Perdóname...

Capítulo 79

La otra niña la miraba desde una esquina, sus ojitos abiertos de par en par mientras miraba la interacción entre ellos.

Su corazón se llenó de ternura al verla tan alejada de todos ellos, se acercó a su lado y toco suavemente sus cabellos. — Y tú, pequeña, ¿Cómo has amanecido?

—Bien tía, dormí bien. — El corazón de Luana se encogió un poquito al escuchar como la llamó Gis, pero tenía que entender que la niña, no sabía quién en realidad era ella. Se tranquilizó, le tomo de la mano y la condujo hacia el comedor.

La mesa estaba llena nuevamente, avena con leche, tortillas de verduras, gofres con salsa de chocolate y unas deliciosas papitas smile.

Los niños se sentaron emocionados alrededor de la mesa, listos para empezar a desayunar.

—Chicos, ¿lavaron sus manos?

—Mamá tenemos hambre, podría ser después, ¿por favor? — Dijo Alex.

—No, es importante lavarse las manos antes de tomar los alimentos, apresúrense y lávense las manos antes de que todo se enfríe.

—Pero mami, mi papito no siquiera se ha bañado y seguro ya tomo desayuno contigo.

Luana sonrió mientras miraba a Valentino y recordó que él solo se había vestido y bajado a desayunar.

—Tino, ve a bañarte de inmediato, no lo puedo creer ¿Qué tipo de ejemplo le estás dando a los niños?

—Pero, porque yo, hace frío. — Dijo Valentino haciendo un puchero.

—Apúrate, ve rápido —Respondió Luana mientras lo empujaba hacia las escaleras.

—Está bien mamá, pero no seas renegona. ¿No quieres acompañarme? — Hablo mientras la tomaba por la cintura.

—Suelta, hombre, y ve a bañarte que hasta aquí siento tu olor.

—Pero te gusta mi olor — Respondió Valentino mientras susurraba cerca de sus oídos, para que solo ella lo escuchara.

Luana se estremeció ante su cercanía. Se recuperó y lo empujo suavemente para que continuara su camino por las escaleras.

—Niños, ¿ya? — Les dijo mientras los miraba y fingía seriedad.

Los niños corrieron hacia el baño de invitados y luego regresaron apresurados a sentarse a la mesa. El desayuno siguió sin mayores interrupciones que las que emitían los niños al decir que todo estaba muy rico.

Por medio de la pared de vidrio templado pudo ver que Nicolás se acercaba a la casa, seguido de su madre y detrás de ellos venían dos personas que no sabía quiénes eran, el tipo era blanco de cabellos negros y mirada tranquila; era más bajo que Nicolás, pero se notaba que era asiduo al gimnasio debido al tipo de cuerpo que tenía, mientras que la mujer a su lado, era delgada y alta; su cabello corto y negro estaba cortado de manera asimétrica, su piel era de un rico color chocolate.

Asumió que eran los profesionales de los que Valentino había hablado.

Se acercó a la puerta para dejarlos entrar, mientras trataba de poner un aspecto calmado y desinteresado. Los guio amablemente a la sala, mientras rogaba internamente que Valentino se apresurara, para que le diera el respaldo que sabía que necesitaba.

Sentía la mirada del hombre sobre ella, intensa, tan intensa que le provocaba escalofríos por su columna vertebral, aun así, los invito a sentarse.

Ella quería estar muy lejos de ese lugar, sentía que corría peligro, tal vez fuera por las advertencias de Valentino, pero se sentía inquieta al estar frente a esas personas, a solas. Miro a Nicolás que le sonreía abiertamente, su mamá trato de tomarle de las manos, pero de manera abrupta las retiro.

—Lo siento mamá, no me he sentido bien. —Pronuncio bajando los ojos, avergonzada, por el bochorno que había hecho pasar a Carmen.

—No te preocupes cariño, entiendo. Lo importante es que estés bien.

—Gracias mami. — Respondió Luana sonriendo levemente y tratando de ocultar su nerviosismo.

—Luana, te has sentido mejor luego de la crisis de anoche —Pregunto el tipo que Luana asumió que era Avalos de manera inmediata. No quería que él la descubriera, así que trato de fingir que era la Luana, que él atendía.

—Si ya estoy mejor, me dijo Valentino que tuviste que sedarme. Gracias por actuar rápidamente. — Sintió una mano presionando su hombro, miro de reojo y supo inmediatamente de quien era la mano, al fin pudo respirar tranquilamente.

Valentino se sentó en el brazo del mueble, mientras pasaba su brazo por encima de los hombros de ella.

—Qué bueno que vinieron. —les dijo, mientras arreglaba un mechón de cabello que Luana tenía en su rostro. —les parece si pasamos a mi oficina, necesitamos hablar de cosas muy importantes que los niños no deberían escuchar, antes de que Julieta nos dé su opinión.

—¿Entonces les vas a decir la verdad? — pregunto Nicolás, mientras jugaba con un hilo suelto de su chompa.

—Empezaremos con tu verdad, que creo que es muy importante que Luana sepa, no podemos mantenerla al margen de todo, por su propio bien.

Valentino se levantó y tomo de la mano a Luana para ayudarla a levantarse, luego los guio rumbo a su oficina privada en un costado de la sala de estar.




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