Perdóname...

Capítulo 80

—Bueno, nuestro padre, está en Lima, lo vi ayer en la Clínica Mayo, llego a visitar a Maritza.

—¿Por qué visitaría a Maritza? No entiendo.

—Maritza, tú y yo somos hermanos, para ser más exactos somos trillizos.

—Nooo, estás loco, te has fumado de la mala. — Se burló Luana.

—Calma Lu, deja que termine de hablar. —Dijo Valentino de manera tranquilizadora.

—Tino, es imposible, eso querría decir que mi mamá también es madre de los tres, y hasta donde yo sabía, Nicolás era mi medio hermano. Mi madre no es su madre.

—Luana —Dijo Carmen con voz muy tranquila. —Nena, yo no soy tu madre, soy tu tía. Tu madre se llama Isabela y tu padre Gerardo, yo soy la hermana de Isabela.

—Mientes, ¿por qué harías eso mamá?. ¿Por qué criarme para luego decirme que no eres más que mi tía?

—Lu, escúchame, esto es muy complicado. Nuestro padre es un maldito desgraciado que está metido en la trata de blancas, nosotros fuimos víctimas de su negociado. Cuando mamá Carmen se enteró de que éramos víctimas de abuso, ella y su esposo nos rescataron y nos trajeron a los tres a vivir con ella, lamentablemente Gerardo nos encontró, y las ataco a ustedes dos, dejándolas al borde de la muerte.

—Pero como se enteró Gerardo del lugar donde nos encontrábamos. —Inquirió Luana

—Bueno, eso es sencillo, Maritza se los dijo.

Luana respiro con fuerza, mientras apretaba los puños, hasta cuando esa mujer estaría metiéndose con ella.

—Lu, piensa un poco por favor. Ella era una niña pequeña que había sido abusada y que ya no podía decidir por sí misma, pregúntale a Julieta, ella podrá explicarlo mejor que yo.

—Lu, cariño, Nico tiene razón, Tu hermana fue una víctima en ese entonces, por eso actuó como actuó, pero lo que haga ahora que ya es adulta es otra cosa. No la juzgues por las cosas que tuvo que hacer cuando era una pequeña de tan solo cinco años. —Hablo Julieta muy calmadamente.

—Maritza, lo ha llamado para poder actuar en contra de nosotros, no me cabe la menor duda, es por eso que Valentino nos trajo a su casa. Su único fin es protegernos.

Luana se quedó en silencio por un rato mientras su mente calibraba todo lo que estaba escuchando hasta el momento, por ratos tenía fogonazos que le iban aclarando la historia en su mente, sentía que lo que le estaba contando Nicolás, de alguna forma ya lo sabía, solo que había sido enterrado en su memoria. ¿Sería que estaba reordenando su mente? Era lo más probable.

—Eso lo entiendo, entonces no es tan cierto que me trajeras por lo de la hipnoterapia, ¿no? — Dijo mientras miraba a Valentino con cara de interrogación. —Dijiste que era por la terapia, pero era más para protegernos de ellos.

Valentino se sorprendió, eso solo lo sabía la otra Luana, la que estaba aquí con ellos, no podría saberlo, de ninguna manera. Iba a preguntarle delante de todos, pero se había dado cuenta, que estaba tratando de fingir que era la otra ¿Qué estaba tramando?

—Así es, la verdad de todo era que quería protegerte.

—Gracias. Por cierto, eso que me acabas de contar lo escuche anoche, cuando lo hablaban en la casa al costado de la piscina.

Todos se quedaron sorprendidos, incluso ella, después de decirlo. Se dio cuenta de que su mente se estaba aclarando, al menos con la información nueva, porque la anterior era como si estuviera bloqueada.

—Fui a buscarlos, anoche y escuché toda la conversación. Lo siento mucho hermanito, me duele que hayas tenido que pasar por todo eso. Lo bueno es que escapaste y ahora estás con nosotros, no dejaremos que vuelvan a lastimarte ¿No es así, Valentino?

—Si cariño, te ayudaré a protegerlo.

—Mami, — Dijo dirigiéndose a Carmen — Tú siempre serás mi madre y mi padre, esas personas que dicen ser mis padres biológicos, no representan nada para mí, y al igual que con Nicolás, Valentino también me ayudara a protegerte. No tengas miedo.

—Ya que las cosas están aclaradas, creo que deberíamos empezar con el tratamiento de Luana. ¿Qué opinan? — hablo Avalos.

Luana se quedó fría, no quería quedarse a solas con ese tipo, le daba muy mala espina. —Lo siento, ¿podrá ser mañana?, no me siento bien, solo quiero dormir, han pasado demasiadas cosas y no creo estar preparada para empezar.

Avalos hizo una mueca de fastidio, pero rápidamente su rostro cambio y mostró una total tranquilidad, pero ese gesto no pasó desapercibido para Luana.

—Tino, ¿me puedes acompañar a la habitación?, me duele mucho la cabeza, quiero descansar.

—Okey cariño, te acompaño. Gracias por todo, recuerden que están en su casa, me llevaré a Luana a descansar.

Ambos salieron de la oficina y se dirigieron rápidamente a las escaleras. Al llegar a la habitación, Luana se sentó en la cama y lo quedo mirando, sin saber si debería decirle lo que estaba sintiendo.

—¿Estás bien?

—Sí, ¿sabes quién soy?

—Lo sé, eres la Luana fuerte, pero no eres la de ayer la que escucho la conversación.




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