Perfecta

PARTE 48

 

ANAROSA

 

Me veo y no lo creo, de blanco frente al espejo, según Pruden parezco una muñeca de porcelana, las maquilladoras hicieron magia, es que las ojeras por la mala noche entre no poder dormir y las lágrimas hicieron efecto en mí, solo puedo suspirar sintiéndome como Ana Bolena rumbo a la guillotina, presiono mi vientre tratando de que mi hijo me dé fuerzas, tratando de recordar que todo esto lo hago por él, por Clark y mi familia, por mis malas decisiones mi vida vino a derrumbarse de un momento a otro, el castillo de naipes que ese hombre había construido se cayó, pero no puedo hacer nada, él me tiene en sus manos, mi vida es suya, siento que me ahogo y que las palabras no salen de mi garganta.

 

—El señor está muy nervioso, esperándola en el jardín, dice que ya debe bajar — Todos se van de la habitación les pido que me dejen un momento a solas, necesito gritar, necesito desahogarme por un momento sin las miradas clavadas en mí, sin que me juzguen porque al final ellos no saben nada, grito como si me estuvieron clavando un puñal en el corazón, lanzo todo al suelo, presa de la rabia hasta el espejo termino rompiendo, saco las sabanas y las arrojo al piso, tengo tanta rabia que quisiera que todo ardiera, quisiera que lo material se consumirá al igual que quiero que este dolor se esfume, pero sé que no puedo retrasar más lo evidente, no puedo seguir huyendo de mi destino, me voy a ver al espejo, arreglo mi cabello y retoco mi maquillaje si no fuera por los ojos que están enrojecidos dirían que nada ha pasado.

 

Bajo las escaleras, como una condenada a muerte y grilletes se apoderan de mis tobillos, mis pasos se sienten como si arrastraran un gran martillo. Cuando piso el último escalón me sujeto fuerte porque un mareo llega a mí, le pido a mi bebé que se calme que lo voy a proteger de quien sea, si mi condena es estar atada a ese hombre no quiere decir que dejaré que lo manche con su nube negra, mientras yo sigo viva mi hijo no será como su padre.

 

Ahí están los invitados a este teatro, William parado como si de un modelo de revista se tratase, está Luis su sombra y testigo de mi condena, hasta puedo ver a esa tipa plástica que me interrumpió luego de la pelea, si tan solo la hubiera sabido escuchar, él me mira como si yo fuera lo mejor que le ha pasado cuando en realidad solo soy la guinda del pastel, lo que tanto buscaba con su venganza que sigo sin entender, se debe sentir vencedor en esta guerra donde yo no tengo nada que ver, me ha tomado como si fuera yo un trofeo del dichoso triunfo que tanto ha perseguido, aquella sed de venganza que me llevo de por medio.

 

—Mi amor estás hermosa, vas a ver que estando casados todo será diferente, vas a recordar lo mucho que me amabas y adorabas — Me dice al oído y su aliento choca contra mi oreja, ya no está ese temblor sacudiendo mi cuerpo, ya no es ese hormigueo que llegaba hasta lo más profundo de mí, ya nada de eso provoco nada más asco y repulsión. Yo, sin dejar de fingir una sonrisa, le respondo.

 

—Nunca dejaré de odiarte, hagas lo que hagas, digas lo que digas, jamás volveré a ser la estúpida que alguna vez pensó que te amaba. — Siento su mentón tensarse, seguramente espero que aceptara mi condena sin ningún tipo de resistencia, tal vez espero que siga siendo esa sumisa que aplastaba a su antojo, pensó que me mordería la lengua, pues esa Anarosa callada, blandengue y pusilánime murió junto con el amor que alguna vez pensé sentir por él, muchas veces pienso que no fue amor, sino ilusión, porque el verdadero amor no debe lastimar y eso me lo dijo siempre mi madre, pero lo había olvidado o yo de tonta me quería cegar.

 

Estamos parados frente al juez, que abre el libro, donde supongo que debo plasmar mi firma como si yo misma autorizara que me maten en vida.

 

—¡No lo hagas Anarosa! — Es como si todo sucediera en cámara lenta, reconozco su voz, sé que es él, pero ¿Cómo?

 

—Saquen a este imbécil de aquí — Me sujeta del brazo como abrazándome para que no corra como niña chiquita donde mi padre, está embravecido, lleno de rabia, todo eso me advierte con una mirada como diciéndome que es lo que puede suceder y ahí recuerdo que la vida de mi familia está en mis manos incluso la de Clark que ahora puedo ver que está detrás de mi padre siendo sujetado por esos cavernícolas que tienen como seguridad, mi corazón se sobresalta al verlo aún con vestigio de la golpiza que le dieron, no me importa lo que digan los diarios, siento que mi corazón lo conoce, siento tantas cosas en este momento que no puedo describir, pero no puedo dejar que le hagan daño.

 

—Por favor papito vete de aquí, por favor olvídense de mí, te lo suplico, dile a mi mamá que la amo —Una lágrima sale de mi rostro, queriendo que no la vea agacho la mirada.

 

—Vete de aquí, McArthur, porque si no lo haces, juro que cobraré venganza, pero cortándote la garganta aquí delante de tu hijita.

 

—¡No! Prometiste que no le harías daño, si yo me — Es ahí donde me doy cuenta de que me estoy exponiendo a mí misma, todos me miran extrañados, pero el rostro de Clark, es que se va llenando de rabia, no hay que ser muy inteligente para descifrar mis palabras, intenta zafarse e irse en contra de William, no debí hablar, debí quedarme callada, aun en este momento sigo siendo una niña estúpida.




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