Perdóname...

Capítulo 85

Perla la observaba discutir con su hija, sin que el ánimo de Luana se alterara, vio que su hija estaba tratando de provocarla, pero no pisaba el palito y no perdía la compostura. —¿Y cuáles serán esos motivos? — Pregunto.

—No tengo por qué darles explicaciones, ¿no les parece?

—Mami, esta mujer es una grosera, no sabes cómo me golpeo hace unos días en la oficina de Tino. —Hablo rápidamente Regina mientras se tocaba el rostro.

—¿Qué dices?, ¿esta mujer se atrevió a golpearte?

—Sí, lo hizo.

Luana las miro, la madre se hacía la que no supo que su hija había sido golpeada, era imposible que no lo supiera. Ya estaba harta de esa conversación, así que cerró los ojos y no las miro más.

Las mujeres no volvieron a hablar al percatarse que Luana las ignoraba. Un ruido proveniente del estudio le saco de su letargo, observo por el rabillo del ojo y vio a Valentino caminar hacia la sala con un hombre alto y de mediana edad, cabellos grises cubrían sus sienes, parecía una buena persona, se les veía sonriendo felices, al parecer la conversación había sido amena, agradeció interiormente a dios, por haberle dado a su amado una familia de apoyo.

Se incorporó suavemente en su asiento al ver que ellos entraban a la sala.

—Maestro, ella es Luana, el amor de mi vida.

—Así que tú eres Luana — respondió el hombre mirándola fijamente. —Valentino me hablo mucho de ti durante todos estos años. Qué bueno que han vuelto a ser una familia.

—Papá, como vas a decir eso, olvidaste todo el daño que esta mujer le causo a Tino.

—Silencio Regina, no te metas en esto. Valentino tiene todo el derecho de hacer con su vida lo que él quiera.

—Pero papá, ¿olvidas que esta mujer me golpeo?, ¿no estabas molesto cuando viste mi rostro golpeado?

—Regina, eres mi hija, pero no voy a solapar tus majaderías, quemaste el rostro de la hija de Valentino con café caliente y no conforme con eso golpeaste a su hijo, Luana es su madre y estaba en todo el derecho de defenderlos.

—¿Madre? — pregunto Perla estupefacta.

—Así como lo oyes, Luana y Valentino tienen tres hijos y están pasando por un momento difícil, no les aumentemos los problemas y Regina, mantente al margen de la vida de ellos.

Regina se levantó de un golpe y salió molesta de la sala mientras las lágrimas corrían por su rostro. Perla la siguió, mientras miraba desconcertada a los presentes en la sala, nunca imagino que la existencia de tres niños, Valentino jamás había mencionado tener hijos, por eso se había ilusionado con que el fuera novio de su hija, pero sus sueños quedaron destrozados al ver la realidad. ¿Qué sería de la pobre de su hija?

Arturo vio a su mujer y a su hija abandonar la sala disgustadas, pero él no podía hacer nada, en el fondo también había querido que Valentino se hiciera su yerno, luego de divorciarse de Maritza, pero la repentina aparición de Luana había tirado por la borda todas sus ilusiones.

—Bueno muchacho, gracias por venir a verme, debo ir a consolar a las mujeres de mi vida, disculpen si no los acompañó a la salida. —Hablo mientras les sonreía de manera condescendiente.

—Gracias por escucharme maestro, ya sabes que puedes contar conmigo para lo que desees.

—Adiós — dijo Luana mientras seguía Valentino hacia la salida.

Ya en el auto, Valentino tomo la mano de Luana y le dio un casto beso en el dorso, —lamento que te trataran así cariño.

—No te preocupes, no esperaba menos, se nota que te quieren mucho.

—Así es, cuando terminamos ese año, me refugié en el trabajo y Arturo siempre estuvo ahí para mí, apoyándome en cada paso que di para mi recuperación. A veces cuando salía de viaje, en vez de regresar a casa de tía Tula, me quedaba en esta casa y aunque no lo creas, Regina no es tan mala persona, solo está confundida, cuando era pequeña yo le ayudaba con las tareas. —Narro Valentino con un deje de tristeza.

—Nunca podremos olvidar el pasado, ¿no? —Dijo Luana con tristeza. —Lamento haberte causado tanto dolor, en esa época estaba muy mal, no sabía lo que sentía, además confundí mis sentimientos hacia Nicolás, y lo que en realidad sentía por él era un cariño especial, con el tiempo me di cuenta de que simplemente era el llamado de la sangre.

—Ya no pienses en eso, amor, ahora estamos aquí, juntos nuevamente. Quiero que recuerdes que no importa lo que suceda, siempre serás mi único y más grande amor.

—Perdóname, nunca quise hacerte tanto daño. Tú siempre serás el más grande amor de mi vida. — Dijo Luana mientras las lágrimas surcaban su rostro.

Valentino la atrajo hacia su pecho y luego tomando su rostro entre sus manos, la beso con delicadeza al inicio y luego con un fuego feroz que amenazaba con quemarlos vivos.

—Nunca me cansaré del sabor de tus labios. —dijo mientras se relamía los labios con gusto por el sabor inconfundible que dejaba ella en él.

Luana estaba sonrojada y con los labios hinchados como única prueba de los besos que se habían dado. Valentino arrancó el auto y salieron de la propiedad de su maestro, el día estaba a punto de terminar y tenían que enfrentarse a un nuevo reto, ¿Cómo se enfrentarían a Avalos?




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