Perdóname...

Capítulo 120

Del otro lado de la línea maldijeron, tiraron todo lo que estaba en el escritorio, era una lástima que el negocio se hubiera caído tan pronto, el problema sería hablar con los futuros clientes que ya habían dado el cincuenta por ciento del valor del producto.

Maldijo nuevamente mientras sacaba un puro del cajón de la derecha de su escritorio, lo cortaba y lo encendía, aspiro una bocanada de humo cuando entro su mujer y al verlo en ese estado solo pudo suponer que el negocio se había ido por el caño.

—Nuevamente lo perdimos.

—No te preocupes mujer, ese niño caerá en nuestras manos nuevamente, solo hay que tener paciencia. Y en lo que respecta a la niña, se salvó esta vez.

—Pero era la única manera de tener al primer ministro en nuestras manos. —Hablo la mujer.

—Lo sé cariño, pero ya encontraremos la manera de tenerlo en nuestras manos, creo que tiene una hija de veinte años, ¿no?

—Así es, está en la universidad, ¿has pensado en algo?

—Sabes que siempre estoy pensando en todo. Tú no te preocupes, esto se resolverá pronto.

—Está bien, iré a casa de Maritza, esta vuelta loca.

—Dale unos calmantes, la verdad no sé qué le vio a ese marido suyo, ni que la tuviera tan grande como la mía, para que lo extrañe tanto.

—Ja, ja, ja, hay cariño cuando no, tú con tu humildad, pero no puedo negar que tienes lo tuyo, creo que tendrás que darle una visita a nuestra hija, tal vez así la puedas poner en regla nuevamente — hablo la mujer mientras se acercaba a él y su pequeña mano tomaba su miembro por encima del pantalón; se relamió los labios solo de imaginar ver a su marido con su hija desnudos.

—Cariño, ya lo haremos de nuevo, en cualquier momento volveremos a ser la familia que éramos, sé que extrañas a tu hijo, pero no creo que él extrañe los viejos tiempos.

La mujer furiosa con la respuesta quiso marcharse, no le parecía justo que su marido pudiera disfrutar plenamente con su hija mientras que ella no podía, desde que Nicolás los abandonara solo soñaba con volver a tenerlo entre sus brazos, así tuviera que drogarlo como cuando era un adolescente para que fuera capaz de follarla como un loco, se dio la vuelta para alejarse de la oficina, pero el hombre jalo de sus cabellos largos luego la empujo con fuerza contra el escritorio, provocándole un dolor fuerte en el vientre por el golpe recibido en el filo del escritorio, la doblo y separa sus piernas mientras levantaba su vestido y rompía la prenda interior.

En otro lado de la ciudad, Luana y Valentino llegaron a la empresa sin mayores contratiempos, habían logrado escapar sin riesgo del muelle y ahora sentados en la oficina del último piso de L&V, esperaban noticias de Diana, que ya estaba en la villa, hablando con Maritza, la policía y la fiscal a cargo del caso.

La puerta se abrió, y entro la secretaria, indicando que había llegado a la empresa una persona que solicitaba verlo con urgencia y venía de parte del primer ministro.

—Asumo que vendrán por Mindy — observo Luana.

—Es lo más probable, pero no podemos entregar a Mindy a cualquiera, siento que aún está en riesgo, y con la clase de gente que está tras los niños, no creo que se den por vencidos tan fácilmente, tal vez sean ellos los que se atrevieron a ingresar a la empresa.

—Lo sé, llama a Nicolás y pregúntale en cuanto tiempo llegara y que se comunique con el primer ministro, siento que esa persona que está afuera no viene por parte de él.

—Yo también lo creo, déjame hacer la llamada en lo que vas a ver a los niños, trata de distraerlos para que no vengan a la oficina hasta que te avise, recibiré a esa persona, para saber qué es lo que desea.

—Bien amor, iré a la sala de juegos, de paso intentaré comunicarme con Río, para que me informe como va todo en la villa, extraño a mis hijas y ya quiero que estén aquí con nosotros, es un riesgo que sigan allá y más si nosotros no regresaremos en un tiempo.

—Está bien amor, pero no te preocupes, todo saldrá bien, aunque suene redundante.

Luana se acercó con rapidez, le dio un beso en los labios y se alejó apresurada antes de que Tino reaccionara y la atrajera a sus brazos con premura.

Tino sonrió al verla salir, ella seguiría siendo la misma niña rebelde de la que se enamoró una vez, esa mujer era el amor de su vida y no la volvería a perder, aun cuando tuviera que enfrentarse al mundo entero por ella, no la volvería a perder.

Su celular sonó justo cuando una sonrisa boba iluminaba su rostro pensando en Luana, contesto de manera inmediata.

—Hey Nico, dame un toque, tengo que darle un aviso a mi secretaria.

Nicolás se quedó en la línea escuchando como Valentino autorizaba a su secretaria a dejar pasar al visitante.

—¿Es por Mindy? Imagino que ya tienes a los niños contigo, ¿no? — pregunto Nicolás al sentir que Valentino regresaba a la llamada.

—Así es, dicen que vienen de parte del primer ministro, pero yo no me he comunicado con él, para nada, el único contacto con el primer ministro lo tienes tú, por eso quería hablar contigo y justo llamaste.

—Uhmm, ¿entonces como sabe que tienes a Mindy?




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