Perenne

Capítulo 5: Return

«Una promesa...», aquellas palabras salieron de su boca en un simple susurro mientras se dejaba guiar por la melodía de fondo; sin embargo, dos minutos después ella paró de golpe, subió la cabeza y se quedó observando detenidamente las luces del escenario, aunque esto no era exactamente lo que había llamado su atención, sino lo que escucho. Era una frágil voz masculina y en la inmensidad de sus recuerdos, la oyó prometerle algo; pero no sabía ¿de quién era?

—Smith. —Izaro giró su cabeza al escuchar su apellido, viendo como un chico de tez blanca con una coleta la miraba con una ceja levantada—. ¿Todo bien?

Ella no dijo nada, primero meditó sus palabras, entendiendo que había cometido un grave error al parar de golpe en pleno ensayo final antes de las preliminares. Formó una mueca de disgusto y con algo de pena movió su cabeza de manera afirmativa; indicando que nada pasaba. «Por favor, retrocede la música hasta donde me quedé», le pidió al chico y sin más, continúo.

Las teclas del piano no tardaron en volver a sonar justo en donde habían sido paradas, en la nota más alta. Izaro cerró sus ojos y levantó la cabeza extendiendo sus brazos para así, girar de forma feroz en un movimiento que le permitiera estar al mismo ritmo que la clásica música. No tenía más que pensar, debía ser firme en lo que estaba haciendo, pero no pudo evitar que una pregunta pasara por su mente, ¿qué había prometido? Aquello llegó de golpe y lo hizo siendo tan solo un pensamiento fugaz, uno que fue capaz de hacer que ella se equivocara ante la vista de aquellos que la miraban detalladamente.

—Algo anda mal... No es normal que ella se equivoque tanto en un ensayo final. —Los ojos azules de una hermosa chica pelirroja se mantuvieron atentos con cada paso que daba la joven en el escenario—. Calix, espero que no la estés forzando tanto.

Por un instante, su vista pasó al joven a su lado, dedicándole una expresión muy parecida al reproche; después de todo, aquella chica de nombre Layla, era la mejor amiga de Izaro Smith desde la infancia; aunque ella siempre la vio como una hermana.

—Tranquila, estoy seguro de que solo está nerviosa —Calix le contestó de forma serena mientras se hacía una nueva coleta—. Además, ustedes estudian de noche y por lo que sé, hoy tenían examen.

Luego estaba Calix, quien era un caso muy particular. Poseía una belleza sin igual y además, contaba con un gran intelecto. Cualquier chica moriría por él; sin embargo, su corazón siempre le perteneció a la joven pelirroja; motivo por el cual decidió ser el entrenador de ambas chicas. No obstante, aquel muchacho de pelo marrón, era el mejor amigo del hermano mayor de Izaro, por lo que también estaba ahí por ella.

—Eso no tiene sentido —replicó Layla, aunque solo obtuvo como respuesta un desinteresado alzamiento de hombros por parte de Calix.

Izaro se deslizó por todo el escenario dejando que unos cuantos mechones se posaran en un rostro. Dio un leve suspiro e hizo un Toe-loop junto con un Axel Salchow triple, no obstante, cuando llegó el turno del segundo salto (el más importante) algo extraño pasó. Por un momento vio una azotea, y en ella, a alguien de espaldas. Aquello, aún sin saber ¿por qué? logró asustarla de tal manera que perdió el equilibrio, cayendo de golpe en el hielo. La voz de Layla resonó por todo el lugar; sin embargo, Calix se mantuvo quieto esperando a que la chica se levantara y siguiera, pero nunca lo hizo.

—Izaro, ¿Te encuentras bien? —su voz sonó calmada, en verdad tenía la esperanza de que Izaro pudiera continuar, pero ella no le contestó, ni siquiera despegó su vista del frío suelo de hielo. Calix frunció el ceño y entonces dio unos cuantos pasos apresurados hasta donde estaba. Cuando la tuvo al frente, no tardó en arrodillarse y comenzar a palmear su espalda mientras le echaba una rápida examinada por todo el cuerpo en busca de heridas, encontrando sólo un rasguño—. ¿Qué ha pasado, niña?

— ¿Iza? —Una voz algo inquieta la llamó. Layla se encontraba a su lado esperando a que ella subiera la cabeza—. Vamos, nena, solo fue un error.

Izaro exhaló hondo, colocando una de sus manos en su frente. Levantó la mirada y observó detenidamente a quienes estaban a su lado, se veían borrosos, aunque después de un par de parpadeos todo se volvió más claro. Al principio no dijo nada, no tenía argumentos para explicar lo que había pasado e intentó esquivar el asunto levantándose; sin embargo, Calix tiró de su brazo obligándola a permanecer sentada.

— ¿A dónde crees que vas? —Inquirió tranquilamente sin apartar su mirada de ella—. Pretendes seguir cuando acabas de caerte de una forma tan horrible.

—Yo...Lo lamentó... —Izaro estaba quieta con la mirada pérdida, como si con ello, estuviera ordenando todas sus ideas; no obstante, terminó por mover su cabeza en total negación—. No lo sé... Creo que solo no me siento bien.

Calix permaneció callado, procesando todo lo que había escuchado, aunque Izaro podía ver como él la miraba con algo de duda; no le creyó.

—Niña, no seas tan tonta —expresó exasperante mientras se sentaba frente a ella—. Sabes perfectamente que si algo te pasa, el idiota de tu hermano me mataría.

—Claro que lo haría. Por cierto, ¿Qué hacen ustedes tres ahí?

De la nada y sin previo aviso, un joven de tez blanca, cabello castaño y poseedor de unos hermosos ojos marrones ocultos tras unos lentes negros, habló de repente estando detrás de Calix; quien no tardó nada en pegar un grito muy parecido al de una niña.

—¡¡Nada!! Digo... Yo. —El joven de coleta comenzó a balbucear una serie de palabras que no llegaban a un fin concreto. Los tres lo miraron y la más atenta fue Izaro; por lo que siendo consciente de la situación, lo interrumpió para ser ella quien hablara.

—Hermano, no es nada; solo me caí —explico llamando rápidamente la atención del joven; quien entrecerró sus ojos sin quitar aquella expresión tan neutral que le caracterizaba—. ¿Vamos a casa ya?



#8121 en Thriller

En el texto hay: amor, suspenso, thirller

Editado: 22.05.2021

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