Perfecta

PARTE 22

 

WILLIAM

 

—William, es normal, ¿Qué no recuerde nada? — Mientras se abraza a mi pecho mientras yo la tengo recostada, como decirle que es normal si tomas en cuenta que puse algunos polvos mágicos en su copa de champaña.

 

—Creo que bebimos mucha champaña mi amor, pero fue glorioso te juro que si — Beso su cuello, oliendo su cabello, que huele a cerezas, como me alimento de su aroma, como que me dan ganas de volver a fundirme en ella, pero esta vez debo ser delicado, no puedo hacer que traiga a su mente recuerdos frescos, tengo todo escondido tanto las cuerdas, como las esposas y mordazas.

 

No pude resistir y la hice mía nuevamente, aunque le dolió un poco porque aún tenía sus partes sensibles, me encargue a punto de besos de que se relajara, mis manos la volvieron a recorrer toda desde la punta del cabello hasta la punta del pie. La volví a oír gemir mi nombre, mientras me introducía en ella una y otra vez, volví a sentir cada estremecimiento que sentía en ella, cada orgasmo que le provoque le hace ver lo que le puedo dar, no soy de los hombres delicados, no trato a las mujeres como si fueran delicadas flores de un exquisito jardín. Por eso soy algo brusco sin caer en el sadismo, ella piensa que es normal, puesto que no conoce de otro hombre que no sea yo, le voy a enseñar que así es, la voy a volver una muñequita que solo disfrute del sexo bajo mis garras, que disfrute el dolor y lo asocie al placer. Voy a hacer que ella pida más cuando me introduzco de una sola estocada.

 

 

—Amor te voy a extrañar, no sé cómo hacer para estar separada de ti —Mientras besos sus labios dejándola en la puerta de su departamento, estuvimos en el barco y luego en la casa de playa de Lorenzo, pongo mi mentón sobre su hombre y dejo un suave beso, me gustaría follarla toda la noche, amarrarla al caballete y dejar la huella de mi mano en su hermoso y redondo trasero, pero debo controlarme, es la primera que desvirgo, por eso me causa este tipo de apego de querer demostrarle más allá de las horas que acabamos de pasar juntos, siento como tiembla un poco ante mis labios tocando su suave y tersa piel, cuando acaricio con las yemas de mis dedos su delicada piel.

 

—Yo también muñeca, necesito más de ti, pero no quiero que te asustes o creas que solamente es para eso, eres especial pequeña y quiero hacer las cosas como deben ser — Me acerco a ella y le doy un gran beso, luego me pego a su boca y suspiro como idiota, cierro los ojos y una sonrisa aparece en mi cara al igual que en la de ella, me giro y Anarosa cierra la puerta, siento como se pega a ella, supongo como en las películas adopta esa estúpida pose de suspirar pegada a la puerta. Sonrió por lo ridículo de la situación, ella pensando que fue la mejor no che de mi vida o el principio de un hermoso cuento de hadas, desconociendo el verdadero propósito de todo esto.

 

Me escondo por detrás de unos muros, puedo ver a la madre de Anarosa acercándose, es una mujer muy hermosa, unas caderas apetitosas y unos pechos que parecen montañas, sus ojos son como los de ella, pero la inocencia en la mirada de Anarosa no la tiene nadie. No sé a qué ha venido a claro a saber cómo sigue la ya no tan niña de Anarosa Mc Arthur Thompson

 

—Mi amor, les diré a mis padres que me duele el estómago, que para no sentirme sola estaré en la casa de una amiga, tal vez mi madre quiera ir a mi departamento. Por eso, traje mi mochila para que la lleves primero.

 

—Como desees pequeña, si te sientes más cómoda así, entonces hazlo, aunque yo no tengo problemas en decirle lo hermosa y dulce que me pareces, que me encantan tus ojos, y la manera en que me miras.

 

—Hay amor, siempre dices cosas tan bonitas, por ahora prefiero que no sepan acerca de nuestro amor.

 

Supongo que es eso, ha venido a saber que andaba haciendo su linda hijita, mejor me voy, pero a otro lado, no quiero lidiar con cosas como esa.

 

JHON

 

Ando que no me calienta ni el sol, tuve que aguantarme las ganas de gritarle y decirle que no se vaya con seguramente algún niño estúpido, ando  que no quiero pensar en nada, no debería hacerlo, pero es inevitable, quiero beber y olvidar que la mujer que me quita el sueño, esta o estuvo tal vez en este momento en brazos de otro hombre, soy un imbécil, no debería ni molestarse con una tontería como esa, yo no existo para Anarosa, ella está con otro, lo peor es que creo que no es sencillamente otro hombre, está con un novio, para dejar a su familia de lado en un día como hoy debe ser alguien demasiado importante para ella, para la mujer que amo.

 

Mi teléfono suena, de mala gana respondo la llamada.

 

—Amigo, estoy en el club ¿Por qué no vienes? — Es Matías, uno de mis amigos de parranda, como dicen, tal vez eso necesito, desesterarme y respirar nuevos aires.

 




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