Perdóname...

Capítulo 122

Valentino los observo en silencio, había algo extraño en esa familia, solo quedaba ver cuál sería la reacción del anciano ante la osadía de su hijo.

—Bueno señor Ordóñez, ya sabe a lo que he venido.

—Lo sé. — Respondió calmadamente Valentino y mirando a Nicolás hablo. —Están en la sala de juegos, ve tú por ella.

El rostro angustiado de Aarón no le paso desapercibido, mientras la cara de la mujer era de furia extrema.

—Papá, no debiste molestarte, yo había venido por mi sobrina.

—Cállate. —Rugió el anciano. —Tú y yo hablaremos en casa. Además, quiero a esa mujer lejos de ti, llévatela antes de que haga que la detengan.

—Papá, no seas así, recuerda quien es ella.

—Porque lo recuerdo es que te digo que no la quiero ante mi presencia nunca más.

—¡Tomás!, ¡cómo puedes tratarme así! — grito la mujer histérica. —Soy la madre de Aarón.

—Espero que recuerdes que eres su madre, antes de hacer estupideces, ahora lárgate o te arrepentirás si continúas aquí. ¡Sáquenla! —grito a sus subordinados, quienes se movieron raudamente para cogerla del brazo y sacarla a rastras de la oficina de Valentino.

Aarón salió tras de ellos, tratando de defender a su madre. Para Valentino esa relación era extraña, cuando entraron a su oficina parecían una pareja de amantes, pero resultaba que eran madre e hijo, ¿tal vez se confundió?, no; se dijo así mismo, esa familia era de la mar de extraña y eso en una escala del uno al diez, esa pareja estaba por un once y eso.

Nicolás llegó a la sala de juegos y encontró a los niños conversando con Luana, quien estaba en modo investigador con una cara de preocupación intensa.

—¿Sucede algo? — pregunto al verlos.

—¡Nico! — grito Luana — ven hermanito, hay un problema con Mindy.

—Cuenten qué sucede, por cierto, Mindy, tu abuelo ya está aquí; vino por ti.

La niña lo quedo mirando, mientras sus ojitos brillaban por el llanto contenido.

—¿Qué sucede preciosa? — pregunto Nicolás mientras se ponía en cuclillas para estar a la altura de Mindy que estaba sentada en una de las sillas frente a un monitor de computadora.

—¿Mi tío se fue?

—Tu abuelo le pidió que se marchara.

—Qué bueno — suspiro Mindy mientras hablaba bajito.

—¿No te llevas bien con tu tío?

Mindy se quedó callada y bajo la cabeza, mientras su cuerpo temblaba ligeramente.

—No temas, yo puedo ayudarte si tienes miedo de regresar a casa.

—Mi abuelo es bueno, la madre de mi tío es mala, ella me entrego a esos hombres para que me llevaran, mi tío se quedó parado mirando a pesar de que le suplique que me ayudara y cuando fue a hacerlo, ella lo golpeo, luego lo beso en la boca y los tipos partieron conmigo en su auto.

—Bueno, nena, tu abuelo te llevará a casa, está esperando en la oficina de mi cuñado, pero anota mi número de teléfono, si te metes en problemas de nuevo no dudes en llamarme.

—Gracias, podemos ir donde mi abuelo, lo extrañe mucho.

—Vamos. — Respondió alegremente Nicolás mientras la tomaba de la mano y salía con la niña del área de juegos oculta.

Finalmente, Mindy se fue con su abuelo.

—Papá, estoy muy feliz de estar de nuevo con ustedes — Hablo de pronto Alex mientras los abrazaba muy fuerte — Los quiero mucho ¿Dónde están mis hermanitas? — pregunto intrigado, ya que tenía un buen rato en la empresa y no las había visto.

En ese momento recién se dio cuenta de que la sonrisa de Luana no era completa, sus ojos tenían lágrimas sin salir, al principio pensó que se debía que él había estaba desaparecido, ahora se daba cuenta de que algo había pasado en casa con sus hermanas.

—¿Sucedió algo con Gis y con Gia?, ¿están en problemas?

—No cariño — contesto de inmediato Luana agachándose hasta ponerse a su altura. —Todo está bien, han surgido unos pequeños inconvenientes, pero ellas estarán pronto aquí con nosotros, los próximos días nos quedaremos en la empresa con papá.

El teléfono de Valentino sonó en ese momento y lo escucharon contestar con monosílabos, su rostro estaba furioso, Luana pensó de inmediato que las cosas no habían salido como esperaban, pero no pregunto nada hasta que él terminó la llamada.

—Diana ya está en camino con las niñas.

—Parecías molesto, ¿sucedió algo? — inquirió Luana.

—Ya sabes como es Maritza, llegaron unos reporteros y empezó a dar declaraciones afirmando que no le dejaba ver a las niñas, que ella es su madre y que las estoy escondiendo para que no tengan relación alguna con ella, les dijo que padecía de cáncer y que ni siquiera en sus últimos momentos le permitía convivir con sus hijas.

—Está jugando al papel de víctima nuevamente, tenemos que hacer algo Valentino; no podemos permitir que la prensa se involucre, ya que los más perjudicados serían los niños.

—No te preocupes, Los chicos están averiguando de qué canal de televisión eran los reporteros para hablar con el programa que trasmitirá la noticia, aclararemos este tema públicamente de una vez, para que no tenga de donde cogerse la próxima que se le ocurra alguna estupidez similar.




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