Perdóname...

Capítulo 115

—¿Quién eres? ¿Por qué tienes este número? —Preguntaron de manera irritada. — Niño cuelga que este número no es para jugar.

Alex miro el número detenidamente, pensando que se había equivocado, pero no había error, era el número del hombre que le dijo que era su tío.

Del otro lado de la línea colgaron de inmediato.

Alex miro con asombro la pantalla del celular y se quedó pensando en si debía insistir o no, ¿y si tal vez el sujeto, que decía ser su tío, no era más que un estafador? Se preguntó. No, es imposible, pensó, la voz le parecía conocida, trato de recordar donde la había escuchado antes de ese día, pero no podía recordarlo, aunque tenía chispazos de imágenes medio borrosas que se interponían en su mente.

—Alex, ¿vas a insistir? — pregunto Mindy, con los ojos rojos.

—Lo haré, dame unos minutos, tal vez el celular fue cogido por otra persona.

El barco seguía avanzando, ya podían ver la isla San Lorenzo, la brisa fría del mar se pegaba a sus caras, Alex estaba asustado, pero trataba de mostrar tranquilidad a la niña, no quería verla llorando, así que trato de distraerla mostrándole los paisajes que una vez su mamá le mostró cuando fueron, sonrió para sí mismo, mientras le contaba la historia de José Olaya que nado desde la playa Pescadores en Chorrillos hasta la playa Cantolao en la Punta para entregar información a la resistencia peruana en pro de la independencia.

—¿Quién te enseño todo eso? — Pregunto Mindy, que miraba a lo lejos una isla. — ¿sabes cómo se llama esa isla?

—Todo eso me lo enseño mamá Luana y esa isla es llamada San Lorenzo. — indico Alex señalando la isla — Los piratas se ocultaban ahí.

—Alex, ¿quién es mamá Luana?, ¿no me dijiste que tu mamá se llamaba Victoria?

Alex se sujetó la cabeza, el dolor era intenso, al tratar de recordar porque menciono a esa tal mamá Luana, la cara de una mujer aparecía en su mente, le llamaba hijo, y él la abrazaba y le decía, que así ella lo olvidara, él siempre la recordaría. Las lágrimas corrían por su rostro, el dolor era tan intenso que finalmente se desmayó ante la preocupación de los dueños del barco y de la pequeña Mindy.

—Jules trae alcohol, tratemos de despertarlo. Perico intenta llamar al número de nuevo, si los están siguiendo debemos saber a qué atenernos, no podemos dejar que los encuentren o que sepan que nosotros los ayudamos.

Jules se acercó con el alcohol y un algodón, luego de tratar de reanimar a Alex, finalmente se dio por vencido.

—Jules, quédate con los niños, voy a detener el barco, hasta que nos comuniquemos con tierra, no regresaremos al puerto, es demasiado peligroso para todos nosotros, temo que hasta nuestras familias se vean afectadas.

—Tienes razón Tobías, es mejor que nos quedemos varados, ¿Cuánto combustible tenemos?

—El suficiente, si apagamos los motores en lo que esperamos la comunicación.

—Está bien, tú eres el capitán y el más conocedor de todos nosotros — Respondió Jules, cuando su mirada se fijó en el tatuaje burdo que tenía Tobías en la mano, señal de su tiempo en prisión.

Tobías tenía un conocimiento que ellos como personas que jamás habían pisado una cárcel no sabían y si Tobías decía que corrían peligro, él le creería pie juntillas. Tobías había sido un secuestrador en sus épocas más jóvenes, pero se retiró de esa vida cuando conoció a su esposa y tuvo hijos, ella le lloraba todos los días para que abandonara esa vida para que pudieran vivir tranquilos y ahora con su trabajo como pescador podía darles una vida sencilla y tranquila a su familia y siempre daba la mano a todo aquel que necesitaba.

El motor se apagó y soltaron el ancla en una zona lejos del muelle como para no ser vistos.

Perico siguió insistiendo, pero la llamada no ingresaba, parecía que estaban demasiado lejos de la zona de cobertura, la llamada de Alex había tenido suerte, aunque no tan buena.

Se sentaron mientras miraban el horizonte, Tobías fumaba un cigarrillo mientras Alex seguía como dormido en el piso de la embarcación. Tenía un mal presentimiento, algo se le estaba escapando, su ojo empezó a palpitar con fuerza, su ojo izquierdo nunca fallaba, así como la vez que tenía ese presentimiento y por no hacer caso la policía lo había atrapado y metido en la cárcel.

Se levantó de inmediato.

—Chicos saquen el ancla, nos vamos para Chorrillos, no podemos quedarnos aquí.

Perico y Jules se miraron y actuaron de inmediato mientras Tobías se dirigía a la cabina para empezar a moverse.

Mindy solo observaba en silencio todo lo que estaba ocurriendo mientras observaba que Alex empezaba a moverse.

Alex se sentó en la cubierta, el barco había empezado a moverse de nuevo.

—¿Sabes a dónde vamos? — Pregunto Alex

—Escuche que era peligros que volviéramos a tierra, ahora vamos rumbo a Chorrillos.

Alex se quedó callado mientras pensaba, si él estuviera a cargo a pesar de ser un pequeño niño, también hubiera tomado esa decisión. Celebró internamente que el mayor de los hombres hubiera tomado esa decisión.

Tobías apareció, al escuchar las voces de los niños.




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