Perdóname...

Capítulo 98

Valentino llegó apresurado a la clínica, estaba sumamente preocupado y molesto. Le dolía en el alma que sus hijas fueran víctimas de las maquinaciones de Maritza y se culpaba por haber sido un inconsciente a la hora de manejar esos asuntos, debió aclarar con sus hijas quien era su verdadera madre en el momento en que se enteró de que eran hijas suyas y de Luana.

Con paso decidido se dirigió a la habitación en la que estaba internada Maritza.

A mitad de camino, se encontró con Daniel que ya lo estaba esperando.

—¿Tienes los papeles?

—Ya los redacté y los tengo aquí conmigo, todo está tal y como lo solicitaste.

—Bien. —Respondió Valentino, cuya cara solo reflejaba la furia que lo invadía.

Solo tenía que esperar que Maritza firmara los papeles para empezar con el trámite de divorcio y en el caso de que se negara tenía sus propios medios para obligarla a firmarlos. No le daría ventaja nuevamente para hacer lo que le diera la gana.

Llegaron a la habitación, pero no la sala estaba vacía, una enfermera estaba saliendo de ella con la ropa de cama que había retirado.

—Disculpe, la señora que estaba en esta sala ¿Dónde está?

—Solicito su alta el día de ayer.

—Puta madre —Grito Valentino, mientras daba un golpe contra la pared, esa maldita se había ido antes de que él llegara.

La enfermera se asustó al ver la violencia con la que Valentino había reaccionado a su información, pero se preocupó más al ver que sus nudillos sangraban y habían dejado una marca en la pared.

—Disculpe, señor, pero debería atender ese golpe, podría infectarse.

—Okey, gracias y disculpe por mi reacción. — Respondió valentino aún molesto.

¿Dónde estaba su hija? Se preguntó, el GPS lo había traído hasta ese lugar, pero la niña no se encontraba. Reviso su aplicativo, y el punto rojo vibrante señala que estaba en el lugar, al menos con un margen de error de cinco a diez metros a la redonda.

Reviso la sala y mientras estaba en eso la enfermera hablo nuevamente.

—Señor, encontré esto al momento de limpiar, pero creo que es muy pequeño ´para pertenecer a la señora que se quedaba aquí. —la enfermera le mostró una pequeña pulsera.

Valentino la recogió y se dio cuenta de que era la pulsera que le dio a Giselle. Inmediatamente, se preocupó pensando en que habían raptado a su hija y habían dejado la pulsera al descubrir que esta pulsera tenía un localizador.

Desesperado, salió corriendo de la sala rumbo a la zona de seguridad y vigilancia de la clínica, quería comprobar las cámaras de seguridad para saber quién se había llevado a su niña.

En las imágenes de seguridad vieron a la niña bajar de un taxi y entrar directamente a la clínica, luego no la vieron salir por ningún lado. La vieron en el pasillo rumbo a la habitación y luego salir de esta, pero luego se desapareció, no había más rastro de ella.

Valentino estaba desesperado, no sabía dónde buscar a su hija, solo sabía que por las imágenes del CCTV que su pequeña no había salido del inmueble.

Daniel y Valentino salieron de la oficina de seguridad y empezaron a buscar a Giselle por toda la clínica con la ayuda de algunas personas de seguridad de la clínica, pasaron dos horas en esa actividad cuando el celular de Valentino sonó y un número desconocido se vislumbró en la pantalla del equipo, dudo antes de contestar, pero pensó que tal vez podría tratarse de la persona que se llevó a Giselle.

—¿Señor Ordóñez? — Se escuchó la voz de una mujer al otro lado de la línea.

—El habla — respondió de manera tajante.

—Tengo a su hija conmigo, quiere hablarle.

Los dedos de Valentino se pusieron blancos de tanto presionar el celular y su rostro perdió el color pensando que su hija estaba en peligro.

—¿Papi? — Hablo Giselle con su pequeña vocecita ahogada en sollozos — papi, ven por mí, por favor.

El corazón de Valentino se contrajo mientras trataba de mantener la calma al responder. —¿Dónde estás hija? — Pregunto.

—Estoy en un parque cerca de la antigua casa. Ven por mí, por favor, quiero ir a casa contigo.

—Pásame con la dueña del celular, cariño.

—Dígame señor. — Respondió la mujer.

—¿Puede enviarme su ubicación actual por WhatsApp?

—Si señor, lo hago en este momento y trate de apurarse, la niña parece enferma, está temblando mucho.

—Llegaré lo más rápido que pueda, cuídela, por favor —Dijo Valentino mientras subía al auto y verificaba la llegada del mensaje, coloco la dirección en el auto y se dirigió de inmediato al lugar que señalaba el GPS.

Veinticinco minutos después, Valentino bajaba del auto y se acercaba a una banca del parque, su pequeña hijita estaba sentada en un rincón del banco mientras su pequeño cuerpito temblaba de manera visible.

—La niña está con fiebre —Hablo la joven mujer. —pensé en llevarla al hospital, pero como usted ya estaba en camino decidí esperar.




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