—¿Entonces aceptaste, que tuviste tres hijos?
—Eso no quiere decir que tus hijas sean las mías. — Luana se quedó callada luego de decir esas palabras, ¿y si fueran sus hijas? ¿Y si realmente esa loca, hizo pasar a sus pequeñas por sus propias hijas? — Suéltame, dijo Luana tratando de liberarse de los brazos de Valentino. — Suéltame y termina de explicar.
Luana se sentó nuevamente en el mueble frente al escritorio.
—Bueno, continuo entonces. Luego de hablar con Alex y dejarte a su cuidado, fui a ver a mis hijas, para comprobar que ellas siguieran durmiendo y que no se hubieran enterado de nada de lo que estaba pasando.
—¿Dejaste a un pequeño a cargo de una mujer que terminaba de tener una crisis? ¿En serio eres un adulto?
—Tranquila, estabas sedada. Así que lo único que harías sería dormir por un buen rato. Me acerqué a la habitación de Gia.
—¿Gia? ¿Quién es ella?
—Es mi hija más pequeña. Ya no interrumpas. Me acerqué a su habitación, sus pies estaban fuera del cubrecama y pues vaya sorpresa, mi bebe tenía ese pequeño lunar en la misma ubicación en que Alex tenía el suyo, la cubrí y salí de ahí rumbo a la habitación de Gis, mi otra hija antes de que me interrumpas para preguntar de nuevo. Y si, también tenía el bendito lunar.
Luana, se quedó callada unos instantes mientras lo miraba con esos inmensos ojos verdes que lo hipnotizaban y lo hacían sucumbir ante sus encantos. —Eso no las hace mis hijas, ¿no?, solo las hace hermanas de Alex.
—Hay algo que no había tenido la oportunidad de contarte, Maritza, no puede tener hijos.
—Me lo imagino, ¿por el cáncer no?
—No, necesariamente, su útero fue extirpado cuando era muy joven, jamás salió embarazada, cuando me enteré de eso, empecé a dudar de que las niñas incluso fueran mis hijas. Por eso solicité una prueba de ADN, el resultado debe estar llegando en cualquier momento.
—Pero los exámenes lo hiciste entre tú y las niñas, ¿cómo comprobaría eso, que soy su madre?
—Bueno, también hice que te hicieran la prueba, para salir de dudas.
—Pero en ese momento aún no sabías de la marca.
—Lo sé, sin embargo, lo hice a petición de Alex, ese niño es muy inteligente. Salió a mí. —Dijo Valentino mostrando una sonrisa de oreja a oreja.
—Disculpa, pero la inteligencia es heredada de la madre, así que él salió a mí.
—Ja, ja, ja, está bien lo que tú digas cariño.
En ese momento el celular de Valentino sonó y luego de un rato sonrió con suficiencia. La impresora empezó a trabajar y unas hojas empezaron a salir, se levantó y se las alcanzo a Luana que lo miraba intrigada.
—Aquí está el resultado, comprueba por ti misma.
Luana recibió los papeles, y comprobó, que las niñas, eran noventa y nueve punto, nueve por ciento hijas suyas. Las hojas cayeron a sus pies, no podía creer que estuvo lejos de sus hijos por casi siete años. Ya sea por una u otra razón, no había podido darles el amor de madre que ellos se merecían.
Sintió un odio intenso por esa mujer que le había robado los mejores años de sus hijos, la edad en la que los niños formaban su personalidad, las lágrimas caían sin cesar por su rostro, sentía desespero, y frustración. Se puso de pie, tenía que buscar a Maritza y romperle la cara por desgraciada.
—¿Sabes siquiera dónde está? —Le pregunto valentino sin moverse siquiera de su asiento.
Luana retrocedió, ella ni siquiera sabía dónde se encontraba ella misma en ese momento. Giro sobre sus pies y lo miro. — ¿Qué debo hacer?, me siento inútil, no sé, ni siquiera donde estoy.
—Primero tranquilizarte, segundo tus hijos, nuestros hijos están aquí con nosotros y creo que debemos decirles la verdad a ellos primero, por último, tenemos que descubrir quién fue el que ayudó a Maritza a quitarte a las niñas.
—¿Cómo les diremos a las niñas, que yo soy su verdadera madre?
—Ya lo veremos más tarde, por ahora estoy esperando que Nicolás venga, hay más cosas que debes saber, pero es algo que debe explicarte el mismo.
—¿Qué cosas son?
—Es algo sobre tu pasado, que creo que es importante que descubras si queremos que las crisis dejen de ocurrir. Esa era una de las razones por las que Avalos se encuentra aquí, pero ahora no creo que sea buena idea dejar que él te trate, tengo muchas sospechas sobre él, aunque Nicolás diga lo contrario.
—¿Por qué sospechas de él?
—Le dije que aún no te sedara, porque estabas hablando de la persona que ayudo a Maritza, solo me dijiste que el tipo tenía una cicatriz, pero no pudiste decir nada más, Avalos ya te había sedado, aun en contra de mis órdenes, te quedaste dormida sin poder decir nada más.
Fue como si temiera que pudieras decir algo más que lo comprometiera.
—¿Y si solo fue una coincidencia?
—Tal vez, pero es mejor estar prevenido, ¿no crees?
—Tal vez tengas razón. ¿Entonces qué haremos? Le diremos lo de las niñas o ¿lo ocultaremos de él?
#18370 en Novela romántica
#3444 en Joven Adulto
amor ayuda esperanza, depresion ansiedad dolor muerte, odio amor cáncer amistad
Editado: 16.02.2023