Perdóname...

Capítulo 113

—Está bien sobrino, no cuelgues ¿okey?, deja el celular encendido, no importa si se apaga, yo sabré encontrarte, cuéntame más en detalle en donde estás escondido.

—Es como una especie de mercado, hay muchos puestos, con gente gritando y ofreciendo su mercadería.

—¿Qué más puedes ver?

—Al fondo se puede ver el mar, creo que es como una especie de muelle.

—¿Una playa?

—No, hay muchos botes y gente bajando de ellos, hay camiones…

—Frigoríficos — dijo una voz de niña — son como los camiones donde se lleva alimentos congelados, como los camiones que usa la empresa de mi papá para trasladar a los almacenes.

—¿Entonces no es un mercado?

La niña contestó nuevamente, —Es un lugar donde llegan los barcos con peces y hay muchos contenedores en un costado. —

—¿Pueden ver algo más?

— Tío, hay una grúa… grúa pórtica — exclamo Alex. —La vi una vez cuando vine con mi papá Pablo, estaba grabando un video sobre un muelle.

—¿Un muelle?

—Si tío, tío, solo nos queda uno por ciento de batería, voy a tomar una foto y te lo envió para que veas.

Nicolás trató de escuchar más para poder ubicar a su sobrino, se escuchaba todo tipo de voces, hablando de descarga, al parecer eran los estibadores, si perdía la señal de Alex antes de saber dónde estaba todo estaría perdido.

—Alex, corre nos encontraron — grito la niña mientras arrastraba con ella a Alex, ambos corrieron desesperados y en su loca carrera el celular cayó de las manos de Alex, este trato de regresar a recogerlo, pero la niña no lo dejo. —Ya no hay batería, es una carga inútil, corramos antes de que nos encuentren.

Y eso fue lo último que escucho Nicolás mientras daba un golpe contra el asiento del automóvil.

—¿Aló? —dijo una voz gruesa desde el otro lado de la línea.

—Hola — respondió Nicolás nervioso — ¿Quién eres?

—No importa quién soy, solo vi a unos niños corriendo, y recogí el celular que se les cayó.

—Por favor dime en qué lugar están, los estoy buscando — Rogó Nicolás sin medir las consecuencias, su preocupación era tanta que olvido todas las instrucciones que le habían dado en la escuela.

—Muelle artesanal del Callao — respondieron del otro lado de la línea y un pitido se dejó escuchar inmediatamente, Nicolás timbro y timbro, pero la contestadora solo respondió, el número al que ha llamado se encuentra apagado o en un área fuera de servicio.

—Matty, los niños están en el Muelle artesanal del Callao, ya estoy por la avenida Gambeta nos encontramos ahí, los niños vieron una grúa pórtico eso debe darnos una referencia.

—Está bien jefe, justo estamos en el óvalo, vamos para allá de inmediato.

Nicolás colgó de inmediato y llamo a Mike para darle la ubicación.

Veinte minutos después, Nicolás, bajo del auto junto con Jeremy, corrieron hacia el terminal pesquero, pensando que tal vez los niños pudieran encontrarse ahí escondidos, pero por la hora, el lugar ya se estaba que, dando vacío, había pocas probabilidades que hubieran entrado a ese lugar pensó.

Regresaron al auto y avanzaron más hacia el mar, directo al muelle, aún había botes, lanchas aparcadas y pequeños barcos, el sol brillaba en el fondo, pero el viento corría sin parar.

Nicolás bajó aún antes de que el carro se detuviera por completo, entro al muelle y corrió como un loco mirando de un lado para el otro buscando a los dos niños, asustado de que los hubieran encontrado, sintió que lo seguían y se dio cuenta de que eran Matt y los otros, se detuvo un instante para dar las órdenes y fotografías de los niños al WhatsApp. Todos asintieron a las órdenes y se dispersaron en todo el muelle.

La prioridad encontrar a los niños, si podían capturar a los secuestradores, sería una buena racha, pero en este momento era encontrar a los niños sanos y salvos antes de que volvieran a desaparecer.

Pronto en el muelle se encontraban veinticinco personas con caras de pocos amigos buscando en los alrededores, algunos vestidos de civil de manera discreta y un grupo de ellos vestidos con traje y un mono auricular en la oreja izquierda.

Los estibadores y los pescadores los miraban con curiosidad, sabían que los tipos elegantes no eran policías, seguramente eran guardaespaldas de algún tipo rico, fue lo primero que pensaron, pero los tipos de civil, esos de hecho eran polis, era raro ver que gente así se uniera.

Generalmente, los policías odiaban a los guardaespaldas de la gente rica porque ante ellos no tenían poder, aun cuando según la ley ellos eran los guardias de la seguridad en el estado.

El tipo al que servían los guardaespaldas debía ser muy rico, pensaron. Se sentaron a mirar con curiosidad, tratando de enterarse de que sucedía. Lo extraño era que nadie mostraba placas, si realmente fueran policías lo habrían hecho, de inmediato pensó uno de los pescadores que estaba sentado en un pequeño barco en el que estaban cargando hielo, pronto tendría que marcharse y no se enteraría de lo que había sucedido. —Maldición — dijo, le gustaba el chisme, pero no podría quedarse más tiempo, tenía que hacerse a alta mar, la pesca de pota era muy importante para la sobrevivencia de su familia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.