Perfecta

PARTE 43

 

WILLIAM

 

—¡¿Con quién te acostaste? ¡¿De quién es ese bastardo?!

 

Ella no puede haber traicionado, ella no puede haberte enredado con otro que no sea yo, ella es mía. No debió hacer eso, nadie me traiciona y sigue como si nada, seguro por eso huyo, porque ¿Clark? Puede ser que ellos, no puedo ser verdad eso ¡No! Me voy a volver loco, no sin antes volarle los sesos, pero eso si lo torturo antes, le voy a volar diente por diente, a arrancar dedo por dedo y ojo por ojo.

 

—¡Por favor!, mi hijo, William es tuyo, no puedes dejar que se muera, tienes que sacarme de aquí, — La veo retorcerse del dolor, estoy como en estado de shock, eso no puedo estar pasando, yo no puedo, es imposible, pero no tengo tiempo de hacer algo, cuando cae de rodillas producto del dolor, algo en mí se activa, algo como un instinto básico que no entiendo.

 

No pierdo más tiempo, la levanto y saco del lugar, ella no quiere que la toque, pero no le queda de otra, mi corazón se empieza acelerar de manera errática, es como ¿Miedo? Puede ser mi hijo en su vientre, nunca me vi como un padre, pero es de ella, es de los dos, es mi hijo, solo eso basta para hacer lo que sea por un maldito medico en medio de la tormenta que cae sobre nosotros.

 

—Ne ce si to un — Cae desmayada, yo mismo conduzco, pongo el señalizador de ruta, las manos me tiemblan, no puedo dejar que le pase algo, ¿Quiero protegerlos? No me entiendo, yo no tengo reparos en tomar lo que se me antoje, en el momento que se me antoje, no tengo miedo en hacer lo que quiera sin importarme las consecuencias, pero ella desmayada, presa del pánico, con mi hijo en su vientre, me pone de una forma como nunca antes me había sentido, con tantas cosas dentro de mí que me perturban, pero nada de eso importa, necesito sacarla de aquí, necesito hacer que estén bien. Ni siquiera puedo creer que yo haya pensado eso.

 

—Necesito un médico, — Esta sarta de ineptos, me mira y no mueven ni un dedo— ¡Por un demonio, un médico, mi mujer y mi hijo necesitan un maldito médico! — Grito desesperado, preso del pánico con el miedo invadiendo mi sangre, cuando atravieso esa puerta de aquel hospital, estoy implorando ayuda, por primera vez en muchos años.

 

Traen una camilla y yo tomo su mano, no me dejan entrar con ella, tienen que sujetarme entre varios enfermeros y guardias de seguridad, quiero estar ahí con ella. Quiero tomar su mano y que sepa que yo

 

Los minutos pasan y yo siento que mi mundo se cae a pedazos, no he dejado de llorar, me jure a mí mismo hacía años no hacerlo, pero es como si algo dentro de mí se haya roto, es mi hijo, mi mujer, ella es mía, nunca pensé tener un hijo con la hija del hombre que más odio, pero eso no importa quiero verla reír, quiero que me diga que me ama, quiero que esté bien.

 

—Ella se encuentra relativamente estable, solo fue la baja de presión, por suerte, su embarazo es delicado y la señorita lo sabe, lo mejor es que se quede unos días, para poder controlarla mejor.

 

—Quisiera trasladarla en helicóptero a otro hospital, uno donde tengan los equipos necesarios para monitorear a mi hijo y mi mujer. — Este es un lugar de pacotilla, muy precario para ellos.

 

—Como le dije, espere unos días para qué puede trasladarla, siempre y cuando la señorita este consciente y lo autorice, ella dejó estipulado hace días que nada más ella puede decidir sobre su salud y la de su hijo, con su permiso seguiré haciendo mi ronda, en unos minutos podrá entrar a verla.

 

El médico se da la vuelta y yo goleo la pared con mi puño cerrado, necesito sacarla de aquí y que nadie sepa de ella, solamente yo, ella es mía, me pertenece.

 

CLARK

 

No sé cuántas horas han pasado, nada más siento como si un camión hubiera pasado por sobre mí, en eso recuerdo poco a poco lo que sucede, los golpes, su voz, su maldita voz, miro a mi alrededor y nada me ayuda a saber qué sucedió con Anarosa, siento un dolor punzante en mi corazón, mi alma se está rompiendo, no quiero que nada le pase, el malnacido finalmente nos encontró y puede ser capaz de cualquier cosa. Tengo que salvarla.

 

No sé cómo, pero finalmente he logrado deshacerme de las cuerdas, escucho ruidos afuera y arrastras, me escondo en el baño de visitas, puedo verme al espejo, tengo el rostro moreteado e inflamado, veo mi labio roto y la sangre seca sobre mi cara, ahora puede ver las marcas de ataduras por las cuerdas. Necesito escapar de aquí y buscarla, no importa si se me hace difícil hasta respirar o si tengo que arrastrarme por las paredes con condenado a muerte, porque así me siento como muerto. Cuando no oigo nada, me escabullo, por idiotas, no me quitaron las llaves del auto que estaba en los bolsillos de mis pantalones, quiero sonreír, pero automáticamente siento el dolor atravesarme hasta los huesos, pero nada es más importante que ella ni siquiera mi propia salud.

 




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