Perdóname...

Capítulo 105

—Luana, despierta cariño, llegamos a casa. —Hablo suavemente Nicolás mientras sacudía a su hermana dormida en el asiento trasero y tomaba a su pequeña sobrina en sus brazos. —Lu — volvió a repetir —Despierta, hace demasiado frío y Gia puede enfermarse con esta temperatura.

En el fondo temía, que luego de la crisis, su hermanita no se recuperara y hubiera perdido sus recuerdos nuevamente.

Luana abrió los ojos, se sentía rara, adormecida. Sacudió su cabeza tratando de despertar de un tirón.

Nicolás la miro tratando de descifrar a la mujer frente a él. Ella estaba en silencio mirando todo como si lo estuviera viendo todo por primera vez.

—Carajo, Nicolás, que tanto me miras. ¿Tengo bichos en la cara?, ¿baba?

—Puta madre, Luana me has asustado hasta la muerte.

—Pues no lo creo, te veo muy vivo.

—Okey, okey Lu, ¿sabes dónde estamos?

—Claro, que lo sé, estamos en la casa de Valentino, ¿a dónde más iríamos? Si a ti y a mí nos está persiguiendo, esa porquería que dice ser nuestro padre.

Nicolás se quedó sorprendido por la respuesta, no esperaba que Luana dijera eso, ella no estaba al tanto de la situación, solo escuchaba lo que le habían contado, pero aun eso estaba fuera de su mente.

—Nico lleva a mi hija adentro, ¿quieres que se congele?, voy a buscar a la tía Carmen, necesito hacerle unas preguntas.

—¿Tía? — pregunto Nicolás extrañado.

—Si tía, Nicolás, ella no es nuestra madre, nos cuidó cuando éramos pequeños, y luego se quedó conmigo todos estos años. Es nuestra tía, nuestra madre es la puta que nos vendía cuando éramos niños, ¿lo olvidaste?

—¿Lo recuerdas todo?

—Sí, recuerdo, todas y cada una de las cosas que nuestros padres nos hicieron, incluso recuerdo el día que nos encontró debido a que Maritza lo llamo y le dijo dónde estábamos viviendo. —narro Luana con rencor en su mirada y en sus palabras.

—¿Ella nos delató?

—Ella lo hizo y sonrió cuando la bestia intento violarme; dijo que me lo merecía, y que esa era la única manera de que fuéramos hermanas.

—Lu, ella aún era una pequeña niña, y había sido lastimada más que nosotros dos. — Hablo con voz baja Nicolás, sintiendo lástima por Maritza aun después de todo. A su mente regreso las risas de ella cuando él era lastimado, cuando ella misma lo llevo de la mano a aquel lugar donde empezó su calvario y su desgracia, pero aun así comprendía que su hermanita de ese entonces solo era una pequeña víctima.

—Esa zorra jamás fue una víctima — Respondió Luana con odio en su mirada —Todo fue un invento de ella, a ella jamás la dañaron, hizo que creyeras que había pasado para que te dejaras usar, yo vi todo, pero aun así pensé que éramos hermanas y que lo que sucedía en esa habitación solo era un juego, yo no creía en ese momento que ellos abusaban de ti. Maldita sea la hora en que confié en ella, dijo que extrañaba a Gerardo y que solo quería escuchar su voz, así que deje que lo llamara y la maldita le dijo dónde estábamos.

—Calma cariño, eso ya paso. Yo estoy bien.

Luana suspiro profundo y ahogo en ese suspiro toda la rabia y frustración que sentía en ese momento, pero estaría loca si dejara que sus hijas continuaran con esa enferma psicópata.

—Debo volver a la clínica y recuperar a mi hija.

—Lo sé, pero hay algo que tienes que ver antes de que actúes por tu cuenta. Entremos a la casa, me estoy congelando. Luego buscaras a Carmen y hablaras con ella ¿okey?

—¿Tú qué haces aquí? — pregunto Luana furiosa mientras su mirada caía en Jimmy, que había estado parado al costado de la puerta del todoterreno sin saber cómo irse de ese lugar. —Imagino que escuchaste todo, ¿no?

—Si señora, pero no diré absolutamente nada a nadie.

—Más te vale, — Respondió Luana, recordando que ese tipo era la mano derecha del padre de sus hijos. —Ya que estás aquí, me imagino que tienes algún mensaje de Valentino, ¿no?

—Así es.

—Perfecto. Asumo que dirás que todo lo que paso en la clínica es una farsa, ¿no es así?

—Si señora, usted es muy inteligente.

—Lo sé, — Respondió ella como si hablara del tiempo. —Muéstrame lo que tienes Nicolás, me imagino que Valentino te envió algo.

—¿Cómo sabes que él, envió algo?

—¿Cómo no lo haría?, él me ama y nunca haría algo para lastimarme aun cuando en el camino el lastimado sea él.

Nicolás movió la cabeza, esta hermana suya era todo un caso, prepotente como ella sola, orgullosa y altanera, hacía muchos años que no veía esa actitud en ella y estaba emocionado.

Nicolás subió la escalera, emocionado y acostó a una muy dormida Georgia en su cama, la arropo y bajo apresurado, en la sala lo esperaba Jimmy y Luana quienes tenían unas tazas con chocolate instantáneo en sus manos.

—¿Y la mía?

—En la mesita, ¿no tienes ojos?

—¿Y los malvaviscos?

—Nicolás, ya basta no eres un niño.




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