Perdóname...

Capítulo 76

Luego de unas cuantas rondas más, ambos se durmieron exhaustos, uno en brazo del otro.

Valentino abrió los ojos, embargado por todas las emociones que aún no salían de su pecho, sentir a la mujer que amaba desnuda contra su pecho, lo llenaba de algo que no podía describir. El olor de ella se había impregnado en todo su cuerpo.

Apenas estaba ingresando la luz a la habitación, cuando ella empezó a moverse, señal de que estaba despertando, pero ¿Quién despertaría? ¿Cuál de ellas?, luego recordó que ni siquiera sabía con cuál de ellas había hecho el amor, su cuerpo se tensó, aún más al sentir que las manos de ella recorrían su pecho muy tiernamente.

—¿Luana? —pregunto tímidamente, no queriendo asustarla.

Luana, escucho que alguien la llamaba a lo lejos, aún se sentía adormecida y ligeramente adolorida, ¿adolorida?, se repitió en su mente, ¿adolorida, por qué? Se incorporó inmediatamente en la cama, mientras las sabanas caían y dejaban al descubierto su cuerpo desnudo.

—¿Qué diablos paso aquí? —pronuncio alarmada, mientras miraba a su alrededor y veía a Valentino con el torso desnudo y mirándola cariñosamente.

—¿Cansada? — pregunto mientras la miraba directamente a los ojos de manera descarada.

Luana se quedó mirándolo directamente, sorprendida por lo descarado que estaba siendo Valentino al preguntarle cómo se sentía, sintió que la sangre subía a su rostro, y este se encendía, se sentía avergonzada en el fondo, a pesar de que sabía a ciencia cierta que habían tenido sexo. Suspiro, que le quedaba, debía asumir que una parte de ella había querido ser suya de nuevo.

—¿Dónde estamos?

—En nuestra casa, la casa que diseñaste cuando aún soñabas con ser arquitecta.

—¿Alex?

—En su habitación, aún debe estar durmiendo, por si aún o te has dado cuenta, son las seis de la mañana, no tenemos necesidad de levantarnos de la cama aún.

—¿Estás loco?, ¿Qué haremos si Alex se le ocurre venir a vernos?

—Él sabe que estamos juntos en esta habitación, así que no creo que venga y si lo hace tocará la puerta antes.

Luana se sentía incómoda, se levantó de la cama envuelta en la sabana, se metió a la ducha, necesitaba bañarse y cambiarse para sentirse más segura y menos avergonzada.

—¿Quieres que te acompañe? — pregunto Valentino mientras se acercaba desnudo al baño y sonreía de oreja a oreja.

—No seas descarado y ponte algo encima. — Respondió horrorizada Luana al verlo tras de ella y sintiendo los brazos de él alrededor de su cintura.

—Está bien, está bien, no molestaré más, báñate para bajar a tomar desayuno, hay muchas cosas de las que hablar y creo que tendré que ponerte al día en muchas de ellas.

Valentino sonrió, mientras se ponía unos joggers amplios de color gris, una polera a juego, salió de la habitación y se dirigió a ver a los niños. Ellos aún dormían, lo que les daba una ventaja para poder conversar de todo aquello que Luana se había perdido y que no recordaba; bajo las escaleras, se acercó a la cocina y quito la seguridad de la casa, al estar todos despiertos, creía que no había la necesidad de impedir el ingreso del resto de personas que estaban en el inmueble, por otro lado, los ayudantes domésticos, estaban a punto de llegar.

Regreso a la habitación, Luana estaba cambiada y parada frente a la ventana mirando hacia el jardín, la neblina aun o se había levantado por completo, así que todo estaba gris. La abrazó por la cintura y apoyo su barbilla contra su hombro. Luana puso sus manos sobre las manos de Valentino y se recostó sobre su pecho, se sentía feliz, de tenerlo así, no quería pensar en nada, solo quería disfrutar de estos pequeños momentos robados.

Tenían muchas cosas que discutir, además debía regresar a casa, seguramente su madre tenía que estar muy preocupada, Aun así, le molestaba tener lagunas y no recordar las cosas que habían pasado. ¿Cómo vivía? Se preguntaba; por otro lado, sabía que su otra personalidad era la que había aceptado hacer el amor con Valentino, ¿él lo sabría?

Le molestaba que su otra personalidad hiciera cosas, que ella no podía recordar. ¿Había disfrutado de su cuerpo?, ¿él pensó en ella en el momento que lo hicieron?

—¿Qué piensas nena? ¿Por qué estás tan callada?

—No es nada,

—Dímelo cariño, sabes que no debes guardarte secretos y más si puedes compartirlos conmigo.

Luana se sonrojó —Estoy celosa de que la otra Luana te tuviera y que yo no pueda ni recordar cómo es tenerte.

—Cariño, tú y ella son la misma persona, además, con quien estuve anoche fue contigo, trata de recordar, lo sé bien. Si hubieras sido ella, ni siquiera me hubieras permitido acercarme. Tranquila y no estés celosa de ti misma.

Siguieron abrazados, mirando cómo se iba aclarando la mañana, aunque el cielo seguía gris, y el jardín se veía húmedo por la garúa nocturna.

—Bajemos a desayunar, hay cosas importantes de las que tenemos que hablar, y no podemos esperar mucho tiempo.

—¿Tus hijas? ¿Dónde están?

—Están aquí en esta casa, duermen en las otras habitaciones, ¿sabías que se llevan bien con Alex? Se tratan como hermanos.




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