Perdóname...

Capítulo 99

Luana cargo con Gia y salieron apresuradas, rumbo a la clínica, no le importo su seguridad, solo sabía que su pequeña estaba enferma y se maldecía por haberse quedado dormida y no darse cuenta de que algo sucedía con ella.

Finalmente llego.

Valentino le dijo que estaban en el segundo piso en el área de pediatría, Giselle estaba con un goteo continuo para bajarle la fiebre.

Cuando llego a la habitación vio a su hijita con la cara roja y los ojos vidriosos, aún no hacía efecto el antipirético que habían colocado al suero, el cual estaba conectado a una vena del frágil brazo de la pequeña.

—Mami, ¿Gis se pondrá bien?

—Si cariño, los medicamentos ayudaran a que le baje la fiebre. — Dijo Luana mientras unas gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

Valentino, puso una de sus manos en su hombro mientras presionaba levemente. —Tranquila, cariño, pronto estará bien.

—Si mami, Gis siempre tiene fiebre. ¿Esta vez porque fue papi? —Pregunto la niña.

Valentino se inclinó a la altura de su hija y sacudió su cabello despeinándola un poco. —No lo sé cariño, cuando se sienta mejor nos contara.

Luana escucho la conversación de los dos y los miro fijamente.

—Gis, no está enferma realmente, ¿no? —Pregunto intrigada, mientras su cabeza pensaba en la llamada de Maritza. —¿Fue ella?

—Mami, Gis siempre tenía fiebre cada qué madre la trataba mal.

Luana puso un rostro furioso, al pensar que sus hijas vivieron con ese tipo de monstruo por casi ocho años.

—¿Dónde estabas cuando todo eso ocurría? —Pregunto con los dientes apretados para no elevar el volumen de su voz. — ¿Dónde carajos estabas? — Repitió mirando con rabia a Valentino.

Valentino bajo el rostro avergonzado, Luana tenía toda la razón al estar molesta, el mismo se sentía indigno de llamarse padre después de haber dejado a su suerte a las pequeñas en manos de Maritza.

Durante todos esos años a lo único que se dedicó fue a viajar, a hacer dinero y a contemplarla como un bobo mientras trabajaba para su empresa. En verdad él había sido un irresponsable con sus hijas.

Se arrepentía de todo corazón, pero no podía retroceder en el tiempo y las lamentaciones ya no servían de nada. Tenía que seguir adelante, demostrarle a su mujer y a sus hijos que era lo suficientemente fiable para que ellos confiaran en el que el resolvería todos los malentendidos que habían surgido entre ellos.

—Lo lamento, Lu.

Luana lo miró molesta, pero por dentro sabía que todo era culpa de ella, si no hubiera terminado con él, al principio de todo estarían juntos y criando a sus hijos. Nada de eso hubiera pasado, pero él hubiera no existe. Solo el ahora y nada más.

Se acercó a él y lo abrazo por la cintura.

—Yo también lo lamento, disculpa mis arranques, pero me siento demasiado frustrada con todo lo que está sucediendo, primero la desaparición de Alex y ahora lo de Gis, estoy asustada.

—Tranquila, amor, todo se resolverá, Nico está tras los pasos de Alex, Diana está tras el juicio por la paternidad, solo es cuestión de tiempo que lo encontremos y que obtengamos su custodia definitiva. Por otro lado, de Gis, hay que esperar que se despierte y nos cuente lo que paso.

—¿Por qué no me dijiste que estaba enferma? Me hubieras despertado y la hubiéramos traído juntos.

—Cariño, Giselle se escapó de la casa para buscar a Maritza, luego que te durmieras fui en su busca y no la encontré, es ahí donde me di cuenta de que vino a la clínica, vine como loco a buscarla, pero ya Maritza había sido dado de alta, el día de ayer. Revisé en la sala donde se quedaba y encontré la pulsera que tenía el rastreador, luego ya no supe dónde buscar. Una mujer me llamo a pedido de Gis y fui a buscarla a un parque cerca de la casa donde vivíamos.

—Pobre mi bebé.

—La traje a la clínica de inmediato, ya que volaba en fiebre. Algo debió pasar para que ella se enfermara.

—Debe ser esa mujer… no sabes cuánto la odio, si la tuviera frente a mí te juro que la mato con mis propias manos.

—Cálmate, nada bueno sacarás si te alteras, recuerda que tú también te estás recuperando y no quiero que recaigas, ¿está bien?

—Está bien, trataré de calmarme.

Giselle se movió en la cama y abrió los ojos asustada, trato de sentarse si darse cuenta de que tenía una aguja clavada en su brazo, su carita de dolor impresionó a sus padres que se acercaron de inmediato a contenerla para evitar que se moviera y se lastimara.

—Bebé, quédate quieta, por favor, estás en la clínica y te han puesto medicina, si te mueves te dolerá. —Aconsejo Luana.

—Mami, —dijo Giselle estirando sus brazos para abrazarla, dejando sorprendida a Luana con esa reacción, ya que Gis, era la que más quería a Maritza,

Luana la abrazo tratando de contener sus lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos. —Aquí estoy cariño, pronto te llevaremos a casa, ¿está bien?

—Si mami. —Respondió Giselle haciendo un puchero con sus labios.




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