Perdóname...

Capítulo 106

—Bebé, ¿te sientes mejor?

—Si papi. Papito, ¿cuándo veré a mi mamá?

—Voy a decirle a tu tío Nico, que venga a buscarte, ¿está bien?

La niña sonrió de manera entusiasta, pero luego su carita se ensombreció al recordar que su papá, no volvería con ella a casa. —papi, yo quiero que vuelvas a casa conmigo, no te vayas con Maritza, tengo miedo.

—Cariño, tranquila, tu papito sabe lo que hace, solo debo ir para recuperar a Alex, ¿no quieres que tu hermanito regrese a casa?

—Si papá, pero prométeme que te cuidaras, por favor, ¿sí?

Valentino beso a su pequeña en la frente, adoraba a sus hijos y por ellos haría cualquier cosa con tal de recuperarlos. Cogió su celular para realizar una llamada mientras miraba a su hija quedarse dormida nuevamente, no había vuelto a tener fiebre, parecía que al contar todo aquello que sabía su estabilidad mental había regresado, igual tendría que hacer que Julieta hablara con ella y comprobara que todo estaba bien.

—Hola, cariño — le respondieron del otro lado de la línea.

—¿Lu?

—¿Quién más podría ser?, ¿esperas que Nicolás te diga cariños?

—Ja, ja, ja, ese imbécil es capaz de decirme eso. — Bromeo Valentino al ver que Luana estaba de buen humor.

—Oye cuñado, ¿cómo es eso de que soy un imbécil? ¿Es que todo el amor que te he demostrado no es suficiente para que me des un poquito de respeto? —Sollozo Nicolás interrumpiendo la llamada de Valentino.

—Déjate de tonterías, Nicolás y escucha, ven a recoger a Giselle, el médico ya le dio el alta.

—¿Mi bebe está mejor?, ¿no volvió a tener fiebre? — Pregunto Luana preocupada.

—No cariño, ya no tuvo fiebre nuevamente, por eso quiero enviarla a casa lo más pronto posible. Necesito arreglar algunas cosas.

—Okey. — Respondió Luana mortificada. —Ten cuidado con lo que haces, para cuando regreses no debe faltarte nada, ¿me entiendes?

—Valentino, iras a la casa de las Magnolias —Interrogo Nicolás.

—Si iré para allá, debo recuperar las imágenes de las cámaras que instalaron mientras Maritza estuvo en la clínica.

—¿Por qué? — Pregunto Luana —No puedes recuperar las imágenes desde tu celular, ¿Qué tipo de cámaras has adquirido?, ¿son del año de la pera?

—Cariño, les faltó tiempo a los chicos, cuando estaban instalándolas, llego Isabela y tuvieron que irse y solo dejaron las cámaras grabando todo lo que ocurría en esa casa, por eso debe regresar a la casa de las Magnolias — Explico Valentino.

—Recupera a nuestro hijo, por favor — rogó Luana.

—Tranquila, cariño, recuperaré a Alex, pronto lo tendremos en casa. Nicolás muévete y ven por Giselle ahora. Luana no salgas de casa, quédate dentro, estaré más tranquilo y podré moverme con facilidad.

—No te preocupes cariño, me quedaré en casa como una buena niña, pero si no regresas pronto, entonces iré a buscarte donde quiera que estés. —Sentencio Luana, para luego subir al segundo piso a revisar que su hija esté durmiendo tranquilamente, dejo a su hermano y a su marido para ultimar los detalles de aquello en que estaban metidos para recuperar a Alex.

Odiaba que Maritza tuviera el control de la situación, pero algún día pagaría por todo el daño que estaba haciendo.

—Tu hermana, es terrible. —Dijo Valentino preocupado.

—Lo es, así que trata de solucionar todo lo más pronto posible, porque seré incapaz de contenerla en cuanto se desespere. Por cierto, recupero por completo toda su memoria, ya no hay lagunas, por eso te digo que ahora es más temible que nunca.

—Ya me dio miedo, —Contesto de manera socarrona Valentino. Aunque sabía muy bien lo loca que era Luana cuando se enfadaba y pruebas tenía muchas de cuando eran novios antes de separarse, pobres chicas que iban tras de él, se enfrentaban a una máquina demoledora. Su cuerpo se escarapelo de solo pensarlo, pero una sonrisa también ilumino su rostro, esa mujer lo amaba más que a su propia vida, de otra manera no lo hubiera amenazado, se preocupaba por él.

Colgó la llamada, y se dedicó a observar a su pequeña dormida.

Cerro los ojos para tratar de descansar cuando su celular volvió a sonar, salió de la habitación para contestar y dejar dormir de manera tranquila a Gis.

—Dime.

—Ella fue directo a la casa de las Magnolias, se encontró con su madre, un rato después llego su padre y estuvieron reunidos en la sala, luego estos salieron dejándola sola.

—¿Sabes a donde van?

—Van en dirección a la clínica, es lo que me informaron quienes los siguen. Pero no van solos, a mitad de camino se les unieron dos vehículos con lunas polarizadas, no pudimos confirmar cuantas personas más van dentro.

—¿Solo eso?

—No, señor, cuando estaban en la sala vimos una sombra en el segundo piso, no estamos muy seguros, pero hay algo más.

—Que más, habla rápido hombre, que más.

—Parece que instalaron un bloqueador de señal, ya no percibimos la señal del teléfono de la señora Maritza.




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