Perfecta

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Una tarde, revisando el foro en donde el fandom escribía sobre la relación de Sara y Karen, me encontré con otra teoría: la posibilidad de que Sara finalmente saliera del closet cuando cumpliera 30 años. En el foro se decía que otras cantantes salieron del closet alrededor de los 32 años, cuando sus carreras estaban más consolidadas. Por lo tanto, aún el fandom tendría que soportar unos años más las relaciones públicas que el equipo de trabajo de Sara le imponía.

Una de las chicas del grupo, que conoce el medio porque trabaja en él, escribía que la industria teme que al salir del closet los artistas puedan no ser tan populares entre los oyentes heterosexuales. También mencionó que los equipos de trabajo pueden sentir la presión de que comercializar a un artista homosexual pueda ser más complicado.

La conversación dio un giro inesperado cuando algunas chicas mencionaron sus teorías sobre las relaciones pasadas de Sara con hombres. Ellas creen que las relaciones que ha tenido con hombres no se han consumado porque a ella le gustan las mujeres. Por lo tanto, se piensa que todos los hombres con los que ha estado en una relación son gays. Según ellas, todos los hombres con los que Sara había salido simplemente fueron una "tapadera" de su verdadera identidad.

El único novio famoso de Sara ha sido Daniel. La mayoría de sus otras relaciones habían sido con hombres ajenos al mundo del entretenimiento, lo que parecía un intento de mantener su vida privada realmente privada.

Sin embargo, lo que más intrigaba a los comentaristas era la posibilidad de que Sara hubiera tenido una relación con una de sus compañeras de colegio. Una de las chicas con la que se le vio en su adolescencia ser muy cercana; para ellas había sido su pareja. Existen fotos de ellas en su colegio donde se les ve tomadas de la mano, mirarse con mucha ternura y cariño. El grupo estaba convencido de que Sara había vivido una historia de amor con su amiga del colegio, aunque nunca lo hiciera público. 

 

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Otra señal que, según el fandom, las chicas les dieron fue el uso de un par de aretes idénticos. No encontrar esta información, junto con la de la teoría de salir del closet después de los 30 años en los diarios de Laura, me ha hecho pensar que existieron otros diarios que ella sí destruyó. Me parece tan extraño que en ninguna parte haya escrito acerca de visitar los sitios en lo que podría encontrarse con Sara, y me sorprende que en ningún lado haya plasmado lo que sintió el día en que se la encontró en el restaurante. A veces pienso que en esos diarios había información tan importante y reveladora que por eso los destruyó. ¿Habría tenido una conversación con Sara para ofrecerle ayuda para escapar del contrato? ¿Qué ocultó en esos diarios? Hay preguntas para las que nunca tendré una respuesta.

La primera vez que, según el grupo, vio a Sara usando estos aretes fue en una entrevista. Quince días después, Karen compartió en sus redes sociales una foto en la que también los llevaba puestos. Durante tres meses, ambas chicas llevaron esos aretes. En ese momento, todas las fans interpretaron que eran unos aretes de compromiso.

Ellas pensaron que Sara y Karen no habían querido escoger los típicos anillos de compromiso, porque querían ser originales, además de intentar pasar un poco desapercibidas. Aunque, conociendo al fandom, no sé cómo ellas podrían haber pensado que pasarían por alto este detalle. El grupo afirmaba que ellas querían ser distintas y auténticas en su amor.

Ese día fue uno de los más felices del fandom. Fue, según las palabras de muchas de las fans, la consolidación de su amor y relación. “No éramos solo espectadoras, éramos parte de su historia de amor, y cada señal que nos daban nos acercaba aún más a ellas”.

La curiosidad fue tal que investigaron la joyería que había diseñado los aretes. Descubrieron que estaban hechos de oro blanco y tenían una esmeralda en forma de flor. Según ellas: “eran realmente unas joyas sublimes; una joya de esa belleza le hacía justicia a un amor tan maravilloso como el suyo”.

Así que, cada vez que veían esos aretes en las fotos o en las entrevistas, recordaban el día en que Sara y Karen los lucieron por primera vez. Para ellas, eran mucho más que joyas; eran un símbolo de un amor inquebrantable y único. El grupo se sentía ansioso por ver qué más deparaba el futuro a su pareja favorita y seguir siendo testigos de su hermosa historia de amor.

 

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Después de la tragedia que sacudió nuestra familia, mi relación con mi hijo se fortaleció. La adversidad nos unió mucho más de lo que hubiéramos imaginado. Inmediatamente después de que la tragedia golpeara nuestras vidas, comenzamos a apoyarnos mutuamente en el largo y doloroso proceso de recuperación.

Antes de la tragedia, mi hijo había estado considerando la posibilidad de trabajar y vivir una temporada con su novia en el país donde estaba mi hija, Laura. Para ello, Laura estaba ayudándoles a buscar oportunidades laborales. Pero esos planes se cancelaron tan pronto como ocurrió la tragedia.

Mi hijo compartió conmigo la desilusión que sintió al darse cuenta de que su hermana, Laura, no había logrado superar la situación como aparentaba. Tanto él como yo pensamos que cuando Sara se comprometió y Laura dejo de hablar de ella y se distanció del grupo, lo había hecho porque había superado el tema, no porque ahora ella vivía su obsesión a escondidas de todos.

Él siempre me decía que Laura se debió haber sentido defraudada por Sara, y por eso nunca volvió a hablar de ella. Yo opino lo mismo Laura se sentía burlada por Sara, por eso de inmediato dejó de hablar de ella, Laura quería ocultar lo que realmente estaba sintiendo, el torbellino de emociones que no podía expresar delante de nadie.

Como familia, apenas los hechos ocurrieron, entendimos que necesitábamos ayuda profesional para sanar. Sin embargo, mi hijo fue uno de los que más reacios se mostró a aceptar la idea de la terapia. Mi esposo y yo tuvimos una conversación con él y le pedimos que por favor asistiera, que no actuara como su hermana cuando le pedimos buscar ayuda profesional. Inicialmente, él afirmó que podía sobrellevar la situación solo, pero nosotros le pedimos que, por favor, al menos asistiera seis meses con un psicólogo. Creo que finalmente entendió el miedo que sentíamos de perder a otro hijo.




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