN. Uní toda esa información con los datos al azar que me había dado Luana, después de eso fui a revisar los pies de las niñas y descubrí que ellas tenían el mismo lunar en el mismo lugar. Tal y como lo tenía Alex.

—Entonces Gia y Gis, ¿también son hijas de Luana?

—Así es, solo tenemos que esperar los resultados del ADN, para confirmar de manera legal que las niñas son nuestras. Maritza se robó a las niñas y las hizo pasar por sus hijas. Me mintió y separo a las niñas de su verdadera madre.

—Está enferma, no puedo creer otra cosa. Es tan malvada como mis padres. Pero hay algo que no entiendo, ¿por qué no has permitido que Avalos o yo entremos a ver a Luana?

Valentino lo miro detenidamente, no sabía si decirle el otro dato, pero tal vez debería arriesgarse.

—Cuando ustedes entraron en la habitación, Luana empezó a temblar de miedo, los miro y estaba aterrada, me dijo que un hombre había ayudado a Maritza con el rapto de las niñas, y que el tipo que la había ayudado tenía una cicatriz muy larga. Es toda la referencia que me dio.

—Ya veo entonces sospechas que uno de nosotros ayudo a Maritza.

—Tú lo has dicho.

Nicolás se levantó de silla nuevamente, no recordaba en qué momento se había sentado de nuevo. Pero decidió revelarle un dato más a Valentino, al final había confiado en él, así que tenía que hacer lo mismo.

Tomo el borde su suéter y se lo saco por la cabeza antes los ojos sorprendidos de Valentino.

—Oye que haces —Dijo Valentino sorprendido.

—Necesito mostrarte algo, pero no te enamores de mí, okey —Replico Nicolás con una gran sonrisa, aunque era algo tensa. Finalmente, se sacó la última prenda que tena dejando su torso expuesto.

Valentino vio una gran cicatriz que corría en su abdomen de lado a lado. Era una cicatriz antigua, sus bordes estaban descoloridos y se podía notar que debió haber sido dolorosa cuando fue infligida. Además de esa cicatriz, sus pectorales estaban llenos de cicatrices redondas como si fueran el efecto de una quemadura.

—Explícate, necesito entender por qué me muestras tu cuerpo.

—Hablaste de una cicatriz larga, no quiero malentendidos entre nosotros, por eso te la muestro.

—¿Quién te hizo eso?

—Fue mi padre, un día que no quise aceptar a uno de sus clientes, tanto me negué que me golpeo con fuerza y cuando estaba tirado en el piso cogió un cuchillo y me realizo el tajo, según él, para enseñarme a respetarlo. Yo tenía dieciséis años cuando lo hizo. Después de eso los clientes ya no me solicitaban tanto, de haberlo sabido yo mismo me hubiera realizado el corte. — Soltó Nicolás con una ligera carcajada.

—¿Y los círculos?

—¿Estos? — pregunto Nicolás mientras señalaba las marcas. —Son marcas de cigarrillo, obra y gracia de mi madre, los realizaba cuando mi padre me estaba violando o cuando quería que yo tuviera sexo con ella. Gran familia, la nuestra, ¿no?

Valentino estaba asqueado, no podía entender como Nicolás había sobrevivido sin convertirse en un maldito degenerado como ellos.

—Lo lamento.

—No es necesario, ya llegué a un acuerdo con mi pasado. La esperanza de saber que mi hermana y Carmen estaban vivas me hacía soportar aquello con el único afán de escaparme y regresar a casa con ellas.




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