Perenne

Capítulo 10: Gloomy Sunday

"Todos tienen una historia que contar."

— ¡¿Aló?! ¡¿Izaro?! ¡¿Uriel?! ¡¿Me pueden escuchar?! —Inquiere Alex a gritos al tiempo que sigue conduciendo a toda velocidad.

Nadie responde en la otra línea.

"Todos anhelan en un inicio ganarle a su verdugo."

— ¡¿Chicos?! ¡Respondan joder! —Eufórico presiona el celular contra su oreja—. ¡¡Chicos!!

Silencio.

"Y en muchos casos, lo consiguen y son felices."

— ¡¿Chicos, están ahí?!

"Pero no todos corren con la misma suerte."

— ¡¿Chicos?! ¡Por favor respondan! —suplicó casi al borde del desespero—. ¡La detective Chantal debe estar buscándolos, así que solo tienen que esperar!... pronto estarán a salvo.

Pasó un minuto, no hubo respuestas, luego dos, pronto se comenzaron a oír algunos ruidos tras la línea; finalmente pasaron tres y entonces una voz susurró:

—Señor Alex... La detective Chantal está...

"Otros nunca conocen lo que es tener un final feliz."

...

Sábado 02 de diciembre del 2023: Hora: 12:00 pm. Segunda morgue del hospital Hipócrates.

 Alex estaba ahí, delante del frío metal donde yacía el cuerpo de su antigua compañera. La observaba detenidamente sin decir ni una palabra, solo fijándose en la palidez de su piel, sus labios agrietados y completamente morados; perfectamente hacían juego con el color de sus grandes ojeras. Ella a simple vista parecía dormir, o tal vez eso es lo que él quería creer; sin embargo, el pequeño agujero en medio de su frente le reafirmaba una y otra vez los hechos.

 Chantal estaba muerta.

 «¡Lo hago porque nadie merece morir injustamente! », un destello de ira se apoderó de sus ojos en el momento en el que recordó sus palabras. Chantal nunca hizo nada malo contra nadie y su único deseo era que aquellos estudiantes tuvieran justicia; pero en cambio, terminó formando parte de la cadena de asesinatos provocados por aquel sujeto llamado "el maestro". Inmediatamente su cara se tornó sombría ante esa realidad... El maestro, donde quiera que esté, se las pagaría caro.

 Dio un paso hacia delante y suavemente posó una de sus manos en la cara de ella; luego se inclinó y se acercó lo suficiente a su oreja como para murmurar una última cosa antes de salir de allí.

 —Te prometo que cuidaré de tu hija... Lo juro... Así que descansa, ¿sí?... —Se quedó en silencio un instante y después sencillamente comenzó a alejar de ella—. Adiós, Chantal.

✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠✠

—Hemos llegado, señorita.

 En menos de un segundo Layla giró su cabeza hacia la ventanilla del taxi, mirando con asombro la espectacular fachada iluminada de lo que alguna vez fue la residencia de la detective Chantal. De arquitectura alemana, la casa en cuestión contaba con un amplio jardín sin cercas, dejando a la vista un césped frondoso y algunas estatuas que decoraban la entrada; más adelante se topó de frente con la imponente casa que se elevaba a más de dos pisos con aspecto vintage moderno de paredes blancas, a su gusto, resaltaba bastante bien con techo de madera roble.

 —Muchas gracias, aquí tiene. 

 Una vez fuera del vehículo, la joven se internó en la entrada del lugar con las manos aferradas a su cartera y la mirada fija en la puerta. Yacían varías horas atrás que había intentado comunicarse con Izaro tras saber lo que paso; sin embargo, para su sorpresa el detective Alex no la dejó hablar con ella, en cambio, le pidió de una manera casi apresurada el grandísimo favor de verificar que la hija de la teniente se encontrara bien. Aquello inevitablemente la desconcertó, no esperaba para nada tener que ir a consolar a alguien que ni siquiera conocía; no obstante, en la actualidad, era inevitable decir que no acepto, pues ahora mismo estaba justo ahí, de pie frente a la entrada tocando reiteradas veces sin obtener ninguna respuesta.

 «Por Dios, estoy perdiendo mi tiempo», pensar en ello hizo que apretara los dientes con fuerza. Dio un paso hacia atrás, examinando las luces de la casa, todas se hallaban encendidas, exhaló amargamente y volvió a visualizar la puerta; fue en ese momento que se quedó quieta contemplando el pomo con una vaga idea en la cabeza. «¿Podría ser que esté abierta? », preguntó con algo de curiosidad, acercando lentamente la mano. «Pero esto estaría mal, sería una invasión a la propiedad privada e inclusive podría ir presa», se detuvo de golpe. «Aunque ella puede que esté en peligro... Solo voy a verificar que esté bien», nuevamente se cuestionó, tomando la manija de la puerta y comprobando cuidadosamente si esta tenía seguro; para su sorpresa, la susodicha abrió sin ningún problema... «Listo, iré a la cárcel».

—Disculpe... Soy Layla Bélanger... me envió el señor Alex... —informó asomándose por la puerta, nadie respondió, por lo que armándose de valor terminó entrando a la casa con cautela—. ¿Hola? Em... ¿Señorita Amelia? ¿Se encuentra aquí? —la llamó mientras atravesaba un pasillo a oscuras, notando a duras penas las pocas fotografías colgadas de la detective Chantal junto con una chica de rasgos americanos; no le tomó mucha importancia, siguió caminando por el lugar hasta llegar a unas escaleras. Nerviosa comenzó a subirlas y al llegar, se quedó quieta intentando deducir cuál era el cuarto de la joven—. No, esto está mal, está muy mal... mejor me voy. —Girando sobre sus talones estaba dispuesta a irse de ahí, sin embargo, un fuerte sonido proveniente de uno de los cuartos llamó rápidamente su atención. Tragó saliva un tanto inquieta y cautelosamente camino hasta quedar parada frente a la habitación—. S-señorita Amelia... —Nadie respondió, por lo que cerrando sus ojos un momento, se llenó de todas las fuerzas posibles para después terminar abriendo la puerta de un solo tajo... A veces las personas llegan en momento oportuno—. ¿Eh?



#7037 en Thriller

En el texto hay: amor, suspenso, thirller

Editado: 22.05.2021

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