Perdóname...

Capítulo 82

«—¿Nico? Hermanito ¿Dónde estás?

Luana buscaba a su hermanito, abría puertas y más puertas, pero él no estaba, sus pies emitían ruidos sordos, estaba descalza y con frío, pero su hermano no aparecía. Siguió corriendo mientras lo llamaba a gritos, su hermano siempre desaparecía y cuando lo volvía a ver, él estaba golpeado, ya le había dicho muchas veces que no hiciera travesuras, para que sus papás no lo golpearan, pero él siempre se rebelaba y trataba de huir.

Se detuvo en el pasillo oscuro para tratar de escuchar cualquier ruido, pero no había nada, cuando ya estaba por rendirse, escucho algo, miro de frente y vio la puerta negra, aquella puerta que Nicolás siempre le decía que no abriera, se acercó sigilosa, pero llena de miedo, temía lo que había dentro.

Una luz se filtraba por la rendija del piso y los ruidos sordos salían de esa habitación, tenía la seguridad de que había alguien adentro, tal vez era su hermano que había sido castigado.

Tomo valor y empezó a caminar en esa dirección, cuanto más se acercaba, más miedo sentía, todo su cuerpo temblaba como si fuera una hoja al viento, empujo la puerta suavemente y las lágrimas cayeron sin parar, su hermano lloraba y gritaba mientras un tipo estaba detrás de él, su hermanito sufría, estaba desnudo, ella quería entrar y defenderlo cuando los ojos de Nicolás se posaron en ella y le dijo con los labios sin emitir ningún sonido “VETE”, ella retrocedió, siempre tenía que hacer caso, porque si no lo hacía, Nicolás era golpeado. Corrió sin parar y se metió debajo de su cama aterrada por lo que había visto ¿Qué le estaban haciendo a su hermano? No lo entendía, hubiera querido ayudarlo, pero se sentía impotente, era tan pequeña e indefensa.

—¿Lo viste?

Luana miro a la niña que estaba sentada en el taburete frente a la cama, tenía una muñeca y ella misma estaba vestida como una muñeca. —¿Lo viste? — volvió a preguntar.

La niña se bajó de la silla y se acercó a la cama, se arrodilló mientras la observaba llorar. —Se lo merece, se lo merece. —Hablo con voz suave. —Le dije que dejara de provocar a papá, pero no le importo, aun así trato de huir. Entonces, ¿tú qué crees?, ¿se lo merece?

Luana quiso hablar y decirle que no, que su hermanito era un buen niño, que se portaba bien, que no debían golpearlo ni lastimarlo, pero ninguna palabra salía de ella, quiso gritar, pero no salía nada de su garganta, trato de moverse, pero su cuerpo no reaccionaba, estaba paralizada y las lágrimas seguían cayendo sin parar.

Maritza la miraba mientras acariciaba el cabello de su muñeca rubia. —Tú tampoco te salvarás, mamá y papá dijeron que mañana es tu día, hay un señor que ha pagado mucho por ti y te harán lo mismo que le están haciendo a Nicolás. ¿Tú crees que lo siento? O ¿qué me importa lo que te pase?, eres mi hermana, pero no importa, si nos pasó a nosotros, ¿tú por qué te salvarías?»

Luana trato de moverse, pero sentía su cuerpo engarrotado, las lágrimas caían sin parar, pero solo sentía oscuridad, quería gritar y correr, pero no podía. Siguió gritando y moviéndose sin parar y a lo lejos escucho que alguien la llamaba.

—Lu, amor despierta; tienes una pesadilla. —Valentino sacudía a Luana tratando de despertarla, pero no reaccionaba, estaba tentado de ir a buscar a Avalos, pero se negaba a hacerlo, para él no era digno de confianza, algo ocultaba.

Luana seguía gritando, Valentino la abrazo con fuerza mientras le repetía que se calmara, que todo era una pesadilla, que abriera los ojos, que él estaba ahí para ella.

Finalmente, Luana reacciono y se sentó en la cama, con el rostro bañado en lágrimas y tratando de calmarse, le era imposible respirar, aún tenía las imágenes en su mente y lo único que sentía era náuseas, ¿sería verdad?, ¿eran parte de sus recuerdos perdidos?

—¿Mi hermano? —Dijo finalmente.

—Se acaba de ir a la empresa, ¿quieres que lo llame?

—No, no lo hagas, solo fue una pesadilla muy real. Al menos creo eso.

—¿Me cuentas? —Dicen que lo mejor que se puede hacer es contar los malos sueños para poder quitarlos de la mente. Anda cuéntame.

Luana, pensó que tal vez era lo mejor, para que guardarse la pesadilla, lo mejor era sacarla de una vez. Empezó a contarle mientras Valentino la escuchaba callado, mientras sus puños se apretaban con fuerza, ahora entendía por qué Luana se había salvado de la desgracia, porque solo Maritza y Nicolás fueron lastimados. Gracias a dios, el cuerpo de Luana había encontrado una manera de evitar el sufrimiento.

Pero lo más extraño de todo era ¿Por qué los recuerdos estaban volviendo? ¿No se suponía que para eso tenía que llevar el tratamiento? Su mente empezó a sospechar, había algo raro en todo lo que estaba ocurriendo.

Seguía abrazándola, mientras ella contaba lo que había soñado, el fijo su vista en el buró al costado de la cama, las pastillas seguían intactas, el vaso con agua no había sido usado.

—Cariño, ¿tomaste la medicina?

—No, olvide hacerlo.

—¿Hace cuanto que no tomas el medicamento?

—Creo que son tres días con este.

Valentino se quedó pensando, ¿y si fueran las pastillas?, ¿y si Avalos la estaba medicando…? No, sería ilógico… Pero tal vez...




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