Perdóname...

Capítulo 102

Unos pasos apresurados se escucharon a lo lejos. Luana miro hacia atrás y se dio cuenta de que era Valentino que estaba regresando con dos de sus guardaespaldas.

—Tino, regresaste — Dijo Luana acercándose a él, pero este la esquivo, dirigiéndose directamente a Maritza.

—¿Qué haces de pie? Te han dado de alta ayer, debes estar en cama aún.

—Lo sé cariño, pero me preocupé cuando me dijiste que nuestra pequeña estaba en la clínica y no pude quedarme en casa sin tener noticias de ella.

Luana miraba atónita lo que estaba sucediendo, ni en sus peores pesadillas hubiera imaginado que esta situación ocurriría, movió la cabeza con desesperación mientras trataba de entender lo que estaba sucediendo.

—Valentino, ¿Qué significa esto? — Pregunto desesperada.

Valentino por fin la miro, pero su rostro no mostraba ninguna emoción, simplemente la miro como si ella fuera cualquier cosa, su mirada nuevamente se posó en Maritza.

—Mary, necesitas sentarte, pronto llegará una silla de ruedas para que estés más cómoda.

—Doctor, ¿podemos entrar a ver a nuestra pequeña? — Pregunto Maritza con una voz lánguida.

—Si señora, ya pueden pasar.

—Ni lo intentes — Grito Luana, tratando de impedir el ingreso de Maritza a la habitación de su hija. Maritza trató de ingresar de todas maneras, lo que provoco que Luana le diera un fuerte empujón haciendo que esta diera un traspié y cayera hacia atrás.

En un acto reflejo, Valentino la sujeto por la cintura impidiendo que esta diera contra el piso. Maritza se sujetó al cuello de Valentino para estabilizarse, pero su tobillo se había torcido debido al empujón y a que los tacos de sus botas eran del siete.

Uno de los empleados de Valentino llego con una silla de ruedas, Valentino levanto en sus brazos a Maritza y la sentó en la silla de ruedas.

—Luana retírate de la clínica, no te necesitamos aquí. —Hablo de manera seria y cortante.

Luana no entendía lo que estaba pasando, las lágrimas rodaban por sus mejillas sin contención, se sentía al borde de un ataque de nervios y no sabía cuánto más podría resistir sin caerse al piso víctima de una crisis conversiva.

Odio ver a Valentino tomar en sus brazos a su hermana, a la mujer que había destruido su vida, que le había robado a sus hijos.

La rabia empezó a inundar su corazón, odiaba a Valentino más que a la propia Maritza.

—¿Valentino te estás dando cuenta de lo que estás haciendo? — Pregunto como un último intento de entender lo que estaba pasando.

—Luana vete, no tienes nada que hacer aquí. — Respondió fríamente, pero sus ojos no dejaban de mirar a Maritza.

—Mírame, maldita sea y dime que me marche; no seas cobarde y dime a la cara que debo irme.

Valentino levantó su rostro inexpresivo y la miro a los ojos. —Lárgate, no te necesitamos aquí. — Respondió mientras presionaba sus dientes con fuerza.

—¿Qué sucede aquí? — Pregunto Nicolás que acababa de llegar. Y se dirigía directamente a Luana, que trastabillo un poco y trato de sujetarse de la pared en un afán de mantenerse de pie.

—Mami — grito Georgia al ver que Luana estaba a punto de hacer al piso y salió corriendo en dirección a ella.

—Georgia regresa — grito Maritza histérica tratando de levantarse de la silla de ruedas para impedir que se fuera con Luana, pero unos dedos fríos presionaron con fuerza su hombro y la retuvieron contra la silla, ella levantó la vista y le pareció ver una mirada de desesperación de Valentino, pero no podía confirmarlo, ya que su mirada era fría y despiadada nuevamente.

Nicolás atrapó a Luana en sus brazos impidiendo que esta cayera, la mantuvo pegada a su cuerpo mientras esta trataba de recomponerse y aguantar sin demostrar cuan rota estaba,

Georgia se quedó mirándola asustada. — mamita, ¿estás bien?

—Si cariño — Respondió Luana mientras la tomaba de la mano.

—Doctor, esa mujer es una paciente psiquiátrica, debe ser internada — Hablo suavemente Maritza, haciendo que el doctor y la enfermera la miraron de nuevo.

—Basta Maritza —Hablo Valentino, y se puso detrás de la silla de ruedas y empezó empujarla en dirección a la habitación de Giselle.

—Maldito, te arrepentirás de lo que estás haciendo — Grito Luana desesperada.

—Te dije que te largaras ¡Fuera! — Rugió Valentino mientras miraba con odio a Luana.

—¡Que tienes! — Finalmente grito Nicolás.

—Llévatela, sácala de aquí, antes de que la meta presa por intentar lastimar a mi esposa —Hablo fríamente sin mirarlos. Georgia regresa aquí.

—No, papá, me iré con mi tío y mi mamá. No quiero estar contigo ni con ella, — Replico Georgia.

—Valentino, trae a mi pequeña de regreso — Hablo Maritza.

Valentino se agachó y se acercó a su oído, luego le planto un beso en la mejilla y avanzó hacia la habitación antes de cerrar la puerta, se le oyó decir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.