Perfecta

PARTE 18

 

ANAROSA

 

Estas semanas han sido las mejores de mi vida, caminar de su mano, abrazarlo, besarlo, acariciar su rostro como memorizando con cada parte de este, en ese momento estoy con una sonrisa en mi rostro abrazada al oso de peluche que William gano para mí en tiro al blanco, es color café con un lazo como un esmoquin en su cuello, es tan bonito, también tengo una pulsera con la fecha en que nos hicimos novios, aunque mi pulsera es hermosa de plata para ser precisos, la tengo muy bien guardada no la puedo llevar a las audiciones porque no me lo permiten.

 

—Princesa, ¿Qué te parece en este color? —Trato de prestarle atención a mi madre, pero es casi imposible, ando pendiente de mi teléfono, ella está escogiendo un vestido para mí para la gala van a premiar a papá con un premio a la trayectoria durante los Baftas, ya lleva más de veinte años como actor y aunque lo ha dejado de lado por su sueño de ser director, igual mi madre está emocionada, en cambio, yo no tanto porque tendré que pasar por la alfombra roja y no me gusta, los flashes ser tan el centro de atención el señorita voltee aquí y ahora aquí y ese tipo de cosas.

 

—Mami, hubieras venido con mi tía Georgina, ella sabe mejor moda de las señoras de tu edad.

 

—¿Acabas de decirle vieja a tu madre? — Yo niego con las manos que haya querido insinuar algo como eso, solo que mi estilo y el de ella son muy diferentes. Yo la abrazo y le doy un beso en la mejilla para que se olvide mi tonto comentario.

 

—Mami, no dije eso, solo que tu estilo a comparación del mío es diferente, otro tipo de ropa ¿Me entiendes?

 

Luego de un rato más mirando tiendas o comprando cosas, estamos almorzando ella un filete de pollo con champiñones y salsa blanca, yo estoy comiendo una ensalada, cesar y pollo en trozos, William me dijo que tal vez necesito bajar un poco de peso para ser más ligera a la hora de las audiciones y eso estoy haciendo comiendo más ligero, únicamente comeré esto y en la noche solo fruta.

 

—Desean algo más las señoritas — Nos dice el mesero y si no fuera porque mi madre me aviso, no me daba cuenta, es que mi teléfono no suena algún mensaje de William y me parece extraño, siempre me escribe dos o tres mensajes a estas horas, yo adoro lo intenso que es, por eso se siente extraño.

 

—Hija, si no te conociera diría que estás enamorada, porque no dejas de ver la pantalla de tu teléfono desde que nos sentamos y casi no has probado tu comida — Casi me atoro con el vaso de agua que bebía, mi madre me ayuda golpeando mi espalda, mientras el mesero me da un poco de aire.

 

—Madre haces unas preguntas — Río de manera nerviosa y arreglo mi cabello, tal vez debería decirles, pero prefiero que pase un poco más de tiempo, tal vez esperar que Bri despierte y que su familia deje de juzgarme de mala amiga. William tiene razón, pero igual no puedo decirles que ella siempre fue así, que ella le gustaba experimentar y seguro por ese estilo de vida es que le paso lo que le paso. Me duele porque la quiero, pero es la verdad.

 

 

Estoy de regreso en el departamento donde ya vivo totalmente, deje la casa de mis padres hace una semana, si no lo hacía no iba a poder justificar mis salidas o llegadas y no quería andar mintiéndoles, William aún no me escribe o llama, ya es casi de noche, no le escribo porque no quiero ser novia tóxica como dice Roxy.

 

No puedo dormir, doy vueltas una y otra vez en mi habitación, creo que mejor tomo una pastilla para dormir como la vez pasada, la que William me recomendó.

 

 

Dos días que no se dé él, dos días en que he tenido que recurrir a las pastillas para poder conciliar el sueño. William me dijo que entrena aquí boxeo, nunca he ido a una de sus peleas, aunque no me guste, no puedo decir nada, es su vida, lo que le gusta, así como él respeta mi sueño de bailarina, yo respeto el suyo de ser campeón mundial, aunque siempre tenga miedo de que algo le pueda llegar a pasar.

 

—Señorita, William, no está aquí, lo siento, pero le diré que vino — Es Javier, su entrenador o algo así, de verdad que quería encontrarlo, una involuntaria lágrima cae por mi rostro y la limpio rápido, no quiero que tengas lástima de mí. Él se va y me da la espalda y yo giro sobre mis pies, pero no sé por algo que desconozco, solo decido dar una vuelta y regresar tal vez él llegue, necesito hablar con él, necesito que me diga si hice algo malo para que se aleje de mí sin explicación alguna, me dijo que me quería acaso eso no importaba o era mentira.

 

Al cabo de media hora lo veo salir, mi corazón se revoloteó, tiene el ojo morado, no puedo evitar ir a verlo, más bien correr hacia donde está.

 

—¡William! —Me mira con sorpresa, tiene hasta la barba algo crecida, acaricio su rostro, no me gusta verlo golpeado, pero estoy segura de que el contrincante salió peor.




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